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Mes: mayo 2020

Hacia una solidaridad universal
Hacia una solidaridad universal

Nadie se salva solo. Esta sentencia parece estar recorriendo nuestras mentes y corazones desde el inicio de la pandemia del coronavirus y, sin embargo, las medidas de contención obligan a estar solos, confinados en casa, en el mejor de los casos rodeados de la familia y, en el peor, en la soledad que desgarra.

¿Cómo resolver esta contradicción entre la necesidad de los otros y la obligación de aislarnos de ellos? Quizá haya que echar mano de un nuevo concepto que ha estado surgiendo en las conversaciones de los dirigentes de diversos países y de los organismos internacionales: una solidaridad universal.

Estar cerca del otro no necesariamente conlleva una cercanía física, lo hemos descubierto con el uso de las tecnologías que nos acercan y hasta nos permiten pasar un cumpleaños virtual con muestras de cariño que, quizá de forma presencial, no hubiéramos podido sentir. El estar en casa obliga a estar en las pantallas, es decir, no hay pretextos para no estar, para ausentarse, para evadir las llamadas, los compromisos, la responsabilidad. Estas en casa y tienes tiempo, de hecho, todo tu tiempo está disponible, a veces debatiéndose entre las obligaciones laborales y las necesidades familiares pero de que hay tiempo, eso, nadie lo puede negar.

La nueva solidaridad que proponen tendría que trascender la capacidad de estar físicamente tal como lo hemos trascendido todos desde hace varios meses, encontrar la manera de atender las necesidades de los otros –sin olvidar las nuestras- desde las trincheras de las nuevas tecnologías y de la distancia social, que no emocional.

Ante la constatación del fracaso de los sistemas gubernamentales y del colapso mayor o menor de los sistemas de salud mundiales, muchos se han cuestionado sobre la posibilidad de recurrir a un nuevo orden con una nueva gobernanza mundial que, entre otras cosas, dictara los procesos de protección de la salud de las poblaciones a nivel mundial.

Profesora e investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México.

Pensándolo a fondo no parece una mala idea considerando que una voz líder creíble y confiable, digna de seguirse por su congruencia personal y rigurosidad científica hubiera sido deseable hace varios meses, no obstante, el riesgo de centralizar las leyes y darle univocidad implica asumir el deterioro de las libertades individuales, de las democracias particulares y de la vida en común según los contextos culturales de cada país.

Ahora bien, tal vez haya que pensar esa nueva gobernanza mundial no como una persona o grupo de personas si no como un precepto: el llamado urgente a la solidaridad.

Después de constatar que lo que afecta en un lado del planeta termina por afectarnos a todos y que, en realidad y a pesar de los ideales de la modernidad, no existen las razones individuales si no los sentires comunitarios, repensar nuevas formas de vivir después de la pandemia, será incorporar a nuestros hábitos y modos de vida la actitud solidaria de saber estar más allá de las barreras físicas.

La indiferencia, el egoísmo y el odio no pueden seguir siendo los cánones que rijan la vida postpandemia, hay que dejarles paso a la compasión, a la generosidad, a la preocupación por el otro y a la atención solícita de todos y cada uno de los que habitamos la Casa Común.

Esto no significa destruir la vida política de cada país ni suplantar las autoridades locales, si no más bien, abrir la posibilidad a crear políticas públicas que tengan un enfoque mundial en donde todos los gobiernos se sientan comprometidos no ya por el bien de su país y de sus ciudadanos si no por el bien del mundo y de todos.

No hay cabida para delinear fronteras, la pandemia ha dejado claro que esto no sirve más que para generar motivos de guerra y destrucción, es necesaria una acción global que no sólo frene esta crisis mundial si no que prevenga otras que pueden acontecer en un futuro.

No hay tiempo para discutir de quién es la cura o quién sacará primero la vacuna, lo que urge ahora es trabajar por el bien común y esto exige la renuncia a la fama y a las riquezas, tan perseguidas en nuestra época posmoderna, y velar, más bien, por la satisfacción de sentirnos hermanados en el sufrimiento pero salvados por la solidaridad universal.

