Twitter response:

Incremento de violencia en México el desempleo

Por: Nelia Diaz Ortega

México es el hogar de aproximadamente 126.2 millones de personas, es uno de los pocos países del mundo que concentra un gran número de especies animales en su territorio; posee numerosas especies endémicas, contiene más de la mitad del total de ecosistemas que existen en el mundo, se hablan 69 idiomas, cuenta con reservas y recursos naturales privilegiados. Es un país lleno de cultura y tradiciones inigualables, de paisajes increíbles, de construcciones emblemáticas e históricas, tiene una gastronomía exquisita, entre muchas otras cosas, pero, a pesar de ser un lugar mágico, no todo es perfecto; una de las mas grandes problemáticas que asechan al país es la violencia, por si fuera poco, la crisis sanitaria está agravando aún más la situación.

Sin duda alguna lo que más distingue a México de otros países es su gente, el carácter de un mexicano es algo único, tiene un sentido del humor extraordinario, ni hablar cuando se trata de arreglar algo, la creatividad del mexicano es inalcanzable, no se diga de la unión con su familia y sus raíces o del empeño que siempre pone para salir adelante ante cualquier situación. México es un país lleno de hombres trabajadores, que luchan día con día para llevar el pan a su mesa, está lleno de personas con calor que se contagia, de patriotas llenos de orgullo y sentimiento por su nación y su bandera, sin embargo, México también es un país dolido, cansado de tanta injusticia y corrupción, harto de los constantes asesinatos y secuestros que se viven día con día, de estudiantes desaparecidos y madres golpeadas, de robos y asaltos, de prensa vendida y gobierno impune.

A través del tiempo México ha sido un país violento, como nación se ha visto envuelta en una gran cantidad de conflictos, como La Guerra Anglo-Española, La Independencia de México, La Guerra de los Pasteles, La Guerra de Estados Unidos o La Intervención Francesa, por mencionar algunas con otros países, pero particularmente, también nos hemos tropezado con lamentables hechos como la Revolución mexicana, la muerte de Colosio, la matanza de Tlatelolco, los 43 de Ayotzinapa, entre otros. Todo esto ha quedado plasmado en los libros, pero hoy México está escribiendo otra historia, hoy se viven por día (solo en la Ciudad de México) 48 asesinato dolosos, 3 feminicidios, 248 robos, 51 mujeres agredidas sexualmente y otros tantos que no restan importancia. Los cuales en algunas regiones y por algunos ciudadanos, son consideradas como algo común, como si esto fuera parte de la realidad y no se pudiera evitar. “La huella que ha dejado la violencia a lo largo de la historia no puede obviarse y menos aún en los espacios donde vivimos cotidianamente” (García González, 2014, p.106).

Para entender el problema desde la raíz, mencionaremos algunos de los hechos considerados como precursores de violencia en México, entre los cuales se encuentran: la corrupción, crimen organizado, autodefensa, actores estatales, la desigualdad, el desempleo, falta de oportunidad a jóvenes, ineficacia de autoridades, impunidad, tráfico de armas y narcomenudeo. Aun que son varias las causas y los tipos de violencia que se presentan, como se mencionó anteriormente, se analizara principalmente las consecuencias directas que el desempleo genera y como estas estan siendo agravadas, considerando que en los últimos meses se registra un mayor índice de desempleo debido a la pandemia del COVID-19, el cual también ha llegado a los mercados de valores y economías de todo el mundo, siendo gravemente afectadas y por desgracia, México no ha salido exento de repercusiones.

A principios del año en curso, en México la tasa de desocupación se aproximó al 3.7% de la población económicamente activa. Otra de las problemáticas es que la mayoría del mercado laboral mexicano no es estable, durante el tercer mes del año se registró que el 57.11% de los trabajadores son informales. Además, las cifras indican que 20 de cada 100 trabajadores se encuentran laborando de manera vulnerable, ya sea porque tienen jornadas laborales muy cortas o ingresos inferiores a los establecidos en el esquema de salarios mínimos.

