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El destino histórico de la sociedad a través de la democracia. Desafíos de los oples rumbo a las elecciones de 2021
El destino histórico de la sociedad a través de la democracia. Desafíos de los oples rumbo a las elecciones de 2021

Autor: Alan Fernando Martínez Reyes

Pocos acontecimientos son tan determinantes como para sellar un “antes” y un “después” en la historia de la humanidad. La pandemia ha sido uno de ello.

A poco más de un año del primer contagio en México, el brote originado por el Covid-19 ha exigido tanto para las instituciones del Estado, como para la sociedad en general, una capacidad de adaptación y renovación sin precedentes; y las autoridades electorales no han sido la excepción.

Para el caso específico de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES) ha sido una oportunidad para reinventarse. Primero, replanteando sus procedimientos de manera integral a fin de dar cumplimiento a los fines institucionales establecidos en el artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; segundo, para justificar su existencia, la cual ha sido cuestionada de manera recurrente en los últimos años.

Tres de las lecciones más significativas que está dejando esta emergencia sanitaria para los OPLES son: primero, priorizar aquello realmente importante; segundo, reconocer que la vida democrática seguirá su curso en un escenario de pandemia, por lo que más que nunca es necesario generar confianza ciudadana en la incertidumbre; y, por último, asumir que ningún actor podrá hacer frente a esta crisis sin el concurso decidido de la ciudadanía.

En cuanto a la primera enseñanza, las autoridades electorales tienen la oportunidad de reivindicar su relevancia como organismos que realizan funciones prioritarias en un periodo marcado por la categorización de las actividades “esenciales” y “no esenciales”. No solo porque tienen la trascendental encomienda de organizar los procesos electorales en las entidades federativas, sino también por el papel que desempeñan como “escuelas de ciudadanía”, fomentando los valores democráticos y la cultura participativa.

De tal suerte que, mencionar que parte del destino histórico de los estados de la República pende de estas instituciones no es exagerado, ya que de sus procedimientos emanarán las y los representantes populares encargados de encausar las decisiones públicas de su propia entidad, así como de infundir en la ciudadanía el anhelo de ver más allá de los intereses particulares y comprometerse a involucrarse en los asuntos públicos.

La segunda lección tiene que ver con el reconocimiento de que las sociedades democráticas tendrán que convivir con una pandemia, al menos, en el corto y mediano plazo. Ciertamente, esta emergencia sanitaria ha traído como secuelas un clima generalizado de incertidumbre social, acompañado de desánimo, miedo, confusión, escepticismo y desconfianza. Primero con el desconocimiento de la enfermedad, ahora con la disponibilidad y eficacia de la vacuna.

Estas condiciones acentúan aún más el campo de la desconfianza ciudadana, la cual ya se encontraba erosionada desde hace varios años. Diversos estudios han venido alertando de esta situación que subsiste de manera particular en América Latina. El último reporte de Latinobarómetro (2018) ha tildado a la región como la más desconfiada de la tierra, presentando mínimos históricos de confianza interpersonal. Además, señala que los niveles de confianza descienden sin importar la institución o el país (Latinobarómetro, 2018).

Esta situación es sumamente nociva, ya que sin la confianza no puede haber legitimidad en las elecciones. La confianza de la ciudadanía, por tanto, incide directamente en la legitimidad de la democracia al ser la piedra angular que le brinda justificación a las normas, a las prácticas y a las instituciones. En este sentido, Dieter Nohlen (2011) afirma que “la cuestión de la consolidación de la democracia está íntimamente relacionada con la cuestión de su aprobación por parte de la población”.

De cara a las elecciones de 2021, las autoridades electorales enfrentan el gran desafío de generar confianza para que la ciudadanía salga el próximo seis de junio a emitir su voto con la tranquilidad de que no se pondrá su salud en riesgo. La experiencia de los procesos electorales tanto en Coahuila como en Hidalgo, confirmaron que no solo es posible llevar a cabo elecciones seguras aún en contextos de emergencia sanitaria, sino absolutamente necesario. Para ello, las autoridades electorales han replanteado cada una de las actividades del proceso electoral a fin de celebrar elecciones seguras, confiables y técnicamente sólidas.

En Querétaro, por citar la entidad en la que resido, la autoridad electoral ha implementado rigurosamente las medidas sanitarias ordinarias, tales como usar el cubreboca de manera permanente, mantener la sana distancia, utilizar cgel antibacterial, comunicar frecuentemente el estado de posibles casos de contagio, llevar a cabo las sesiones de órganos colegiados en modalidad virtual, realizar pruebas de Covid-19 al funcionariado de manera aleatoria, sanitizar los espacios comunes, separar al funcionariado en diversas oficinas, colocar filtros sanitarios, etc.

Igualmente, se ha contemplado la reconfiguración de actividades específicas de proceso electoral, tales como la incorporación de sistemas en línea que faciliten el reclutamiento y selección de personal de los consejos distritales y municipales o los propios supervisores y capacitadores electorales locales; la realización de debates a la gubernatura con aforos limitados y sin público; la realización de actos protocolarios acatando las medidas de seguridad sanitaria; y la emisión de ordenamientos normativos que regulen el comportamiento de los diversos actores políticos, particularmente durante el periodo de campañas electorales.

Cabe resaltar que los diversos protocolos sanitarios han previsto que las candidaturas eviten que en sus eventos proselitistas asistan personas menores de 12 años, adultas mayores, con enfermedades crónicas o mujeres embarazadas. También, se ha prohibido la interacción en la entrega de propaganda entre una persona a otra.