Autor: Dra. Marieli de los Rios Uriarte

Un dilema bioético Fernanda y Rodrigo: el retrato de una realidad
Un dilema bioético Fernanda y Rodrigo: el retrato de una realidad

Autor: Jazmín Jhovana Serrano Bobadilla

En el presente artículo se abordará el dilema bioético analizado por la Facultad de Medicina Clínica Alemana – Universidad de Desarrollo, a saber, sobre el proceso cronológico del embarazo interrumpido en la semana veintiuno por parte de Fernanda y Rodrigo, quienes, debido a las alteraciones cromosómicas sufridas por el feto, la vida sería nula y de sumo riesgo para la existencia de Fernanda.

La propuesta realizada por dicha universidad desde la bioética narrativa , que dicho sea de paso propone un caso a través de una opción interpretativa, es decir, que relata la historia, y parafraseando a Mauricio Beuchot , éste dirá que, al desplegar mundos a través del lenguaje, entonces, tenemos la posibilidad de interpretar, creando un referente que impida relativizar, por tanto la bioética narrativa puede ofrecer un medio para ilustrar y reflexionar en este caso el mundo de Fernanda y Rodrigo.

Ahora bien, este dilema bioético será analizado desde la ética moral, la cual permitirá ahondar en la importancia del bien mayor para las personas implicadas, partiendo de la premisa de la conservación de la vida, tanto de Antonia, como de Fernanda, así como de las decisiones que conjuntamente tienen ésta última y Rodrigo.

Específicamente, me propongo argumentar desde la perspectiva aristotélica de la obra: “Ética Nicomaquea” , libro dos, el tema de las virtudes, las cuales transforman el modo de actuar del hombre, permitiendo conformar una estructura sólida de sus principios, lo que coadyuvará en una base de soporte para abordar el elemento central de este ensayo, a saber, el concepto de libertad, lo que representa la base medular del actuar riguroso del ser humano desde lo moralmente correcto. A así mismo, es importante resaltar que como elemento fundamental de tal dinamismo está la autodeterminación, elemento constructor de un círculo virtuoso junto con la libertad, el cual me permitiré abordar desde el texto de “Ser persona: Diversas perspectivas” , integrado por Hilda Patiño y Teresita Sevilla, investigadoras de la Universidad Iberoamérica.

Y finalmente reforzaré mi argumentación con la recuperación del humanismo, evidenciado en el texto De la muerte del hombre a la rehabilitación de la persona; trazos a una respuesta no pedida al antihumanismo contemporáneo en la visión de karol Wojtyla , el cual propone desde una integración de autores contemporáneos, la fuerza y valor de que la libertad puede vivirse desde el acto del amor.

Incorporando un “co-obrar”, es decir, obrar junto con otros, de tal suerte que la autodeterminación, conlleven a la libertad, para actuar desde el amor con imparcialidad y respetando la dignidad de la persona. Dichos elementos de reflexión pueden integrarse en el reconocimiento de la propia trascendencia, pues ante las decisiones evidenciadas desde la libertad, es posible el bien vivir, como finalidad suprema del acto moral.

En el libro segundo de la Ética Nicomaquea de Aristóteles, el autor menciona lo siguiente:

“[…] debemos examinar lo relativo a las acciones, como hay que realizarlas, pues ellas son las principales causas de la formación de los diversos modos de ser, como hemos dicho. Ahora bien, que hemos de actuar con la recta razón es comúnmente aceptado y lo damos por supuesto (luego se hablará de ello y de que es la recta razón y como se relaciona con las virtudes). “.

Sobre tal capítulo, Aristóteles plantea la importancia de actuar desde la recta razón, evidenciando que el razonamiento representa una parte elemental en la importancia de realizar con firmeza una acción, dicho de otro modo, formándose en las virtudes es como el hombre no solo realiza actos buenos, sino que da lo mejor de sí, para tal efecto requiere de un ejercicio constante de reflexión y práctica, que conllevan a un comportamiento razonado y justo, el cual es nombrado como virtud o virtudes.

En este sentido, la templanza y la valentía representan una interesante reflexión aristotélica que permite reconocer la valía e importancia de la toma de decisiones que fueron cumpliendo los padres de Antonia.

