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Mes: noviembre 2019

Bioética y Psicología
Bioética y Psicología

La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, tanto de la vida humana como del resto de seres vivos, así como al ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la misma. La psicología es la ciencia que estudia el comportamiento , la mente y los procesos cognitivos de las personas. Los psicólogos tratan con personas y su meta es mejorar la calidad de la salud mental de sus pacientes, y por ende se deben de aferrar a una serie de reglas éticas y morales, respetando así la bioética y la integridad humana de las personas.

Los seres humanos por definición somos seres bio-psico-sociales y tenemos derecho a ser tratados con dignidad, respetando todos los aspectos de la vida, incluidos los aspectos psicológicos. un buen profesional de psicología debe cumplir con criterios como los siguientes: beneficencia, fidelidad y responsabilidad, integridad, justicia y respeto por los derechos y la dignidad de todas las personas, reconociendo y respetando las diferencias culturales e individuales, incluyendo las relativas a la edad, el género, la etnia y la cultura, el origen nacional, la religión, la orientación sexual, la discapacidad, el estatus socio-económico, etc. El acuerdo entre un paciente de psicoterapia y un psicólogo debe de ser igual que aquel entre un paciente médico y un fisiólogo: se debe buscar hacer mayor bien respetando el valor y la integridad de la vida.

Los dilemas éticos que se generan en el campo de la salud mental son muy amplios y complejos e incluyen desde las dificultades de pensar en la aplicación del consentimiento informado en personas con autonomía e independencia disminuida.

Erich Fromm, en su obra “Ética y Psicoanálisis”, afirma que la ética no puede desvincularse del estudio de la persona puesto que los juicios de valor que elaboramos determinan nuestras acciones, y sobre estas descansan nuestra salud mental y nuestra felicidad.

Fromm ve una relación directa entre ética y psicología, hasta el punto de sostener que los síntomas neuróticos que muchas personas sufren son expresiones específicas de un conflicto moral.

De esta manera, la ética incide sobre la psicología, pero también sucede lo contrario: para el éxito de la terapia será determinante la capacidad del terapeuta para comprender el problema moral del paciente y de esa manera poder solucionarlo.

Es sumamente importante adherirse a una serie de reglas éticas y morales en observancia con la bioética para asegurarse que el tratamiento e intervención psicológica que se ofrece a las personas respete la vida y la dignidad del paciente. La bioética nos ayuda a pensar.

Nos puede enseñar a razonar con rigor, de tal manera que podamos explicar y argumentar por qué tomamos esta decisión y no otra. También nos va a facilitar el análisis de por qué nos hemos equivocado en una determinada actuación. La formación en ética clínica nos proporciona herramientas intelectuales para someter nuestras razones a la prueba de la crítica.

La bioética debe de ser una gran parte del conocimiento  intelectual y moral de respeto al ser humano para evitar que, al cuidar de su salud, caiga en las garras de intereses particulares, científicos o económicos, lo cual, Es decir la bioética y la psicología deben de estar al servicio de la dignidad humana de cada uno de los pacientes.

Autor: Santiago Gorozpe Camargo

La colmena de la ética Aprendamos de las abejas
La colmena de la ética Aprendamos de las abejas

Las abejas son una especie que trabaja en conjunto como sociedad. Y a su vez favorece a otras especies que se encuentran en su entorno: como las flores, y al mismo humano.  Cada una de ellas, dentro de la colmena, están dispuestas a jugar el papel que se les ha sido asignado. Su sociedad es como un reloj suizo que lleva un ritmo preciso para poder alcanzar los objetivos. Juntos como sociedad trabajan, como diría Emilie Durkheim con una solidaridad mecánica, donde se dividen y se estructuran a partir de su funcionalidad. Trabajando como engranes para que al final la sociedad de las abejas se mueva hacia una armonía de todos para todos.

La reina tiene un trabajo especial, siendo única dentro de la sociedad, es quien se reproduce tantas veces sea necesario para las necesidades de la colmena.

Por otra parte, encontramos a las obreras, estas son la fuerza del grupo, y las que buscan la homeostasis social. Son las que salen en busca de polen y las que construyen y mantiene la colmena.

Por último, pero no menos importante, están los zánganos, abejas que dan su vida para la reproducción de más abejas obreras.

Podemos ver que todas tiene sus papeles —una subsidiaridad social—, y en conjunto forman el integrante más importante, la colmena. Es el más importante porque se conforma de todos y todos se conforman de ella, sin ella no podrían estar protegidos ni de los demás ni de ellos mismos.

La colmena es una armadura perfectamente estructurada, en la que no se conforma ni por cuadrados, ni por círculos, si no por hexágonos; una nueva vertiente de pensamiento donde las cosas no son de un todo absoluto ni relativo. Sino que es una unidad de pensamiento basada en el respeto y el trabajo en equipo.

Este último integrante se alimenta del trabajo arduo de las abejas obreras, quienes a pesar de recibir el nombre de “obreras” las vemos como una sociedad en general, de la cual cada uno de los miembros cuenta con un papel fundamental para el cumplimiento de las necesidades de la colmena.