La Secretaria de Hacienda decreto el 6 de mayo del presente año que, debido al confinamiento y al bajo flujo de personas para evitar contagios, se han perdido aproximadamente 667,000 empleos. Se puede observar la gráfica 1 en donde se muestra la pérdida de empleo registrada en abril del año 1994 a 2020.

Las empresas han disminuido la producción, los consumidores se limitan a comprar solo productos esenciales como consecuencia de la misma crisis, el turismo ha reducido significativamente. Estos sucesos no solo afectan individualmente a la población, sino que también afectan la economía de todo el país porque existe una reducción de la principal fuente de ingresos de la federación, como se muestra en la tabla 1.

La mala noticia y lo que se trata de exponer, es que cuando una persona no encuentra empleo, empieza a ubicarse en actividades ilícitas que le permitan obtener ingresos de forma fácil y rápida. Según un estudio realizado por Forbes, el desempleo es una de las razones más directamente relacionado con el robo y algunos delitos catalogados como menores. Y mientras que en todo el mundo la cifra de delitos ha disminuido debido al confinamiento, ya que se piensa que, entre menos personas en las calles, menos transporte y menos comercios abiertos, habrá menos oportunidades para delinquir, en México han aumentado y se estima que cuando se vuelva a la realidad, aumentara todavía más.

En el fondo de los problemas sociales que actualmente estamos observando, existen regímenes dictatoriales, fuertes desigualdades sociales y evidentemente un enorme desempleo. Además de que, si las empresas notan que logran operar eficientemente con poco personal, tal vez una gran cantidad de empleados no logren recuperar su empleo después de la pandemia. Sin lugar a dudas, el gran reto es restituir las plazas de trabajo perdidas y generar mejores condiciones de vida para la población. De no atenderse de inmediato este problema, se seguirán presentando brotes de violencia e inestabilidad, porque ante esta situación, el mexicano, desesperado, ha dejado de pensar y actuar como mexicano.

Comienza a buscar una solución; esto debido a que el gobierno no le da una, o también porque en muchos casos es probable que no haya tenido la educación suficiente, y por ende tampoco oportunidades que lo ayuden a salir de la problemática.

Por otro lado, el confinamiento también ha afectado directamente a cierto sector de la población incrementando la violencia doméstica, en abril se presentaron más de 20,000 llamadas al 911 en todo el país por esta causa, haciendo que muchas mujeres se encuentren en peligro y situaciones de vulnerabilidad en el lugar donde se supone más seguras deberían estar.
La respuesta al incremento de la violencia se ha complicado más que en situaciones normales, ya que las organizaciones encargadas de dar respuesta y actuar contra los abusos están desempeñando otras tareas, que supone el mismo combate de la pandemia. El gobierno envió a policías locales, a la Guardia Nacional y al ejército a vigilar y hacer cumplir las medidas de confinamiento. Sin embargo, el coronavirus no es la mayor causa de muerte en México, la ola de violencia ha provocado casi 10 veces más muertos que el COVID-19.

El primer paso hacia un país más fuerte es la formulación de una visión compartida y un entendimiento común sobre el país y sobre los esfuerzos de recuperación. “La antropología filosófica, y en particular la tomista, ha insistido sobre la unicidad del acto existencial y de la forma substancial en el individuo humano” (Sgreccia, 1997, p. 407).

México ha demostrado ser un país resiliente, que sabe y logra salir adelante sin importar las circunstancias. Sigamos ese modelo y a la vez tratemos de ser más solidarios con los demás y ayudar a los que menos tienen, ya que el 43.8% de la población vive en pobreza, mientras dos terceras partes de la riqueza del país está concentrada solo en el 10% de los habitantes. “La solidaridad es una verdadera y propia virtud moral, no un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común” (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005, p. 12). Considerando como bien común la suma de los bienes de todo el cuerpo social, no la de cada sujeto en particular. Con una finalidad colectiva e indivisible que solo juntos es posible alcanzar. Es el deber de cada integrante de la sociedad, según las propias capacidades y posibilidades apoyar este movimiento y también tratar de reactivar la economía.

