El aborto actualmente es un tema muy polémico, debido a los puntos de vista que cada persona tiene. Hay personas que están a favor de la vida de un embrión de pocas semanas, mientras que otras piensan que el aborto es la solución para un embarazo con problemas a lo largo de su desarrollo.
En lo personal pienso que una vida se inicia desde el momento de la concepción, esto es ya que cuando una célula está en interacción con otra célula se considera vida, muchos dicen que antes de la séptima semana del embarazo se considera como un saco de células. Según estudios, las mujeres embarazadas aseguran sentir actividad dentro de ellas, aunque no tengan el desarrollo necesario para poder moverse como en una etapa más desarrollada. Al igual se dice que en esta etapa el embrión todavía no desarrolla su sistema nervioso, por lo que este embrión no siente y no es consiente del acto que se está realizando.
Se dice que la persona desde el momento de la concepción tiene derechos, basándose en esto, se dice que al tener la interrupción del embarazo estamos atentando contra dichos derechos. La ley asegura que el aborto es la interrupción del embarazo después de la 12 semana de gestación. La despenalización de la ley ha sido un tema hablado en todo el mundo, ya que dependiendo del lugar donde se quiere realizar se tienen normas que establecen cuales son los requisitos necesarios para llevar a cabo este procedimiento.
Existen situaciones entre la sociedad que las personas creen que se debería de tomar como solución el realizar un aborto, entre estas se encuentran los embarazos no deseados, estos debido a situaciones económicas o problemas personales que lo involucran. Esto tiene soluciones como son apoyos económicos del gobierno o hasta existe la opción de adopción.
Al igual se habla de la situación del embarazo dado como resultado de una violación, pienso que al día siguiente de una violación se debe llevar a atención médica a la mujer y se pueden realizar procedimientos médicos como lavados, entre otros que pueden evitar antes de tiempo la concepción y así posteriormente dar atención psicológica.
Ante esta situación se sabe que el embrión no cuenta con la posibilidad de defender su vida, por lo que yo considero necesario que nosotros podemos protegerla y darle el derecho de vivir y formarse como una persona. Debemos de darle la oportunidad a ese embrión de hacer su vida.
Se deben de hablar igualmente de las consecuencias del aborto en las mujeres tanto física como psicológicamente, se habla de casos donde el aborto no ha sido llevado con el protocolo correcto y las medidas sanitarias necesarias no se han tomado en cuenta, esto da lugar a abortos que han dado como consecuencias problemas como volverse infértiles, rasgaduras en el útero, problemas para embarazarse fácilmente, alteración hormonal y hasta la muerte.
Pero la más importante se considerarían las consecuencias psicológicas que sufren las mujeres después del aborto, esto se da por el trato que se dio al momento de realizarse el procedimiento, la alteración hormonal dando lugar a grandes depresiones que dan lugar a aislamiento a la sociedad y hasta suicidios.
Se debe apoyar la vida ante cualquier situación, dándole derecho a vivir, dándole la oportunidad a ser una persona que posiblemente cambie el mundo y la manera de pensar de todos. Se debe apoyar la vida ante cualquier situación, así como nosotros la tuvimos.
Autora: Isabel Wiechers Fernández del Castillo .
Un tema muy polémico es la legalización del aborto. Con la entrada del nuevo gobierno muchas personas “pro vida” tienen como preocupación la despenalización del aborto a nivel nacional, de igual manera muchas personas “pro-choice” apoyan esta nueva iniciativa. Es verdad que el aborto es un problema muy controversial a nivel mundial. Pero la problemática del aborto no se va a resolver tomando una postura, sino abarcando el problema desde la raíz.
El aborto es la salida más difícil dentro de un embarazo no deseado, y la que es pintada como la más fácil. En México el número de reincidencia por aborto es más que el doble de lugares como Madrid, y mucho más alto que lugares como Nueva York. Lo que nos lleva a la pregunta si el aborto era la solución ¿porque las mujeres lo vuelven a hacer? ¿Realmente se está atacando la verdadera problemática? O es solo un tratamiento para ocultar lo síntomas de la verdadera problemática?
