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Mes: noviembre 2020

Bioética ¿para qué?
Bioética ¿para qué?

Dra. María Elizabeth De los Rios Uriarte

Profesora e investigadora de la Facultad de Bioética

Universidad Anáhuac México

La pandemia por COVID en el mundo ha descubierto la frágil seguridad de la razón humana y nos ha abierto los ojos para darnos cuenta de que necesitamos acompañar la medicina y la técnica de una reflexión ética que nos permita tomar decisiones orientadas hacia salvaguardara aquellos valores que nos son más importantes: la vida, la dignidad, la integridad y la autonomía.

Decisiones sobre la asignación de recursos escasos, inicio o retiro de tratamientos o procedimientos médicos, consideraciones éticas para aminorar los sufrimientos de los pacientes terminales, etc, son sólo algunos de los ejemplos que dejan al descubierto la necesidad de contar con principios que dirijan nuestra conducta humana.

Ante estos escenarios de dudas inquietantes, la bioética cobra un papel preponderante pues, al ser una ciencia interdisciplinaria, convoca al diálogo para buscar soluciones integrales y orientar la toma de decisiones éticas.

Esta disciplina se remonta hasta 1927 cuando el teólogo protestante Fritz Jahr acuña el término Bio-Ethik para referirse a la ética del comportamiento humano pero no es si no hasta 1971 cuando el oncólogo holandés Van Ranssaeler Potter en su obra “Bioethics: bridge to the future” lanza a la fama el término de bioética para hacer referencia a la genuina preocupación por el cuidado del medio ambiente.

Con el paso del tiempo, la evolución del término ha ido centrándose en aquellas preguntas que giran en torno a las ciencias de la salud y de la vida en relación al comportamiento humano, es decir, la Bioética funge como brújula para orientar el qué hacer de los seres humanos frente a la vida y la salud.

Si bien es cierto que existen varios modelos de pensamiento en Bioética y que ésta, al considerar en su análisis los aspectos contextuales de cada país y de cada persona, no es menos cierto que, en términos generales, la Bioética permite la reflexión sobre lo que es bueno y ético y sobre lo que no lo es y, con ello, impulsa a elegir lo primero por encima de los segundo.

La complejidad de la Bioética radica en su método pues, de suyo, es una interdisciplina en donde confluyen, al menos, tres ciencias: la medicina, la filosofía y el derecho. Es por ello que hoy en día existen instituciones académicas que brindan programas de formación sólidos en esta materia y que han luchado contra los estigmas tradicionales que intentan rebajar el riguroso y sistemático estudio de esta interdisciplina a meras elucubraciones subjetivas.

En México, la Bioética ha ido cobrando fuerza gracias a los esfuerzos de la Comisión Nacional de Bioética y las instituciones educativas, concretamente, desde 2011 cuando se adiciona el artículo 41 bis y se reforma el artículo 98 de la Ley General de Salud para establecer la exigencia de que todas las instituciones de salud cuenten con un Comité Hospitalario de Bioética que deberá operar regularmente, estar conformado por personas que tengan formación previa, ser interdisciplinario y renovarse cada tres años.

Lo anterior ha sido un esfuerzo loable para impulsar la Bioética en el país; no obstante, aún tenemos que hacer más: necesitamos seguir preparando bioeticistas profesionales para llevar la bioética a la cama de los pacientes, estar a lado de médicos, pacientes y familias para coadyuvar a tomar las decisiones que salvaguarden la vida y a dignidad de los enfermos y que sean capaces de brindar respuestas rápidas y eficaces ante los dilemas éticos que los tiempos actuales presentan.

La necesidad de recurrir a la Bioética ha sido evidente en los últimos meses dada la complejidad de los cursos de acción a nivel sanitario. La demanda es altísima, la posibilidad de cubrirla aún escasa. ¿Asumiremos el reto cultural, económico y profesional de prepararnos e impulsar la Bioética en México?

Los niños y la muerte.
Los niños y la muerte.