Para la jornada electoral, se le suman las disposiciones emitidas por el Instituto Nacional Electoral (INE), algunas de las cuales serán las de evitar en las casillas que estén dos personas a la vez emitiendo su sufragio, mantener sana distancia en la fila, usar obligatoriamente cubrebocas y gel antibacterial, colocar mamparas sin cortinas para reducir superficies de contacto, sanitizar las casillas, ampliar la posibilidad de que el electorado lleve marcador o bolígrafo propio, dar prioridad a grupos vulnerables para votar, entre otras.

Todas estas medidas están pensadas para vencer el abstencionismo, que es uno de los principales rivales qué vencer. Con todo, así como está claro que la participación electoral el día de la jornada del 6 de junio será trascendental para que la legitimidad se deposite en las personas que realmente traducen la voluntad popular, también es cierto que el involucramiento de la ciudadanía en la democracia no se puede reducir a este tipo de participación, menos aún en el escenario pospandemia denominado “nueva normalidad”.

Una parte fundamental será la de asumir que ninguna institución, ningún gobierno, ningún líder podrá hacer frente a esta crisis sin la participación activa y propositiva de la sociedad en su conjunto. Quizás, las consecuencias no se hayan manifestado aún de manera radical ni alarmista en México, pero poco a poco la desconfianza y la apatía van sacando a la luz actitudes de egoísmo, intolerancia y polarización.

Por tanto, la participación ciudadana será crucial en el periodo pospandemia, puesto que es absolutamente necesaria la suma de esfuerzos colectivos que ayuden a reconstruir, desde el centro de los valores democráticos, las demás estructuras económicas, políticas, sociales y culturales.

Es aquí donde interactúa la última enseñanza de la pandemia, la multiplicidad de retos para organizar elecciones en tiempos de pandemia excede las competencias y capacidades de la autoridad electoral, por lo que vuelve imperativo que la ciudadanía alimente y nutra la democracia.

La educación cívica y la participación ciudadana son herramientas que permiten la resolución de las problemáticas sociales que afectan a una colectividad. Así, es fácil dilucidar el rol que jugarán los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs) en el fomento de la cultura participativa en la sociedad, ya que directa o indirectamente, será a través de estas instituciones por los que penda la estabilidad política de la sociedad.

Únicamente un comportamiento cívico permitirá superar esta complicada situación. Así lo menciona Milano (2020):

La participación ciudadana tiene un rol decisivo en los días que siguen. Su capacidad de organizarse en tiempo récord detrás de ideales de justicia ahora tiene la oportunidad histórica de demostrar su gran valor agregado organizándose hacia adentro, permaneciendo en el interior de las propias casas cuando así se lo indiquen las autoridades que, como los ciudadanos, desconocen lo que viene y están intentando tomar las mejores decisiones.

Si bien la pandemia ha acentuado la incertidumbre en el contexto político y social; esta situación presenta oportunidades para el crecimiento, el cambio positivo y la innovación en todos los ámbitos y el electoral no es la excepción. Los pasos a seguir están a la vista de todos: generar confianza ciudadana para propiciar la participación de la sociedad en las diversas etapas del proceso electoral, provocando así, el éxito de las elecciones. Consecuentemente, esto llevará a que las y los representantes populares emanen con legitimidad, y posean la gobernabilidad para poner en marcha sus propuestas que derivarán en mejores oportunidades para toda la población.

Al final de cuentas, el desafío histórico de la sociedad en el contexto de pandemia penderá de las actividades que realicen los OPLES en la generación de confianza y en la promoción de la participación; pero sobre todo en los valores que permeen en la sociedad; así como en su compromiso para ejercer su derecho al voto y su derecho a participar activamente en los asuntos públicos.

Recuperado:

Constitución Políticas de los Estados Unidos Mexicanos.

Corporación Latinobarómetro. (2018). Informe Latinobarómetro 2018. Recuperado de: https://www.latinobarometro.org/latNewsShowMore.jsp?evYEAR=2018&evMONTH=-1

Milano, F. (19 de marzo de 2020). Coronavirus. Participación ciudadana como deber cívico histórico. El Universal. Recuperado de: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/flavia-milano/coronavirus-participacion-ciudadana-como-deber-civico-historico

Nohlen, D. (2011). La democracia: instituciones, conceptos y contexto. México. Instituto Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Recuperado de: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/id/3024

Incremento de violencia en México el desempleo
Incremento de violencia en México el desempleo

Por: Nelia Diaz Ortega

México es el hogar de aproximadamente 126.2 millones de personas, es uno de los pocos países del mundo que concentra un gran número de especies animales en su territorio; posee numerosas especies endémicas, contiene más de la mitad del total de ecosistemas que existen en el mundo, se hablan 69 idiomas, cuenta con reservas y recursos naturales privilegiados. Es un país lleno de cultura y tradiciones inigualables, de paisajes increíbles, de construcciones emblemáticas e históricas, tiene una gastronomía exquisita, entre muchas otras cosas, pero, a pesar de ser un lugar mágico, no todo es perfecto; una de las mas grandes problemáticas que asechan al país es la violencia, por si fuera poco, la crisis sanitaria está agravando aún más la situación.

Sin duda alguna lo que más distingue a México de otros países es su gente, el carácter de un mexicano es algo único, tiene un sentido del humor extraordinario, ni hablar cuando se trata de arreglar algo, la creatividad del mexicano es inalcanzable, no se diga de la unión con su familia y sus raíces o del empeño que siempre pone para salir adelante ante cualquier situación. México es un país lleno de hombres trabajadores, que luchan día con día para llevar el pan a su mesa, está lleno de personas con calor que se contagia, de patriotas llenos de orgullo y sentimiento por su nación y su bandera, sin embargo, México también es un país dolido, cansado de tanta injusticia y corrupción, harto de los constantes asesinatos y secuestros que se viven día con día, de estudiantes desaparecidos y madres golpeadas, de robos y asaltos, de prensa vendida y gobierno impune.