El tema del aborto y los argumentos a favor de éste, han enmascarado las razones con las que se peleó su legislación: Mortalidad materna, violación y clínicas clandestinas. Sacando de la jugada la verdad detrás de estos problemas, y con ella las verdaderas soluciones: salud pública, mayor seguridad y clausura de centros de salud sin certificación.
Empecemos con la mortalidad materna, en México las principales causas de mortalidad materna, se relacionan con presión alta, sangrado e infecciones.
Para disminuir la mortalidad materna, no es necesaria la legislación del aborto, sino el mejorar los centros de salud, la capacitación del personal y encargarse que el servicio esté al alcance de toda mujer.
Luego hablemos de violación, en México hay 99 personas al día que sufren abuso sexual. La mujer que es violada, no tiene que plantearse como solución la opción de abortar. sino terminar con el abuso. Con una tasa tan alta de reincidencia en nuestro país, se puede sospechar que la mujer que regresa a la clínica abortiva, sufre de un abuso sexual constante.
Para proteger a las mujeres de violación, la solución no es abortar sino meter a la cárcel a los violadores y mejorar la seguridad del país.
Por último, las clínicas clandestinas. En la ciudad de México el aborto ya fue despenalizado y, sin embargo, no existe nadie que regule las clínicas de aborto y que cumplan con las políticas sanitarias.
Si realmente se quiere evitar las clínicas clandestinas, la solución no es despenalizar el aborto, sino cerrar todas las clínicas clandestinas del País.
Es muy fácil tomar una postura frente al tema de la despenalización del aborto, sin embargo lo que es un verdadero reto y lo que realmente va a marcar la diferencia no es la legislación de una ley, sino voltear a ver a la mujer que ha tenido que llegar a ese dilema. Investigar y averiguar cuáles fueron las razones que la llevaron a estar en esa decisión y darle soluciones que ataquen el problema, no al embarazo.
Creo que el tema del aborto no debería ser una guerra ideológica, sino más bien una guerra en contra de una mentira, porque al desenmascarar las cosas vemos que el aborto simplemente es una idea que se vende como la solución, de un problema mucho más grande. La mujer que aborta puede estar cruzando con abusos sexuales constantes, con problemas de abandono, falta de recursos y falta de atención en centros de salud. ¿El término de su embarazo realmente va a solucionar esa problemática?
La verdad es que la solución no va ser invitar a la mujer que se deshaga de su hijo de 12 semanas, sino voltearla a ver y preguntarle ¿Por qué? Para que de esa manera se resuelvan de raíz los problemas en México, con acciones que protejan la calidad de vida de la mujer y del bebé en camino.
Autores: María José Mier y Terán Guevara
Mucho se ha discutido últimamente sobre este asunto, sobre todo por la reciente noticia de que el Senado argentino votó en contra del aborto. El ir y venir de los argumentos a favor y en contra del aborto me hicieron reflexionar más… Un tema sin duda muy controvertido en ese Argentina y por supuesto en México.
Una vida humana es una vida humana donde sea y como sea. Un embrión es una vida humana desde el momento de la concepción, no empezó siendo embrión de tortuga ni de perro ni fue un simple cúmulo de células o un tumor en el vientre de la madre. Desde el principio fue un ser humano único e irrepetible. Lo único que diferencia a un embrión, a un feto, un niño, un adulto y un adulto mayor es el tiempo, simplemente eso: TIEMPO. Desde su inicio son la misma persona con sus características únicas y especiales que los distinguen.