Escuché hace poco a un padre decir:  ha muerto mi madre y no sé como decírselo a mi hija que tiene seis años.   No quisimos que la viera y le hemos dicho que está de viaje y ella pregunta con frecuencia acerca de cuando viene la abuela pues tenía muy buena relación con ella.

Nos preparamos para la muerte de un ser querido, pero no nos preparamos para ayudar a nuestros hijos en este tema.

Es importante explicar en forma clara a nuestros hijos lo sucedido.  No es bueno decir que la persona fallecida se ha ido de viaje, ni decir que se ha dormido.   Ambas afirmaciones crean en los niños la idea de que esa persona retornará de su viaje o despertará de su sueño.

Se sabe además de algunos niños que temen dormirse porque han identificado el sueño con la muerte.   No se debe temer al uso de palabras como muerte o muerto que, en los niños darán una idea clara de lo que ha sucedido.

No es bueno abundar en detalles sobre cómo se produjo la muerte del ser querido, la explicación debe ser breve y clara.

Se debe estar atento y escudriñar los sentimientos de los niños ya que, los más pequeños, suelen tener la sensación de ser culpables de la muerte del ser querido.   Se les debe explicar en forma clara que lo que ellos hayan dicho o pensado no ha provocado la muerte del ser querido.

Los niños, según sus edades, entienden la muerte de diversas maneras.  Por lo general lo chicos no entienden el significado de la muerte hasta los tres años.

Entre los tres y los cinco años suelen considerar a la muerte como un estado reversible y temporal. Después de los cinco años entienden que la muerte es un estado definitivo, pero hasta los diez años no creen que pueda pasarles a ellos.

Luego de los diez años suelen entender que la muerte es un estado definitivo y que necesariamente todos llegamos a ella.  Claro que esto no es matemático y muchos de los niños que ya han pasado por la triste experiencia que significa perder a un ser querido, suelen ser muy adelantados en la comprensión de este fenómeno.

No debe impedirse que participen del velatorio y sepelio, aunque tampoco se les debe obligar a participar de ello.   En el caso de que ellos quieran hacerlo, se les debe explicar con anterioridad lo que van a ver en ese momento.

Al participar de estos eventos les damos la posibilidad de experimentar la sensación de una despedida definitiva.

No debemos temer llorar delante de nuestros hijos, ellos comprenderán y nos acompañarán en el dolor, pero debemos evitar las situaciones de gritos escandalosos y signos de desesperación, pueden dejar en ellos una imagen sumamente negativa y desesperanzada.

Si los niños sienten deseos de expresar su dolor, no debemos impedirlo.   Quizás lo mejor es ayudarles a que lo hagan comunicándoles que nosotros también compartimos esa pena.     Cuando el dolor no se exterioriza puede manifestarse de maneras no conscientes  (pesadillas, dificultades en la escuela, entre otros)

Los niños se sienten mas consolados con un abrazo que con palabras sentidas.

Si se tiene fe y se cree en la vida eterna, la cuestión será más sencilla, menos penosa.   Porque esa separación definitiva, se transforma en la esperanza de reunirnos con la persona amada al final de nuestros días.

Un niño entiende perfectamente esto, lo que le parece una injusticia es que después de esta vida no haya nada.   No olvidemos que los niños al ser más puros, tienen más facilidad para llegar a las verdades esenciales del ser humano.

Muchas veces a los que nos crea un problema es a los padres, porque no vivimos de acuerdo con la verdad de que después de esta vida hay otra.

Se les quiere ocultar a los hijos la verdad sobre el destino del hombre y lo único que se consigue es hacerles daño a ellos y, de paso a nosotros.

La educación en los momentos duros de la vida es muy importante,   nuestros hijos deben saber y nosotros demostrarles que no todo es color de rosa, y que habrá situaciones dolorosas y tristes.

Como padres debemos de aprender a hablar de la muerte con naturalidad desde que nuestros hijos son pequeños.   Recordemos que lo único que tenemos seguro en nuestra vida todos los seres humanos es que vamos a morir.

Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com.   Facebook:  Lucia Legorreta