Para así, lograr superar o disminuir el porcentaje de desempleo y con ayuda de los valores, las virtudes y la educación, de la mano, resolver una de las más grandes problemáticas del país como lo es la violencia. “Buscar la paz implica tener confianza en el ser humano, por lo cual, las normas éticas no pueden escapar del testimonio de la realidad” (García González, 2014, p.111). Esa certeza de que las cosas podrían ser de otra manera puede no ser una realidad muy lejana. Pero el cambio está en cada ciudadano, aplicando también la postura filosófica utilitarista, la cual nos dice que “la elección moral debe ser basada en la obtención del mayor bienestar factible, de apoyar las preferencias y de minimizar los sufrimientos, para el mayor número de individuos” (Tarasco, 2009, p. 9).

México puede cambiar el final de esta historia, ha comprobado anteriormente que unido es imparable. En el 2017 se demostró sin lugar a duda, la forma en que la gente participó y tomó la iniciativa, ayudando a salvar muchas vidas y evitando nuevas tragedias fue única. La resiliencia nos llama a aprender de estos y los nuevos retos para enfrentarlos cada vez de mejor manera. Para ello, resulta de enorme valor la conciencia de cada mexicano. El término vida humana se entiende en sus expresiones corporales, psicológicas y espirituales, y ciertamente se debe

atribuir el deber del respeto a todas estas dimensiones, en otras palabras, debemos respetar nuestro país y a cada ciudadano. La suma de sus esfuerzos en cada barrio, escuela y comunidad es indispensable para seguir avanzando en este camino como país. El compromiso de la comunidad y la inclusión de los grupos vulnerables son clave para construir una conciencia y un plan de gestión ante cualquier circunstancia de crisis. Pero, para lograr una sociedad resiliente, debemos considerar el pasado, entender su historia y tomar en cuenta los escenarios futuros derivados de la transformación social. “Se trata, pues, de rescatar y hacer visibles estos procesos para impulsar una nueva forma de enfrentar la realidad, sin los prejuicios arraigados que cancelan las posibilidades en torno a la paz. Con ello, si queremos la paz preparémonos para ella, escuchémosla, evitemos ser sordos ante sus lamentaciones” (Erasmo, 2000, p. 392).

CONCLUSIÓN

México sin duda alguna, se enfrenta a un gran desafío en la búsqueda de la disminución de la violencia y el desempleo, que como se expuso anteriormente son una problemática que viene asechándolo desde hace tiempo, pero ahora toca evitar que se expanda. Como país, México se ha doblado muchas veces, pero nunca se ha partido. No importa el color del gobierno o sus propuestas, la bandera es la misma y lo único que ha hecho que México siempre logre salir adelante es el sudor de cada mexicano y el empuje de sus corazones. Voltear hacia enfrente y sentir la unión y poder que ser mexicano significa, llena de grandeza, de orgullo y eso es lo que realmente define a México, no las cifras, ni sus problemas, ni el gobierno, ni el virus.

La imaginación para la paz no es ilusoria y trata de desenmascarar la falsa realidad al proyectar situaciones superiores y mejores. Justo así se construyen modelos de sociedad proyectadas, sugiriendo modelos de sociedades no violentas, sociedades pacíficas que censuran y reprueban a la sociedad beligerante presente. Es una mirada ética sobre el mundo que imprime la convicción de posibilidades mejores. Aun en los cielos más sombríos, el horizonte que aparece e impulsa para seguir adelante es aquel que irrumpe en la realidad y procede con una imaginación creadora continua, ante las lógicas belicistas. La superación y trascendencia de los conflictos y situaciones de violencia permiten lograr la paz. La violencia, en general, va mermando la capacidad de transformación de los conflictos debido a que “vuelve pesimista a la gente” (Galtung, 1998, p. 112). De ahí que reconstruir las heridas y los efectos de la violencia,

reconciliarnos con el mundo, restañarlo y resarcirlo imaginativamente permite construir una sociedad menos violenta y ratificará la posibilidad de hacer las paces (García González, 2014, p.121).