Sobre los argumentos que se esgrimen a favor del aborto hay dos que me llaman la atención por lo rebatibles que son…
- Se debe legalizar el aborto porque todo niño tiene derecho a ser deseado…
Argumento del todo absurdo. El desear o no desear a un niño no afecta en ningún momento su dignidad como persona. Se ha comprobado que un niño “no deseado” en un principio puede llegar con el tiempo a ser muy deseado y querido. Además un niño no deseado por su madre biológica puede ser dado en adopción y ser amado y deseado por la persona o familia que lo adopte. Por lo tanto, este no es un argumento contundente para permitir terminar con su vida.
- Se debe legalizar el aborto porque la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo…
Otro argumento muy absurdo. Da la casualidad que en un embarazo hay dos cuerpos y hay dos vidas. La madre, si, efectivamente tiene derecho sobre su cuerpo, pero no sobre el cuerpo de su hijo o hija. Y dado que el embrión puede ser mujer, es decir, un ser humano del sexo femenino, obviamente en caso de aborto este embrión no podría ejercer ese “derecho” de decidir sobre su propio cuerpo, por lo que fácilmente podemos echar abajo este argumento que esgrimen con tanto ahínco las feministas y los proabortistas.
Sin duda, la única solución que da el aborto es la aniquilación de una vida. Por lo tanto, no hay argumento que valga para terminar con una vida humana. Ojalá que todos pudiéramos entender lo importante que es valorar y cuidar la vida desde su inicio hasta su final, ojalá…
Autor: Dora García Fernández
Irlanda, una isla ubicada al norte de Reino Unido. Desde su origen ha sido un país eminentemente católico, caracterizándose por ser defensor de la vida y la familia, siendo estas raíces religiosas, la base de su nacionalismo, sin embargo el 25 de mayo pasado, acudieron a votar por sexta vez un referendum tres millones de irlandeses, con el objetivo someter a consideración reformas a la legislación en materia de aborto.
Irlanda era considerada como conservadora y gozaba de una de las legislaciones más restrictivas dentro del continente europeo, siendo junto con Andorra, Malta y San Marino, el país “pro life” por excelencia en el viejo continente.
La votación estuvo muy dividida, ya que si bien es cierto una parte de la población el 66% (2.1 millones de personas) está de acuerdo en la modificación a la octava enmienda constitucional, todavía un 33% no están de acuerdo en la reforma.
El objeto del referendum fue derogar, mediante la eliminación de la Octava enmienda de la Constitución de la República de Irlanda, la cual establecía: “El Estado reconoce el derecho a la vida del no nacido y, con el debido respeto al mismo derecho a la vida que tiene la madre, garantiza en sus leyes que hay que respetar y, siempre que sea practicable, sus leyes han de defender y vindicar ese derecho”.
Si bien inicialmente la prohibición era rígida, se fue matizando la norma previendo la posibilidad de privar de la vida al nasciturus cuando se encontraba bajo el supuesto del aborto sanitario, por caso de incesto, de violación, eugenésico o en caso de amenaza de suicidio.
Con el referéndum se propuso el permitir la interrupción del embarazo dentro de las 12 semanas gestacionales, sin necesidad de que exista una razón para hacerlo, aunque por casos de excepción se podría extender hasta la semana 24, siendo una intervención disruptiva del derecho a la vida.
No puede dejar de mencionarse que Irlanda ya había sido condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, conocido como “Tribunal Estrasburgo” por tres demandas en materia de aborto, en el año 2011.
Si la ley debe de ser siempre para alcanzar el bien común y respetando todos los derechos humanos y de manera muy especial el derecho a la vida, y si este es prioridad en la legislación, cuanto más si se trata de una persona que no puede defenderse ya que se estaría ante la aplicación de una pena de muerte prenatal.
La ley tiene que ser justa, y no depende del arbitrio o poder, por lo que toda ley que se aleja de la justicia, no tiene el carácter de ley y por lo tanto puede ser desobedecida, siendo motivadora de la objeción de conciencia, que implica la no punibilidad a la no obediencia de un mandato de la ley por motivos de pensamiento y de violación a derechos humanos, siendo que la justicia implica exactitud, y por lo tanto no pueden haber excesos ni faltas.
