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Experimentación con embriones

La difusión de técnicas de intervención sobre los procesos de la procreación humana plantea gravísimos problemas morales, relativos al respeto debido al ser humano desde su misma concepción y a la dignidad de la persona, de su sexualidad y de la transmisión de la vida. Gracias al progreso de las ciencias biológicas y médicas, el hombre dispone de medios terapéuticos cada vez más eficaces, pero puede también adquirir nuevos poderes, preñados de consecuencias imprevisibles, sobre el inicio y los primeros estadios de la vida humana. El rápido desarrollo de los descubrimientos tecnológicos que permiten intervenir sobre los embriones y los fetos humanos con modalidades y fines de diverso género: diagnósticos y terapéuticos, científicos y comerciales.

 

En la experimentación humana hay que distinguir la experimentación terapéutica de la simple experimentación sin relación directa con la terapia de la persona sometida a experimentación. Pío XII ya dio la clave para discernir la moralidad de la experimentación humana. El criterio supremo para discernir la moralidad de un experimento es la consideración del hombre como persona. En la valoración ética, se distingue entre la investigación científica de los embriones humanos y la experimentación técnica sobre ellos, aunque su conexión sea un hecho que no se puede olvidar.

La investigación científica de los embriones, prescindiendo de su finalidad, sería lícita cuando existiera la certeza moral de que no causará daño alguno a su vida y a su integridad ni a la de la madre. Pero toda investigación, aunque se limite a la observación del embrión, será ilícita cuando, a causa de los métodos empleados o de los efectos inducidos, implique un riesgo para la integridad física o la vida del embrión.

Fuente:

http://www.mscperu.org