A través del tiempo México ha sido un país violento, como nación se ha visto envuelta en una gran cantidad de conflictos, como La Guerra Anglo-Española, La Independencia de México, La Guerra de los Pasteles, La Guerra de Estados Unidos o La Intervención Francesa, por mencionar algunas con otros países, pero particularmente, también nos hemos tropezado con lamentables hechos como la Revolución mexicana, la muerte de Colosio, la matanza de Tlatelolco, los 43 de Ayotzinapa, entre otros. Todo esto ha quedado plasmado en los libros, pero hoy México está escribiendo otra historia, hoy se viven por día (solo en la Ciudad de México) 48 asesinato dolosos, 3 feminicidios, 248 robos, 51 mujeres agredidas sexualmente y otros tantos que no restan importancia. Los cuales en algunas regiones y por algunos ciudadanos, son consideradas como algo común, como si esto fuera parte de la realidad y no se pudiera evitar. “La huella que ha dejado la violencia a lo largo de la historia no puede obviarse y menos aún en los espacios donde vivimos cotidianamente” (García González, 2014, p.106).

Para entender el problema desde la raíz, mencionaremos algunos de los hechos considerados como precursores de violencia en México, entre los cuales se encuentran: la corrupción, crimen organizado, autodefensa, actores estatales, la desigualdad, el desempleo, falta de oportunidad a jóvenes, ineficacia de autoridades, impunidad, tráfico de armas y narcomenudeo. Aun que son varias las causas y los tipos de violencia que se presentan, como se mencionó anteriormente, se analizara principalmente las consecuencias directas que el desempleo genera y como estas estan siendo agravadas, considerando que en los últimos meses se registra un mayor índice de desempleo debido a la pandemia del COVID-19, el cual también ha llegado a los mercados de valores y economías de todo el mundo, siendo gravemente afectadas y por desgracia, México no ha salido exento de repercusiones.

A principios del año en curso, en México la tasa de desocupación se aproximó al 3.7% de la población económicamente activa. Otra de las problemáticas es que la mayoría del mercado laboral mexicano no es estable, durante el tercer mes del año se registró que el 57.11% de los trabajadores son informales. Además, las cifras indican que 20 de cada 100 trabajadores se encuentran laborando de manera vulnerable, ya sea porque tienen jornadas laborales muy cortas o ingresos inferiores a los establecidos en el esquema de salarios mínimos.

La Secretaria de Hacienda decreto el 6 de mayo del presente año que, debido al confinamiento y al bajo flujo de personas para evitar contagios, se han perdido aproximadamente 667,000 empleos. Se puede observar la gráfica 1 en donde se muestra la pérdida de empleo registrada en abril del año 1994 a 2020.

Las empresas han disminuido la producción, los consumidores se limitan a comprar solo productos esenciales como consecuencia de la misma crisis, el turismo ha reducido significativamente. Estos sucesos no solo afectan individualmente a la población, sino que también afectan la economía de todo el país porque existe una reducción de la principal fuente de ingresos de la federación, como se muestra en la tabla 1.

La mala noticia y lo que se trata de exponer, es que cuando una persona no encuentra empleo, empieza a ubicarse en actividades ilícitas que le permitan obtener ingresos de forma fácil y rápida. Según un estudio realizado por Forbes, el desempleo es una de las razones más directamente relacionado con el robo y algunos delitos catalogados como menores. Y mientras que en todo el mundo la cifra de delitos ha disminuido debido al confinamiento, ya que se piensa que, entre menos personas en las calles, menos transporte y menos comercios abiertos, habrá menos oportunidades para delinquir, en México han aumentado y se estima que cuando se vuelva a la realidad, aumentara todavía más.

En el fondo de los problemas sociales que actualmente estamos observando, existen regímenes dictatoriales, fuertes desigualdades sociales y evidentemente un enorme desempleo. Además de que, si las empresas notan que logran operar eficientemente con poco personal, tal vez una gran cantidad de empleados no logren recuperar su empleo después de la pandemia. Sin lugar a dudas, el gran reto es restituir las plazas de trabajo perdidas y generar mejores condiciones de vida para la población. De no atenderse de inmediato este problema, se seguirán presentando brotes de violencia e inestabilidad, porque ante esta situación, el mexicano, desesperado, ha dejado de pensar y actuar como mexicano.

Comienza a buscar una solución; esto debido a que el gobierno no le da una, o también porque en muchos casos es probable que no haya tenido la educación suficiente, y por ende tampoco oportunidades que lo ayuden a salir de la problemática.

Por otro lado, el confinamiento también ha afectado directamente a cierto sector de la población incrementando la violencia doméstica, en abril se presentaron más de 20,000 llamadas al 911 en todo el país por esta causa, haciendo que muchas mujeres se encuentren en peligro y situaciones de vulnerabilidad en el lugar donde se supone más seguras deberían estar.
La respuesta al incremento de la violencia se ha complicado más que en situaciones normales, ya que las organizaciones encargadas de dar respuesta y actuar contra los abusos están desempeñando otras tareas, que supone el mismo combate de la pandemia. El gobierno envió a policías locales, a la Guardia Nacional y al ejército a vigilar y hacer cumplir las medidas de confinamiento. Sin embargo, el coronavirus no es la mayor causa de muerte en México, la ola de violencia ha provocado casi 10 veces más muertos que el COVID-19.

El primer paso hacia un país más fuerte es la formulación de una visión compartida y un entendimiento común sobre el país y sobre los esfuerzos de recuperación. “La antropología filosófica, y en particular la tomista, ha insistido sobre la unicidad del acto existencial y de la forma substancial en el individuo humano” (Sgreccia, 1997, p. 407).