El derecho a la vida debe de ser un presupuesto indispensable en todo sistema normativo protector y defensor de los Derechos Fundamentales, la personalidad jurídica si bien depende de estar prevista en un ordenamiento jurídico general, es mucho más que eso, la madre y el padre el cual en uso de su libertad elige las relaciones en las cuales va a intervenir, sin embargo esta elección no debe versar sobre el derecho a decidir el nacimiento de un bebe, ya que es una persona, en su inicio, indefensa y frágil la cual depende de su madre, y que desde la concepción ya forma parte de una familia, por lo que hay mucho que hacer para crear una verdadera cultura del respeto a la vida, ya que el hecho maravilloso de la procreación no es un DERECHO sino UN DON.
Fuente: Dra. Angélica J. Laurent Pavón
La mujer necesita ser defendida de cualquier tipo de violencia. Nadie debe insultar, despreciar, marginar, perseguir, dañar físicamente a las mujeres. Nadie debe negar el acceso de la mujer al mundo de la cultura, del trabajo, de la política, de la ciencia. Nadie debe caer en actitudes de desprecio hacia ninguna mujer por ser mujer.
La mujer tiene un derecho básico a la vida, que sostiene y permite la existencia de los demás derechos. Por eso, nadie puede realizar ningún acto que implique herir, mutilar, asesinar a las mujeres.
Precisamente por eso, no existe derecho alguno al aborto. Porque en el aborto es eliminado, es asesinado, un hijo en el seno de su madre. Y porque de cada 100 abortos, el 50% (a veces más del 50%) son mujeres en la primera etapa de su existencia humana.
Sabemos que hay estados, como en La India o en China, en los que son eliminadas miles y miles de hijas antes de nacer, simplemente por el hecho de ser mujeres. Lo cual implica una discriminación enorme y una injusticia contra la que no puede dejar de protestar ningún movimiento que sea auténticamente “feminista”.
Pero también sabemos que en otros países, considerados “libres” y “democráticos”, se cometen millones de abortos en los que son asesinados embriones masculinos y femeninos, hijos e hijas.
Necesitamos recordar que ser mujer no es algo que inicia con el parto. Ser mujer inicia con la concepción. La defensa de la mujer y de sus derechos, por lo tanto, ha de aplicarse a la fase prenatal, debe llegar a la promoción y defensa del derecho a la vida de cada mujer en los meses en que se desarrolla hasta llegar al día del parto.
Estar a favor de las mujeres implica estar en contra del aborto. Cualquier grupo que defienda el mal llamado derecho al aborto promueve, simplemente, una discriminación y una injusticia contra la mujer (también contra el varón: no podemos callar ante los abortos que eliminan a millones de embriones y fetos masculinos).
Defender la vida de los embriones humanos, masculinos y femeninos, nos lleva a implementar políticas eficaces a favor de las millones de madres que no abortarían si hubieran sido ayudadas y acompañadas a lo largo de los meses de embarazo.
Es posible, es urgente, cambiar una tendencia mundial que ha presentado el aborto como “derecho” y ha olvidado que se trata de un “delito”.
Es posible, es urgente, promover una cultura de la solidaridad, de la justicia, del amor, donde cualquier mujer sea respetada y amada desde su concepción hasta la llegada de la hora de su muerte. Lo merece simplemente en cuanto ser humano, y ello es suficiente para que la miremos y la protejamos con eficaces instrumentos de asistencia jurídica, médica, social y, sobre todo, con mucho amor.
Fernando Pascual.
Categoría:Bioética
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Los derechos humanos tienen su raíz y fundamento en la naturaleza humana. Basta con existir como hombre, como mujer, para que los derechos básicos de cada uno deban ser garantizados y tutelados por la sociedad.
Algunos, sin embargo, buscan caminos para manipular los derechos humanos. Sobre todo cuando piden que se garantice el “derecho” de la mujer a un aborto seguro y legal.
