Significa “crece desde dentro”. Esta etapa abarca desde el cigoto (embrión unicelular) hasta la 8ª semana de gestación. Los progresos de la biología contemporánea y una correcta reflexión filosófica, bioética y jurídica sobre el embrión en sus primeras fases de desarrollo, nos llevan al reconocimiento de que todo embrión, en cuanto ser humano, no puede ser discriminado, ni destruido, ni obstaculizado en su desarrollo, en función del respeto a su derecho intrínseco a la vida. “El embrión humano, en virtud de su naturaleza e identidad, ha de ser respetado, como persona, desde el momento de su concepción. A partir de entonces, se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente, a la vida” (DV, introducción). La vida del embrión humano siempre es un bien porque es la vida de una persona y es por ello que es inviolable.
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