México ha demostrado ser un país resiliente, que sabe y logra salir adelante sin importar las circunstancias. Sigamos ese modelo y a la vez tratemos de ser más solidarios con los demás y ayudar a los que menos tienen, ya que el 43.8% de la población vive en pobreza, mientras dos terceras partes de la riqueza del país está concentrada solo en el 10% de los habitantes. “La solidaridad es una verdadera y propia virtud moral, no un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común” (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005, p. 12). Considerando como bien común la suma de los bienes de todo el cuerpo social, no la de cada sujeto en particular. Con una finalidad colectiva e indivisible que solo juntos es posible alcanzar. Es el deber de cada integrante de la sociedad, según las propias capacidades y posibilidades apoyar este movimiento y también tratar de reactivar la economía.

Para así, lograr superar o disminuir el porcentaje de desempleo y con ayuda de los valores, las virtudes y la educación, de la mano, resolver una de las más grandes problemáticas del país como lo es la violencia. “Buscar la paz implica tener confianza en el ser humano, por lo cual, las normas éticas no pueden escapar del testimonio de la realidad” (García González, 2014, p.111). Esa certeza de que las cosas podrían ser de otra manera puede no ser una realidad muy lejana. Pero el cambio está en cada ciudadano, aplicando también la postura filosófica utilitarista, la cual nos dice que “la elección moral debe ser basada en la obtención del mayor bienestar factible, de apoyar las preferencias y de minimizar los sufrimientos, para el mayor número de individuos” (Tarasco, 2009, p. 9).

México puede cambiar el final de esta historia, ha comprobado anteriormente que unido es imparable. En el 2017 se demostró sin lugar a duda, la forma en que la gente participó y tomó la iniciativa, ayudando a salvar muchas vidas y evitando nuevas tragedias fue única. La resiliencia nos llama a aprender de estos y los nuevos retos para enfrentarlos cada vez de mejor manera. Para ello, resulta de enorme valor la conciencia de cada mexicano. El término vida humana se entiende en sus expresiones corporales, psicológicas y espirituales, y ciertamente se debe

atribuir el deber del respeto a todas estas dimensiones, en otras palabras, debemos respetar nuestro país y a cada ciudadano. La suma de sus esfuerzos en cada barrio, escuela y comunidad es indispensable para seguir avanzando en este camino como país. El compromiso de la comunidad y la inclusión de los grupos vulnerables son clave para construir una conciencia y un plan de gestión ante cualquier circunstancia de crisis. Pero, para lograr una sociedad resiliente, debemos considerar el pasado, entender su historia y tomar en cuenta los escenarios futuros derivados de la transformación social. “Se trata, pues, de rescatar y hacer visibles estos procesos para impulsar una nueva forma de enfrentar la realidad, sin los prejuicios arraigados que cancelan las posibilidades en torno a la paz. Con ello, si queremos la paz preparémonos para ella, escuchémosla, evitemos ser sordos ante sus lamentaciones” (Erasmo, 2000, p. 392).

CONCLUSIÓN

México sin duda alguna, se enfrenta a un gran desafío en la búsqueda de la disminución de la violencia y el desempleo, que como se expuso anteriormente son una problemática que viene asechándolo desde hace tiempo, pero ahora toca evitar que se expanda. Como país, México se ha doblado muchas veces, pero nunca se ha partido. No importa el color del gobierno o sus propuestas, la bandera es la misma y lo único que ha hecho que México siempre logre salir adelante es el sudor de cada mexicano y el empuje de sus corazones. Voltear hacia enfrente y sentir la unión y poder que ser mexicano significa, llena de grandeza, de orgullo y eso es lo que realmente define a México, no las cifras, ni sus problemas, ni el gobierno, ni el virus.

La imaginación para la paz no es ilusoria y trata de desenmascarar la falsa realidad al proyectar situaciones superiores y mejores. Justo así se construyen modelos de sociedad proyectadas, sugiriendo modelos de sociedades no violentas, sociedades pacíficas que censuran y reprueban a la sociedad beligerante presente. Es una mirada ética sobre el mundo que imprime la convicción de posibilidades mejores. Aun en los cielos más sombríos, el horizonte que aparece e impulsa para seguir adelante es aquel que irrumpe en la realidad y procede con una imaginación creadora continua, ante las lógicas belicistas. La superación y trascendencia de los conflictos y situaciones de violencia permiten lograr la paz. La violencia, en general, va mermando la capacidad de transformación de los conflictos debido a que “vuelve pesimista a la gente” (Galtung, 1998, p. 112). De ahí que reconstruir las heridas y los efectos de la violencia,

reconciliarnos con el mundo, restañarlo y resarcirlo imaginativamente permite construir una sociedad menos violenta y ratificará la posibilidad de hacer las paces (García González, 2014, p.121).

¿Qué tanto nos ayudamos los mexicanos?
¿Qué tanto nos ayudamos los mexicanos?

Siempre he pensado y he tratado de vivir con la convicción de que ayudar a los demás no es un mérito sino una responsabilidad.   Hemos nacido en un país maravilloso:  con grandes bellezas y oportunidades, pero también con una gran desigualdad social, ante la cual no podemos cerrar los ojos y menos dejar de hacer algo.

¿Qué tanto nos ayudamos los mexicanos unos a otros?, ¿qué tanta conciencia tenemos de la responsabilidad social hacia aquellos que tienen menos que nosotros? .   No me cabe la menor duda de que cuando se han presentado enormes desastres naturales: temblores, inundaciones, huracanes,  la ayuda incondicional de los mexicanos surge de inmediato.

Sin embargo, en el día a día, ¿qué tan solidarios somos?, ¿qué tanto de nuestro tiempo, dinero y esfuerzo se destina a los más necesitados?