La simple definición del aborto nos hace ver que no puede ser visto nunca como un derecho humano.
¿Qué es el aborto? Es la eliminación de una vida humana en el seno materno. En otras palabras, es la supresión de una existencia que, en cuanto humana, merece ser protegida y tutelada.
Por eso se hace necesario un esfuerzo eficaz y continuo para que se garantice el derecho a la vida de los hijos antes de nacer. Muchos de esos hijos, vale la pena recordarlo, son mujeres. No tiene sentido decir que el aborto sería un derecho de la mujer cuando en realidad millones y millones de mujeres mueren, son asesinadas en el seno materno, por culpa del aborto.
Vale la pena cualquier esfuerzo cultural, social y político para que se respeten íntegramente los derechos humanos como fuente de justicia y como promoción de una convivencia humana solidaria y auténticamente respetuosa de todos.
Vale la pena, sobre todo, garantizar la protección y asistencia a las madres y a sus hijos, para que ninguna mujer sea obligada o presionada a abortar, para que el embarazo y el parto cuenten siempre con una buena asistencia sanitaria y social.
Categoría:Bioética
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2.- Aborto
Las ideologías que han promovido el desenfreno sexual, que han visto el embarazo como una carga para las mujeres, que han considerado el nacimiento de hijos como causa de la pobreza en muchas familias, han fomentado en casi todo el mundo la mentalidad pro aborto.
A partir de la mitad del siglo XX, el mundo moderno ha visto una tendencia creciente a favor de la legalización del aborto.
La estrategia seguida para lograr el aborto mal llamado seguro y legal (no puede ser llamado “seguro” un acto que busca la muerte de un hijo) ha sido parecida en algunos países. Primero se pedía despenalizar el aborto en los casos extremos (cuando la mujer había sido violada o cuando corría grave riesgo de morir por el embarazo). Luego se aprobaba el aborto para más casos (de tipo psicológico, económico, etc.), sobre todo para combatir el aborto clandestino y sus secuelas (por ejemplo, la muerte de mujeres que abortaban en lugares sin los requisitos higiénicos necesarios).
Al final se solicitaba el aborto legalizado (incluso a veces financiado con dinero del estado) para la mayor parte de los casos. En algunos países se ha llegado a pedir el aborto totalmente libre durante las primeras semanas del embarazo, es decir, sin tener que aducir ningún motivo para solicitarlo. No han faltado lugares donde el aborto ha sido impuesto desde el gobierno como medio para detener el aumento de la población, con la consiguiente supresión masiva de miles y miles de inocentes. En otros lugares el aborto se ha convertido en práctica ordinaria para eliminar a los fetos femeninos, porque los padres preferían tener un hijo y no una hija.
En muchos países del “mundo libre”, es posible abortar por los motivos más triviales. Hay quien aborta para poder ir de vacaciones, o para conservar la línea, o si el hijo tiene labio leporino, o si tiene una raza que pondría en graves apuros la fama de la madre. La mayoría de las veces los motivos parecen más “serios”, pero nunca un ser humano debería solucionar los propios problemas a través de la eliminación de otro ser humano, especialmente si ese “otro” es el propio hijo.
La situación ha llegado a extremos insospechados. No resulta fácil determinar cuántos millones de abortos (legales y clandestinos) se producen al año en el mundo. A la vez, hay organismos no gubernamentales y organismos internacionales que trabajan de modo sistemático para que sea legalizado el aborto en aquellos estados que todavía tutelan la vida de los hijos antes de nacer. Todo ello hace que el aborto se haya convertido en un auténtico desastre mundial, además de ser un drama que deja secuelas profundas en millones de mujeres que han llevado a la muerte a un hijo (a veces a varios).