En el presente caso no se describen los modos de vida, tanto de Fernanda y Rodrigo, sin embargo, el texto hace la alusión de que, a través de los actos, es decir, los cuidados físicos de Fernanda, la rigurosa asistencia al médico, la reflexión sobre los cometarios del médico, se busca la conservación de la vida de su hija, así como el de mantener en el mejor estado físico de la madre.

Ahora bien, me permito retomar primeramente el concepto de templanza, pues desde esta virtud el ser humano introyecta su razonamiento ético para actuar, pues ante la frase aristotélica <>, los personajes del dilema se enfrentan a esa búsqueda del equilibrio físico de Fernanda y, por otro lado, la mesura de Rodrigo, fortalece la seguridad de ésta, lo que conlleva una decisión que encamina a los cuidados y disciplina por salvaguardar la vida de Antonia.

De igual modo y en relación a la virtud de la valentía, el hombre temperante será capaz de acometer una empresa arriesgada, con un alto grado de temor, pero manteniendo todo acto desde los justo y moderado. Por ello es que frente a la desesperanza de vida que indican los estudios médicos, tanto de la pequeña Antonia como de su madre Fernanda, sólo un acto de valentía puede soportar el peso de abortar la vida de su hija.

Aun cuando la premisa de mantener la vida es un acto de proteger la conservación de la especie, Aristóteles considera también la razón como elemento superior del ser, pues, buscará que haya una consecución entre los actos humanos y lo bueno. Así, pues, el hombre virtuoso buscará por antonomasia entre lo más bueno, lo mejor, es decir, la vida que lo llevará a la plenitud.

Es decir, la búsqueda del hombre sí está encaminada a encontrar la felicidad, sin embargo, es la búsqueda por la perfección o plenitud la que dará más frutos al ser que lucha por equilibrarse a través de la razón, con actos más justos y que han sido medio de perfeccionamiento para elegir mediante la libertad.

Ante tal dilema, la vida, es a lo sumo la constante de reflexión, y el acto razonado de cómo actuar. Ante esto Aristóteles menciona lo siguiente:

Es por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que se decidiría el hombre prudente. […] Por eso, de acuerdo con su entidad y con la definición que establece su esencia, la virtud es un término medio, pero, con respecto a lo mejor y al bien, es un extremo.

Por lo tanto, el ethos, es decir, el modo de comportarse de ambos personajes reflejan una ética moral equilibrada, pues, desde el planteamiento aristotélico, su modo de actuar, los lleva a un razonamiento sobre salvar la vida del feto en un primer momento, proponiendo un referente de lo mejor, hasta el nacimiento, a pesar del riesgo de la propia madre, sin embargo, la lucha se encamina a la búsqueda de un bien mayor o lo mejor, esto es, salvar la vida de la madre o la vida de su hija Antonia, pese a que según los estudios sería sumamente corta.

Aunado a la sencilla reflexión aristotélica, me permito integrar una breve reflexión en torno al autoconocimiento y su elemento de la soledad, puesto que en ello se juega La responsabilidad de la libertad en la relación conmigo y con los otros . Por ello, Hilda Patiño y Teresita Sevilla señalan que es poco probable contestar de forma sencilla la siguiente pregunta: ¿Quién soy?

Ante tal pregunta, no es posible ofrecer una respuesta sencilla, breve y fundamental, sin embargo, un medio al cual pocos accedemos para responder es desde la propia soledad, la cual permite interiorizar en harás de orientar la conciencia de lo que deseamos, pensamos y sentimos.

Para tal efecto de reflexión, la interiorización y autoconocimiento, jugaran una completa estreches para que por medio de la soledad se nutra una introversión razonada: Una vida sin examen, no tiene objetivo vivirla para el hombre.

En relación a esta afirmación socrática, la autora discute: […] la reflexión sobre uno mismo es fundamental para quien busca desarrollar sus facultades y su propio potencial. Con base en ella podemos establecer, por ejemplo, si nuestra conducta es correcta o incorrecta .

La autora fortalece su argumento, retomando lo dicho por Agustín de Hipona, integrando una definición de la bueno y lo malo, que podría identificarse desde el campo ético como lo correcto o incorrecto; es decir, el mal no existe, es ausencia de bien, es decir, a través de la razón pueden crearse los contrapesos que equilibren las elecciones erróneas, es decir, tendrá orden en sus decisiones, por lo tanto el propio amor ordenado será pieza clave para elegir con libertad la mejor decisión de vida.