Para muestra haré referencia a una investigación realizada en nuestro país y publicada en el libro México solidario,   la cual cuantificó el número de voluntarios, personas solidarias y las horas que trabajan;  así como las características y motivaciones principales que llevan a esos hombres y mujeres a apoyar a otros, participando ya sea en organizaciones de la sociedad civil o bien en forma individual.

En México se cree que quienes aportan más trabajo voluntario son personas de ingresos medios y altos con una situación relativamente holgada.   Esto fue desmentido en el estudio, ya que las personas de los diferentes sectores del país colaboran por igual en acciones solidarias, independientemente de su capacidad económica;  asimismo, los de menor escolaridad aportan más tiempo y esfuerzo que los que tienen más estudios.

Las acciones solidarias que prefieren los mexicanos son a favor de la iglesia, la escuela y los vecinos;  ofreciendo en primer lugar trabajo físico, seguido por actividades de enseñanza y al final recolección de fondos.    Quienes pertenecen a un credo religioso se inclinan un poco más a la realización de acciones solidarias.

Es interesante saber que este tipo de actividades se efectúan mayormente fuera de las instituciones o grupos organizados;  es decir, la mayoría de la ayuda hacia los demás es de forma individual o en grupos informales.

Ahora bien,  el tiempo dedicado al trabajo voluntario varía de persona a persona.   Existen los llamados voluntarios intensos que se calcula es el 8% de los mexicanos, trabajan todos los días en este tipo de actividades dedicando aproximadamente la mitad de su tiempo a ayudar a otros.

Los voluntarios típicos que tienen una dedicación constante a las actividades solidarias, que va de dos o tres veces por semana a una vez cada quince días, que representa un 9% de su tiempo.

Por último, el tercer perfil de los actores solidarios corresponde a aquellos a los que se nombra infrecuentes o esporádicos, que dedican a estas labores desde una vez por mes a varias veces al año.   Aproximadamente 1.7 días laborales anuales.

En resumen, el promedio de días por mexicano que se dedica a realizar alguna actividad filantrópica es de 27 al año, que también es lo equivalente a 2.2 días por mes, y si extendemos esa cantidad al 40% de toda la población mexicana mayor de 18 años, tendríamos que aproximadamente 23 millones de personas estarían aportando cada una un promedio de 2.2 días labores por mes.

¿Es suficiente?   En lo personal me parece que el tiempo por mexicano en apoyo de otros es muy poco, partiendo de la base de los 112 millones de mexicanos que somos.     Como mencioné al principio, no es mérito ayudar a otros para ponernos una palomita y calmar nuestra conciencia, es toda una responsabilidad social hacia aquellas personas que no hicieron nada diferente a nosotras, y que sin embargo tienen menos que el resto.

La actividad y el trabajo voluntario tienen implicaciones profundas para la sociedad mexicana.   Favorece la construcción de lazos de amistad, conocimiento de otras personas y situaciones, la experiencia de la generosidad y la reciprocidad, la adquisición de nuevas habilidades, experiencias de trabajo, además de la satisfacción personal y el gusto de percibido tanto en lo individual como en lo grupal.

¿Cómo ayudar entonces?   Con las cualidades, tiempo y circunstancias que tengas en este momento.  Los campos son muchos:  niños, ancianos, discapacitados, enfermos, personas solas, adicciones y otras, que necesitan de un poco de tu tiempo, de tu cariño, de tu compañía.  La ayuda no solo es asunto de dinero.

Te invito a reflexionar:   si en vez de ser 23 millones de mexicanos lo que ayudan a los demás, logramos ser el doble o hasta el triple,  definitivamente México cambiaría y sería mejor.  Pongamos un granito de arena cada uno, ya que los más beneficiados al darnos a los demás seremos nosotros mismos.

Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com.   Facebook:  Lucia Legorreta

La desigualdad social de las mujeres en México
La desigualdad social de las mujeres en México

Se debe mencionar que la desigualdad social no se ha erradicado en México ni mucho menos la pobreza, ya que esto a pesar de que sea una estrategia de desarrollo, aún se lucha en contra de esta debido a que las malas políticas públicas, la corrupción, el desvío de recursos, entre otros factores, han contribuido a que cada vez más a que esta sea imposible de erradicar, sin embargo debemos mencionar que este trabajo no pretende tocar de grosso modo la desigualdad social de la población de México en general, ya que pretende plantear en específico la desigualdad social que vive la mujer en todos los aspectos en México.

Es así, que a pesar de que la mujer ha luchado al paso de los años para que sus derechos sean los mismos que los del hombre, para que perciban la misma retribución económica cuando se tiene el mismo puesto de trabajo que un hombre o para que puedan ser titular de aquellos cargos políticos y gubernamentales entre otras cosas, aún es imposible que la mujer se tratada de la misma manera, ya que incluso es víctima de violencia, la cual se ha desato en los últimos años y sobre todo en los últimos meses.

La igualdad no es una exigencia, ni se debe de ver como un derecho o como una consecuencia, sino que esta es intrínseca al hombre, porque el hombre es persona, es igual por esencia, es un ser racional, con dignidad humana y con el mismo potencial, por lo que entonces, los hombres y las mujeres deben gozar de los mismos derechos y deben ser respetados de la misma forma, sin embargo, esta idea fundamental que se toma del pensamiento filosófico, aún no ha sido completamente respetada ni mucho menos practicada.

El concepto de persona es un concepto que se está perdiendo ya que un gran número de mujeres se ven inmiscuidas en situaciones de violencia por lo que es importante retomar este concepto desde diversos puntos entendiendo si la dignidad de las mujeres se está viendo afectada en muchos ámbitos, los cuales van desde el familiar hasta el laboral.