La bioética no puede limitarse a describir esta situación. Necesita promover una reflexión sana y unos principios éticos justos para revertir la tendencia que ha llevado a la difusión del aborto, y para lanzar campañas de información y de ayuda a todos, especialmente a las mujeres, para reconocer el valor de la vida; es urgente poner en marcha más ayudas concretas y eficaces para aquellas mujeres que viven el embarazo en situaciones de especial dificultad.
Al mismo tiempo, es urgente mejorar la asistencia (todavía muy insuficiente) a quienes ya han incurrido en el aborto, de forma que puedan sanar su corazón y orientar sus energías interiores para promover el bien y para ayudar eficazmente a otras mujeres que viven con dificultad la propia experiencia del embarazo o de la maternidad.
Fuente: Fernando Pascual
Categoría:Bioética
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Los derechos humanos tienen su raíz y fundamento en la naturaleza humana. Basta con existir como hombre, como mujer, para que los derechos básicos de cada uno deban ser garantizados y tutelados por la sociedad.
Algunos, sin embargo, buscan caminos para manipular los derechos humanos. Sobre todo cuando piden que se garantice el “derecho” de la mujer a un aborto seguro y legal.
La simple definición del aborto nos hace ver que no puede ser visto nunca como un derecho humano.
¿Qué es el aborto? Es la eliminación de una vida humana en el seno materno. En otras palabras, es la supresión de una existencia que, en cuanto humana, merece ser protegida y tutelada.
Por eso se hace necesario un esfuerzo eficaz y continuo para que se garantice el derecho a la vida de los hijos antes de nacer. Muchos de esos hijos, vale la pena recordarlo, son mujeres. No tiene sentido decir que el aborto sería un derecho de la mujer cuando en realidad millones y millones de mujeres mueren, son asesinadas en el seno materno, por culpa del aborto.
Vale la pena cualquier esfuerzo cultural, social y político para que se respeten íntegramente los derechos humanos como fuente de justicia y como promoción de una convivencia humana solidaria y auténticamente respetuosa de todos.
Vale la pena, sobre todo, garantizar la protección y asistencia a las madres y a sus hijos, para que ninguna mujer sea obligada o presionada a abortar, para que el embarazo y el parto cuenten siempre con una buena asistencia sanitaria y social.
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Cuando una mujer aborta lo hace por miedo, o por defender proyectos personales, o por un extraño rechazo hacia las responsabilidades ante la vida del hijo, o por otros motivos más o menos conscientes.
La opción por el aborto se convierte en una marcha desesperada hacia una meta, acabar con la vida del bebé no nacido, porque la madre piensa que tal vez así solucionaría tantos problemas…
Ese es uno de los más grandes engaños del aborto. Porque el corazón de cada hombre, de cada mujer, sabe que nunca un acto malo puede convertirse en la verdadera “solución” para algo. A lo sumo, “parece” terminar con un “problema”, ofrecer alguna ganancia (si “ganancia” puede ser llamado el acto con el que se elimina una vida humana).
En realidad, el aborto no es nunca solución, sino sólo el inicio de un drama profundo que puede durar años y años en lo más íntimo de las conciencias.
Las únicas “soluciones” que embellecen la vida humana son las que nacen del amor. Un amor que siempre acoge, defiende, cuida, da lo mejor de uno mismo al más débil, al más necesitado, al más frágil. Un amor que dice “sí” al hijo y a su existencia maravillosa. Un amor que encuentra energías para decir “no” a presiones miserables o a miedos profundos. Un amor que sabe asumir la propia responsabilidad y hacer todo lo humanamente posible en favor de la creatura que ha empezado a existir entre los hombres.
La mejor alternativa al aborto está en una sociedad más madura y más buena. Una sociedad que eduque a los adolescentes y a los jóvenes en la hermosa virtud de la pureza. Una sociedad que nunca permita el desprecio hacia los enfermos o los débiles. Una sociedad que sepa garantizar la igual dignidad del hombre y de la mujer, del niño o del anciano, del no nacido y del que nace con graves defectos físicos, del rico o del pobre.