Sin embargo, la colmena tiene una debilidad, sus propios miembros. Por naturaleza, esta está hecha de cera, la cual soporta hasta los 37ºC, después de eso se derrite. Ante este peligro, las abejas obreras se empapan de agua y mantiene fresca la cera que conforma la colmena.

La fuerza de esta estructura no se la da su material, sino los miembros que habitan en ella. Si fuera por ella sola, en pocos días moriría. Son las mismas abejas quienes trabajan por mantenerla viva.

La vida dentro de la colmena se la da el trabajo de las abejas, para que esta se mantenga sana, se requiere de una solidaridad y una aceptación del trabajo de cada una de las ellas.

Autores como Camilo José Cela Conde han publicado y utilizado la metáfora de “La Colmena” como protesta entre clases sociales. Sin embargo, en esta ocasión se utilizará como unión y fortaleza de nuestra sociedad.

No son los obreros los que están abajo, sino los que mantienen la colmena viva. Los obreros somos todos, todos los que nos levantamos día a día en búsqueda de elementos que fortalezcan nuestra sociedad. Que nos levantamos en busca de fortalecer nuestra ética, ya que esta es la única que puede servir como agua para que nuestra colmena no se derrita.

Vemos a una sociedad humana la cual se base en el poder, sin saber cuál es realmente el papel de cada quien. Sin importarnos que todos pertenecemos a la misma colmena, solemos trabajar cada quien por nuestro lado y de forma apática.

Pero hay que darnos cuenta que nuestra colmena está por llegar a los 37º C y después de esto no hay vuelta atrás. Así como la clave de las abejas para que su colmena se mantenerla fresca es trabajar en equipo como una sola, nosotros debemos de empaparnos de los principios éticos que nos permitan refrescar nuestra colmena. Una vez dijo Ayad Akhtar “El secreto de una vida feliz es el respeto. Respeto por ti mismo y respeto hacia otros…” Es por ello que nuestros principios éticos deben de ser de uno para los demás, evitando el mal, obrando con el bien, tratar a los demás como te gustaría ser tratado, aceptar a los demás, evitar juzgar a la persona, pero si a sus actos, entre muchos otros.

Podemos juntarnos y ser más fuertes, no para luchas contra nuestros enemigos, sino para no derretirnos a nosotros mismos.

Autor: María Gabriela Conde Lazos y Mustieles

El duelo patológico
El duelo patológico

Después de una pérdida, es normal que surjan sentimientos y conductas que cada persona vivirá de forma diferente.  Pero ¿que sucede cuando este se convierte en un duelo patológico? Hoy platicaremos de cómo identificarlo y sobretodo como superarlo.

Un duelo normal, agudo o no complicado viene acompañado de sentimientos y conductas que son normales tras una pérdida: malestar fisiológico, preocupación de olvidar al fallecido, sentimientos de culpabilidad, irritabilidad, incapacidad para funcionar de la misma manera que antes de la pérdida, entre otros.

¿Cuándo se convierte en un duelo patológico?

Se le llama así porque la persona ha perdido toda la energía, la capacidad de vivir y de ilusionarse, incluso, de hacer planes. Es una depresión profunda.

Hay aplanamiento afectivo, que es cuando el sujeto ya no tiene ganas de hacer nada: levantarse, bañarse, vestirse y menos realizar sus actividades normales.

Puede presentarse de dos formas:

  • Duelo crónico o prolongado: cuando tiene una duración excesiva, sin llegar a una conclusión satisfactoria. Existen reacciones el día del aniversario de la muerte durante 10 años, e incluso más tiempo.
  • Duelo retrasado, inhibido, suprimido o pospuesto: la persona puede haber tenido una reacción emocional insuficiente justo en el momento de la pérdida.   Posteriormente puede experimentar síntomas de duelo si existe otra perdida inmediata, siendo, esta vez, la reacción emocional excesiva.  Suele ocurrir cuando la segunda pérdida es por suicidio.

Una variante es cuando la persona no ha sufrido la segunda pérdida, y al ver una película o escuchar una noticia en la cual el tema central es acerca de una pérdida, viene una reacción tardía.

  • Duelo exagerado: es la intensificación del duelo normal que hace que la persona se sienta desbordad y su conducta sea des adaptativa. Es muy conveniente acudir a una terapia con un profesional ético y preparado, para que no se convierta en algo más grave como manía, crisis de pánico o ansiedad.

¿Cómo ayudar a una persona con un duelo patológico?

  • Acercarte de forma sencilla: ¿Qué tal estás hoy?
  • Escucharla el 80% del tiempo y hablar solo el 20%
  • Ofrécele ayuda en cosas concretas
  • En el futuro seguirá teniendo momentos difíciles, muéstrale siempre tu apoyo,
  • Si has atravesado por una pérdida, explícale que fue para ti
  • Entabla contacto físico que denote afecto.
  • Comparte silencios y aprende a sentirte cómodo en ellos.
  • Sé paciente con la persona que ha sufrido la pérdida y permítele compartir sus recuerdos del ser querido.

Y si tú eres quien está viviendo un duelo patológico, no dejes pasar más tiempo y busca ayuda profesional.

A esa persona tan querida que ya no está contigo, lo que más le gustaría es verte bien y gozando de la vida plenamente.

Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com.   Facebook:  Lucia Legorreta