Es de esta manera, que las condiciones y el acceso a las oportunidades hacen gran diferencia entre las mujeres que las tienen y quienes no, por lo que son más susceptibles

de violaciones a sus derechos aquellas que se encuentran en una desigualdad social ya que desde este punto no pueden acceder a la educaron o a otras oportunidades fundamentales. Es por esto que los aspectos psicológicos, culturales y sociales también son diferentes ya que una mujer de un nivel socioeconómico bajo posiblemente presente autoestima baja, abandono de estudios lo que se reflejara en pocos ingresos, conductas de riesgo como los embarazos adolescentes, menores servicios de salud etc., en comparación con aquellas que tienen un nivel socioeconómico más alto y que por ende sus derechos se ven mucho menos afectados.

La persona y la dignidad humana

 Se sabe de la importancia de la persona, ya que para empezar desde el punto de vista jurídico se es persona y se tienen derechos desde el momento de la concepción, por lo que además, las personas se distinguen porque tienen ciertas características que las diferencian de los demás seres vivos ya que estas tiene notas que la definen como lo es la intimidad, la manifestación y el diálogo, por lo que son características intrínsecas que sin importar el género se tienen.

De esta manera tanto los hombres como las mujeres gozan de la misma dignidad humana, la cual aunque muchas veces aparece como un conjunto de condiciones materiales de vida que permiten una calidad de existencia propia del hombre y otras esta se puede tomar para sentirse ofendido, sin embargo también es aquella condición que le permite al hombre tener esos derechos humanos que se les reconocen por los diversos instrumentos internacionales o nacionales y que no se pueden afectar bajo ninguna condición.

En algunos países la dignidad humana es un principio que se establece en sus declaraciones políticas y en sus constituciones, en este sentido Alemania fue el primer país que la incorporo en su constitución y actualmente el ordenamiento mexicano la contempla en la Constitución General para todas las personas, por lo que es menester mencionar que la dignidad humana se debe ver también como un principio de derecho público porque en la medida en la que los derechos humanos son verdaderos, protegen a los bienes de la persona y a la persona misma quien debe ser más protegida que los bienes 1.

El rol de la mujer y los aspectos sociales, económicos, psicológicos y culturales

Actualmente en México el papel de la mujer ha cobrado gran importancia ya que es más común ver a las mujeres representando un factor económico importante debido a las actividades que realizan, sin embargo, esta situación cambia dependiendo del nivel socioeconómico al que la mujer pertenezca. Si una mujer tiene mayores ingresos se debe a que la actividad que realiza requiere de mayor especialización por lo que debió de haber obtenido un grado escolar profesional lo que le facilita sus condiciones sociales ya que es más fácil que esta tenga una familia integra, mayor autoestima, menores conductas de riesgo, comunicación con sus seres queridos, ingresos que le alcancen para las necesidades básicas por lo menos, así como un mayor acceso a las oportunidades. Sin embargo, bajo esta idea nos encontramos bajo una desigualdad social, debido a que si las mujeres no tienen las mismas oportunidades que otras, entonces se esta bajo un factor de desigualdad económico, el cual si bien es cierto no es un factor de desigualdad de género, si es un factor que lo potencializa.

Por otro lado tenemos a la mujer con un nivel socioeconómico bajo que probablemente tiene una familia más inestable así como en su relación de pareja, tiene menores ingresos, autoestima baja, menor grado de escolaridad, no cubre sus necesidades básicas y tiene un menor acceso a las oportunidades, por lo que en ese ejemplo nos encontraríamos en una desigualdad social respecto de otras mujeres y en una desigualdad de género, ya que son las mujeres con este perfil, las que en su mayoría sufren de violencia familiar.

En esta comparación es claro que la mujer que tiene menos recursos es más propensa a que sus derechos se violen y a que no sea tratada como debe ser ya que tiene dignidad igual que cualquier otra por el simple hecho de ser persona, aunque esto no significa que las mujeres con más recursos sean inmunes a la violencia, en consecuencia, la mujer en México no sólo sufre de desigualdad de género sino que también sufre de desigual social, la cual muchas veces se puede prevenir y el gobierno prefiere no intervenir.

La violencia y sus generalidades hacia la mujer mexicana

México ha hecho avances importantes en la normatividad para el cumplimiento de los derechos humanos y sobre la violencia contra la mujer, la cual no se ha erradicado. Es por esta razón que tampoco se puede hablar de los derechos humanos como exclusivos

para la mujer porque se estaría contradiciendo en carácter de universal de los Derechos Humanos, sin embargo, existe la necesidad de establecer derechos, normas e instancias internacionales y nacionales para proteger y garantizar los derechos de las mujeres por las violaciones a la dignidad humana que ellas presentan las calecen gran medida se debe a los aspectos culturales y sociales

Es de esta manera que realmente se confirma entonces que la discriminación y la exclusión hacia la mujer son prácticas que no permiten el ejercicio pleno de las mujeres especialmente en las zonas rurales e indígenas, aunque las mujeres de niveles socioeconómicos más altos lo sufren en la diferencia de salarios, hostigamiento y/o acoso laboral, o incluso llegan a sufrir de violencia por parte de su pareja.

Se dice que una parte de las mujeres que son víctimas de la violencia están relacionadas con el estado de alcoholización de su agresor lo que pudiera ser un factor para que esta exista pero que no la determina porque un agresor ejerce violencia sin tener alcohol en el cuerpo, es así que mencionaremos también que las manifestaciones de enojo, los celos, etc., pueden coexistir o no con la violencia

¿Cómo concienciar a la población sobre la violencia hacia la mujer y sobre la desigualdad social en la que esta se encuentra?