La importancia de integrar el elemento de la soledad en el autoconocimiento permite iniciar una breve reflexión ante la realidad de vivir en ciertos momentos la falta de acompañamiento, no necesariamente porque en este dilema suceda fielmente, sin embargo, toda persona en el momento propio de tomar decisiones se encontrará solo para elegir, luego entonces, sucederá que si se encuentra en relación con el otro, encontrará el apoyo que requiere para reconocer en sus actos, aquello que se considera en la reflexión individual como bueno, que, para el caso de Fernanda y Rodrigo es fundamental como pareja y padres de Antonia, así como un acto de amor en función del orden que para ellos refiere salvaguardar la vida la Antonia, pero analizar que el mayor bien es la vida de Fernanda.

Ahora bien, ante el caso de Fernanda y Rodrigo, es importante rescatar que ambos desde su propia perspectiva tienen sentimientos de temor, pero el dialogo salva la decisión tomada, primero, por su propio ejercicio reflexivo, y segundo, por el consenso con el otro que le permite ir avanzando en el camino.

Por tanto, rescatando la frase agustiniana y fortaleciendo la importancia de integrar la soledad como elemento que abona en favor de la libertad, es entonces valioso señalar que, ante el acto de buscar un orden a las cosas, es voluntad primordial elegir un acto moralmente bueno. Por ello es que a partir de la reflexión que realizan Fernanda y Rodrigo sobre las condiciones médicas de su hija y la información con la que cuentan puede darse la decisión libre, a saber, el cuidado riguroso de la vida de Fernanda para rescatar la de Antonia, de tal suerte que les permita recibirla para despedirla de una condición de salud incompatible con la vida.

Como podrá notarse los elementos antropológicos superiores del ser, repercuten directamente en la acción, para que tal efecto se cumpla, es esta autodeterminación, de lo íntimamente individual que las decisiones abordarán lo bueno, lo correctamente encaminado a optar por una decisión que plenifique la vida propia y de los otros.

Por tanto, resulta crucial demostrar madurez para reconocer lo bueno como acto moral que lleven al pleno uso de la libertad, en el entendido de que lo espiritual está por encima de lo material. Pues, tan bueno es considerar valiosa la vida de Antonia, pero, juega como referente la beneficencia de la madre, por lo tanto, el orden o lo bueno expresados por Fernanda y Rodrigo, respecto de la lucha que entablan para mantener la vida de su hija hasta la mitad de la gestación, permite dilucidar que el acto de abortar a su hija integra también el bien para ambos pero sobre todo es de Fernanda. Ahora bien, exponer la vida de Fernanda, se caería en el desorden, pues, la elección de la libertad de la cual fuimos dotados nos permite identificar el bien como supremacía, por ende, actuar en consecuencia es buscar la trascendencia por un bien mayor.

Es también desde la experiencia cómo las personas determinan su actuar con cada acto moral, y ésta deberá tender a hacer el bien y evitar el mal , cabe destacar que el autor evidencia que cualquier persona en su sano juicio optará por el bien, sin embargo, la diferencia radica en la concepción que cada individuo tenga de la <>.

En el caso concreto, la investigación demuestra que ambos personajes resuelven y deciden desde una conciencia buena, al grado de tratar de salvaguardar la vida hasta lo más posible, es decir, su actitud no atiende a un pragmatismo que, si bien pudo ser la “solución” desde muy iniciado el embarazo, sino determinan mediante una postura personalista, buscar la salvación de su pequeña, este volver y mirar siempre a la persona para abstenerse de lo pragmático que indicaba que no había futuro.

Es importante rescatar a la persona en su actuar, interiorizando en la búsqueda de salvar la vida de otra persona, siendo que en ello, debe tomar la decisión de interrumpir un embarazo, pero manteniendo en el centro la dignidad como bien supremo: Por ello cuando el ser humano participa en un esfuerzo junto con otros, es importante que su participación esté mediada por su aceptación libre y basada en las exigencias de su dignidad .