Todos podemos hacer mucho para ayudar a la mujer embarazada a no dar un paso hacia ese aborto que produce tristezas tan profundas. Existen muchos medios para que su corazón materno se ensanche y viva en plenitud ese deseo que no puede ahogar: hacer el bien al más cercano, al más íntimo, al más inocente de entre los humanos: ese hijo que crece en sus entrañas gracias a la vida y a la esperanza de su madre.
Fuents: Fernando Pascual
Para un racista convencido, quizá ser llamado “racista” no sea un insulto, sino una alabanza.
Para un abortista, ser llamado abortista no será un insulto, sino un motivo de orgullo.
Seguramente, para un abortista ser llamado o comparado con un racista es un insulto gravemente ofensivo. Esto ocurriría en la mayoría de los casos, aunque conviene recordar que ha habido y hay racistas que defienden también el aborto, especialmente de aquellos embriones y fetos de las razas que ellos odian.
Esta reflexión inicial, que recoge algunos datos de tipo sociológico, puede servir para comprender en parte una discusión que aparece de vez en cuando en lo que se refiere al tema del aborto. Para la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro planeta, ser un racista es sinónimo de defender ideas injustas y dignas de condena social y política. Por eso la palabra “racista” es un insulto que denota condena hacia quien pueda merecerlo por sus ideas o su conducta.
¿Por qué consideramos al defensor de las ideas racistas como un ser injusto, un intolerante, quizá incluso un posible criminal? Porque promueve una serie de discriminaciones injustas, condenables desde una perspectiva auténticamente humanista.
Sabemos por la historia que un racista puede llegar al extremo de negar la condición de seres humanos dignos de respeto a otros seres humanos por pertenecer a aquellas razas que el racista desprecia; lo cual puede llevarle al deseo (o a la acción) de marginarlos o incluso de aniquilarlos con técnicas y métodos que degradan más a los verdugos que a las víctimas.
Establecer una analogía entre quienes defienden el aborto y quienes defienden ideas racistas plantea, sin embargo, algunos problemas. La crueldad y el salvajismo alcanzado por algunos racistas (por ejemplo, los nazis) toca niveles de degradación que rayan en lo diabólico, cosa que no ocurre, según algunos, en quienes defienden el aborto.
Pero si reconocemos que en el aborto se suprime, se asesina, a un ser humano al que se niega su humanidad, entonces es posible encontrar puntos de semejanza entre abortistas y racistas.
Alguno dirá que entre un embrión o feto y un adulto la diferencia es enorme: de tamaño, de edad, de autonomía. Pero el punto de la discusión no es este. Para un racista, la diferencia que se establece entre pertenecer a una raza o a otra es suficiente para discriminar, marginar o incluso asesinar a algunos: los de la raza despreciada por el racista.
Para un abortista lo que «cuenta» es el tamaño del no nacido; o, simplemente, el deseo de algunos adultos (dotados de derechos jurídicos) frente a la condición indefensa y desvalida de su hijo, que no ha conseguido todavía el reconocimiento de sus derechos desde un punto de vista jurídico por no haber llegado al día de su nacimiento.
Sólo será posible evitar injusticias como las del racismo o del abortismo si reconocemos que todo ser humano, desde el momento de su concepción, merece ser respetado en cuanto ser humano.
Nadie tiene derecho a decidir arbitrariamente sobre la vida o la muerte de los demás. Nadie pueda ampararse en su ideología para establecer diferencias entre unos seres humanos con derechos y otros sin los mismos. Nadie, desde su posición, su fuerza, su técnica o sus planes personales, debería ser capaz de determinar quiénes pueden vivir y quiénes están condenados a morir en el silencio y la “higiene” (si se da) de clínicas que deberían defender la vida y no destruirla.
Vencer ideologías como el racismo y como el abortismo nos permitirá vivir en un mundo mejor, donde todos, sin ninguna discriminación, podamos ser amados simplemente como lo que somos: seres humanos merecedores de respeto y de cariño.