Se debe señalar que el maltrato puede ser emocional, físico, psicológico y/o sexual. Es importante crear programas que informen y que promuevan la igualdad y la equidad de género para que las generaciones más pequeñas puedan reconocer a un agresor y cuando a se les están violentando sus derechos. Asimismo, la comunicación con la familia resulta un factor determinante con la ayuda de la educación que se recibe en la escuela y en la familia por lo que las políticas públicas deben ser a largo plazo y firmes, que ayuden a los niños y a los jóvenes a detectar conductas violentas y que no permitan ellos vivir situaciones así 4.

Asimismo, se deben implementar programas dirigidos hacia las mujeres que les garanticen sus derechos y su acceso a ellos por parte del Estado, ya que resulta realmente inadecuado y discriminatorio que no todas las mujeres sean y tengan las mismas oportunidades, debido a que entre menos las obtengan, más puertas se les cierran y más sufren respecto a la desigualdad social y de género en este país.

Debemos atender a varias conclusiones, la primera de ella es aquella que se refiera al concepto de persona, ya que este se está perdiendo debido a que si se tomara en cuenta sabríamos que tanto el hombre como la mujer son personas y tienen dignidad humana, lo cual parece que se desconoce o que realmente no es así porque México sigue teniendo tintes machistas que no lo dejan avanzar, ni progresar respecto a estos temas sociales, por lo que entonces estamos ante una inminente problemática social que tiene que frenar.

La dignidad es un valor intrínseco a todos por lo que esta no se debe de ver violentada con otros actos que afecten a la mujer, vulneren sus derechos humanos o la dejen en estado de desigualdad. Es por esta razón que se debe de concientizar a la población desde la temprana edad para que se pueda erradicar la violencia de género en nuestro país, por lo que el gobierno debe de tomar un papel activo en el que impulse campañas en los niveles de educación básicos, además de elaborar programas sectoriales que tengan como objetivo promover la igualdad de género y ayudar a que las desigualdades sociales se erradiquen, haciéndolo de manera local y federal en coordinación con todos los niveles de gobierno.

Es así como también debemos ser conscientes que la desigualdad de la mujer no sólo es una desigualdad de género, sino que también se trata de una desigualdad social debido a que dentro de las mismas mujeres existen miles de diferencias y de variables que hacen que sus vidas sean más o menos apegadas a derecho, por lo que se debe de tomar una solución también en ese sentido que ayude a las más necesitadas.

Finalmente, debemos conocer todos los actos que engloban la violencia hacia la mujer, entendiendo que la violencia se presenta en todos los ámbitos socioeconómicos (en unos más que otros y de diferente manera) y que ninguna mujer está exenta de ella ya que no solo se basa en la condición económica sino también en los ámbitos sociales, psicológicos y culturales.

Autor: Diana Chahin Sesin

No hacer nada, Es estar de acuerdo
No hacer nada, Es estar de acuerdo

He reflexionado mucho sobre el tema de la violencia hacia las mujeres, y la iniciativa de empresas, organizaciones de la sociedad civil, hombres y mujeres: un día sin nosotras.

Estoy convencida de que la violencia hacia las mujeres debe terminar cuanto antes. Según datos del INEGI durante el segundo semestre del año pasado el 27.2 de las mujeres de 18 años y más que viven en zonas urbanas fue víctima de al menos un tipo de acoso personal y/o violencia sexual en lugares públicos. ¡Más de la cuarta parte de las mujeres!

Esto se refiere a situaciones tales como: le dijeron piropos groseros u ofensivos de tipo sexual o sobre su cuerpo que a usted le molestaron u ofendieron; alguien intentó obligarle o forzarle usando la fuerza física, engaños o chantajes a tener relaciones sexuales sin su consentimiento, o en contra de su voluntad; le ofrecieron dinero, regalos u otro tipo de bienes a cambio de algún intercambio de tipo sexual; le enviaron mensajes o publicaron comentarios sobre usted, insinuaciones sexuales, insultos u ofensas sexuales, a través del celular, correo electrónico o redes sociales, entre otras muchas.

Lugar público se refiere a la calle, transporte público, parque, lugar recreativo (cine, antro, etc.), o en otro lugar público como iglesia, centro comercial, mercado o plaza pública.

Tristemente los números suben considerablemente si nos vamos al ámbito de los matrimonios o uniones libres: 47 de cada 100 mujeres de 15 años o más que viven con su pareja sufren algún tipo de violencia: física, psicológica, económica o sexual. Únicamente un 19.1% de estas mujeres se atreve a denunciar.

Esto nos tiene que llevar a reflexionar sobre los diversos patrones sociales y culturales que durante años hemos aceptado como normales en nuestro país.

La dinámica familiar ha cambiado. Hace solo unas décadas el hombre era el proveedor económico de la familia, y la mujer quien educaba a los hijos y cuidaba del hogar. Actualmente, la mayoría de los hogares mexicanos dependen de dos salarios: papá y mamá.

Sin embargo, si analizamos la economía formal, encontramos que la participación laboral femenina es muy baja. Entre los 36 países miembros de la OCDE, México es el segundo con menos participación de la mujer en el ámbito laboral, solo superado por Turquía. Esto fomenta que las mujeres dependan económicamente de sus padres o parejas, condición que las mantiene vulnerables a una situación de abuso.

Sé que no es fácil cambiar esto de un día para otro. Me parecieron muy acertadas las sugerencias publicadas por Jorge Suárez-Vélez en su artículo del periódico Reforma: cambiar la unidad de fiscalización de familia a individuo, para evitar que se eleve la tasa marginal de impuesto cuando la mujer trabaja; incrementar el acceso a guarderías y estancias infantiles, mejorar su calidad, subsidiarlas y hacer deducible su costo; hacer extensivo el pago de semanas de maternidad a hombres, y obligar a que la tomen.