Por tanto, la decisión de abortar, por un lado, está soportada por el análisis médico que es diagnosticado de forma oportuna, a ello responde un primer momento de actuar con moralidad y responsabilidad, es decir, integrando las evidencias que demuestran un riesgo con pocas posibilidades de salir avante con la vida del feto; por otro lado, la moralidad del actuar por parte de los padres frente a este acto, se responde con amor.

En otras palabras, es mediante la libertad, constituida por la autodeterminación, en donde ambos actores imprimen su subjetividad y su moralidad al proteger la vida de Fernanda.

A la luz del amor que se ofrece como dato, la realidad se articula de modo inmediato en un ordo amoris que ubica todos los bienes en función del bien que por vía de su efusividad intrínseca y voluntaria se presenta como el mayor de ellos. El amor en su sentido más radical no consiste en que la persona entregue un bien, sino, principalmente, en que ella misma se entregue con toda su perfección intrínseca como bien.

La violencia en la familia y el Covid
La violencia en la familia y el Covid

Han pasado ya varias semanas, que estando todos en casa parece que transcurren más lentamente.  Para mi no ha sido fácil, y estoy segura que para ti tampoco: de un día para otro nuestra vida se detuvo; para cuidar de nuestra salud y la de los otros debemos quedarnos en casa y no salir.

Quiero compartir contigo algunos consejos que puedes hacer con tu familia y así evitar  pleitos, discusiones, malas palabras, violencia verbal y física que tanto daño nos hace, y que tristemente sabemos ha aumentado mucho en estas semanas de pandemia:

  • Agradece algo: lo pueden hacer juntos antes de dormirse: que cada uno diga algo bueno que tuvo ese día y que quiere agradecer.
  • Recen juntos: pedir por los enfermos, por los contagiados y para que esta situación termine pronto.
  • Mantente informado: sigue las noticias en pequeñas dosis, ten empatía con lo que sucede alrededor del mundo y platícales a tus hijos de la gran cantidad de personas que están ayudando; doctores, policías, donadores, héroes.
  • Platiquen de otros temas: ¿qué quieres ser de grande? ¿qué es lo mejor que te ha pasado, y lo más difícil?. ¿qué pasa cuando los jóvenes se drogan o toman?….
  • Hablen de cómo se siente cada uno: tengo miedo, incertidumbre…ansiedad…aburrimiento…
  • Vean alguna película buena en la televisión y después platíquenla en familia.
  • Sé un buen vecino: si tienes algún/a vecina de la tercera edad, manteniendo una buena distancia ofrécele ayuda.
  • Haz algún proyecto en familia que tengas pendiente: pintar un cuarto entre todos, arreglar una zona de la casa.
  • Jueguen juntos: aprovechar este tiempo para jugar lotería, dominó, cualquier juego de mesa en familia.
  • Aprendan más sobre la historia familiar: cuéntales a tus hijos sobre sus abuelos, tíos o primos. Cuando hablen por teléfono con ellos pregúntenles sobre la familia.
  • Busca fotografías de la familia, que tengas en tu casa o en el celular. Tómense fotos y diviértanse compartiéndolas.
  • Lee y motiva para que tus hijos lean: aprovecha para leer algún libro que tienes guardado. Si tienes hijos pequeños léeles en voz alta.
  • Si te es posible ayuda a los demás o dona a alguna institución que lo necesite.

Sabemos muy bien que la violencia es una cadena: el papá agrede a su esposa; esta a su vez es violenta con sus hijos; y como consecuencia los niños en la escuela serán agresivos con sus compañeros. Como un círculo que da vueltas y vueltas.

Estoy convencida de que si cada uno de nosotros empezamos por trabajar en nuestra familia, fortaleciendo los valores humanos, nuestra sociedad sería menos violenta y más segura. Te invito a ser muy sincero y reflexionar como es tu ambiente familiar.

Leía yo esta frase que me gustó mucho del escritor Jan Blaustone: “Nunca se siente más seguro un niño que cuando sus padres se respetan”

Recuerda, lo más valioso que tenemos en la vida es nuestra familia.  Cuídala mucho en estos momentos y no permites que haya violencia ni malos tratos.

Autor: Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.comFacebook:  Lucia Legorreta