Promover que mujeres estudien carreras técnicas y de ciencia; fomentar la permanencia de las mujeres en las empresas, para que puedan realizar carreras gratificantes, ofreciendo flexibilidad de horarios y condiciones que permitan trabajar desde casa. Incluir a mujeres en puestos directivos y en consejos de administración, así como ofrecer el pago de remuneraciones iguales para ambos.

Estoy convencida de que un cambio de conducta es trabajo de todos, hombres y mujeres. Terminar con el abuso y la violencia hacia la mujer es obligación de todos nosotros.

Hombres y mujeres tenemos la misma dignidad como personas, somos dos caras de la misma moneda.

Debemos respetarnos unos a otros, para convivir como iguales y tener una sociedad sana y fuerte.

¡Unámonos para lograr un México mejor!

Autor: Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta

Trata de personas en México
Trata de personas en México

De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la trata de personas se presenta cuando una persona promueve, facilita, consigue, traslada, entrega o recibe, para sí o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia física o moral, el engaño o el abuso de poder, para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpación de un órgano, tejido o sus componentes.

La trata de personas comenzó a reconocerse a finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX, lo cual era denominado “trata de blancas”, ya que se trataba de la movilidad y el comercio de mujeres blancas, europeas y americanas, con el objeto de explotarlas sexualmente.

Conforme a la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de las Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD), México es un país de origen, tránsito y destino de la trata de personas.

El objeto de la trata de personas es la explotación de la persona, ya sea sexual o laboral y el origen de esta problemática en nuestro país es la impunidad y la corrupción, así como la delincuencia organizada.

México ha adoptado y ratificado diversos Tratados Internacionales con el objetivo de combatir la trata de personas, la esclavitud, trabajos forzosos, la defensa a derechos de la infancia y el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.

El más relevante de todos ellos es el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, complementado por la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.

Fue hasta el año 2007 cuando se reformó el Código Penal Federal y se tipificó (se consideró como delito) por primera vez la trata de personas en el ámbito Federal.

Según lo establecido en la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas en su artículo 5°, quien comete el delito de trata de personas es aquella persona que promueva, solicite, ofrezca, facilite, consiga, traslade, entregue o reciba, para sí o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia física o moral, engaño o el abuso de poder para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpación de un órgano, tejido o sus componentes y según el artículo 6°, la pena de este delito es de seis a doce años de prisión, de nueve a dieciocho años de prisión si la víctima es menor de dieciocho años de edad o si no tiene capacidad para comprender el hecho o para resistirlo.

Entre el 2012 y el 2017, en México se registraron 5,245 víctimas de trata de personas, aunque oficialmente solo se reconocieron 790. Esto significa que es una situación grave y que se da con gran frecuencia en nuestro país; se ha logrado identificar este delito en diversas situaciones, sin embargo, no en su totalidad.

El Gobierno de México debe de hacer algo más para poder erradicar esta problemática. Jamás podrá eliminarse del todo, pero el hecho de que no se reconozcan ni si quiera la mitad de los casos de trata de personas, es realmente preocupante y alarmante.

Sin embargo, la prevención de la Trata de Personas no corresponde únicamente al Gobierno, también es de suma importancia hacer conciencia sobre lo expuestos que estamos todos, ya sean mujeres, hombres o niños. Todas las personas deberían saber que es una situación que a cualquiera le podría suceder, que deben de tomar precauciones y estar alertas.

Autor: Karen López de la Fuente

Sismos y…amor a la vida
Sismos y…amor a la vida

Doña María Altagracia, es una mujer de 107 años que vive en una comunidad del Estado de Chiapas a la que entrevistaron por la televisión debido a los sismos que han ocurrido en nuestro país. Aun en su silla de ruedas, hablaba de su andadera, que no tenía en ese momento a la mano. A pesar de su edad y de su condición de salud, muy buena, la señora se veía alegre, alegre por su amor a la vida.

También hemos podido ser testigos de los enormes esfuerzos que se están haciendo para salvar una vida, una sola vida de entre los escombros de edificios dañados. Autoridades y sobre todo la sociedad civil concuerdan en hacer lo posible por rescatar a esas personas sin importar tiempo, esfuerzo o recursos.

En lo personal, he tenido la oportunidad de colaborar en los últimos días en un Centro de Acopio. Cadenas de cientos de personas que durante horas y horas recogen y cargan víveres, medicinas, ropa para enviar a las comunidades más necesitadas. Salvar vidas el objetivo, la meta, la ilusión y esperanza de cada uno de ellos.

También y hay que decirlo, se han presentado abusos y rapiña. Sorprendentemente a los pocos minutos del sismo del día 19 de septiembre, delincuentes asaltaban a transeúntes y automovilistas aprovechando la situación caótica en las calles.

La naturaleza con todo su poder y la condición humana herida por el mal. No obstante, la mayoría, casi todos los mexicanos unidos, solidarios y activos…luchando por la vida.

Nuestro país ha sido lastimado gravemente en estos días, los daños son muchos y recuperarnos será un proceso de mucho tiempo. La solidaridad y subsidiaridad deben ser un ejercicio de largo plazo, más allá de los primeros momentos.

Sin embargo, México demuestra que ama a la vida. Ama a la vida humana. La de Doña María Altagracia y la de los niños y personas que han sido rescatadas. México se duele de los pequeños que murieron en un colegio de la Ciudad de México.

Los mexicanos, tenemos un alto valor Bioético, los mexicanos valoramos la vida. Toca ahora levantar la mano de la misma forma, con el misma generosidad y entrega por los miles de niños que mueren, victimas del aborto.

Ojalá que este momento de prueba, sirva para aclarar la conciencia de todos.

Ya nos veremos queridos lectores la próxima semana, con un nuevo tema y una nueva reflexión.

MBPP