Todos los seres humanos somos vulnerables, es decir, en función de nuestra condición humana el límite, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte se asoman a nuestra existencia de manera veraz y constatable, por ello conviene partir de esta hecho para abordar los fenómenos que ameritan consideraciones bioéticas.
Así, podemos hablar de dos tipos de vulnerabilidad humana:
- Vulnerabilidad antropológica: propia de la condición humana y UNIVERSAL, es decir, común a todos los seres humanos sin distinción alguna. Esta es la que nos pone en la antesala de la muerte, enfermedad, corrupción, dolor, sufrimiento, límite. Se manifiesta, también como la constatación del fracaso y el no cumplimento de expectativas.
- Vulnerabilidad social: pertenece a la situación histórica, el ambiente, nuestro entorno, condición social y económica, sexo, etc. También va directamente relacionada a la disponibilidad y accesibilidad de recursos, a los prejuicios y creencias existentes etc.
Así, como vemos, mientras que la primera no depende de nosotros si no que es parte de nuestra existencia fenomenológica, la segunda pende de nuestras acciones y nuestras decisiones, por ende, ésta puede ser reversible poniendo las condiciones necesarias para disminuirla o erradicarla.
De igual modo, hay que distinguir entre ser vulnerable y ser vulnerado, es decir, la primera es ontológica pero no implica, necesariamente, el hecho de haber sido vulnerado, mientras que la segunda implica ya la primera más el daño provocado y sufrido. No siempre lo que es vulnerable termina siendo vulnerado aunque lo primero lo pone en mayor riesgo de ser lo segundo.
Existe, incluso, una tercera vulnerabilidad que es cuando dándose la antropológica y la social, además, la persona se encuentra sin recursos para hacerle frente a ambas, esto es cuando carece de los recursos, medios, opciones para defenderse, para salir delante de la situación que le ocasionó daño o para sobreponerse a las dificultades sufridas; esto conforma, pues, un mayor nivel de sufrimiento que debe ser valorado especialmente por quienes se acercan a los casos desde la Bioética.
Es por lo anterior que en el año 1995 surge el Proyecto BIOMED II ”Basic ethical principles in European Bioethics and Biolaw” que pretendía rescatar cuatro principios básicos: autonomía, integridad, dignidad y vulnerabilidad consagrados en el año 2000 por Rendtorff y Kemp en la Declaración de Barcelona. Con esto se quería hacer notar la condición de vulnerabilidad de los pacientes como agravante de la complejidad de los casos y alertar a la comunidad internacional sobre la especial protección que debía otorgárseles a todos pero especialente a quienes sufrieran una segunda o triple vulnerabilidad por su condición, raza, etnia, idioma, color de piel o grupo social y porque carecían, además, de recursos para su defensa y resistencia.
De igual modo, el principio quedó consagrado en la Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos en el artículo no. 8: “Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías conexas, se debería tener en cuenta la vulnerabilidad humana. Los individuos y grupos especialmente vulnerables deberían ser protegidos y se debería respetar la integridad personal de dichos individuos”.
Así, resulta imperativo para la Bioética analizar las distintas condiciones que pueden afectar la vida, salud, recuperación o procesos clínicos de los pacientes atendiendo con solitud al principio de vulnerabilidad pues de esto dependerá el éxito o fracaso de las acciones médicas enfocadas a restaurar la salud de las personas.
Autor: Dra. Marieli de los Rios
La clonación comenzó a ser un tema a debatir a partir del logro de la primera de un ser vivo, cuando se dió la noticia de que una oveja nombrada Dolly había sido clonada con éxito fue que comenzó la polémica en decidir si continuar con las experimentaciones hasta llegar a ser una realidad en seres humanos, claro que antes de este gran acontecimiento la pregunta ya se planteaba pero al no haber ninguna prueba contundente de ser posible en todos los sentidos se encontraba en segundo plano.
Las repercusiones de este experimento se han visto reflejadas en todos los ámbitos, aunque con mayor impacto en el científico y el ético claro está, las opiniones dadas por expertos, comentaristas, figuras públicas o en general de cualquier persona resaltan por la gran imaginación y falta de clarificación, esto solo se puede resolver volviendo un poco atrás para realizar un análisis de los principios y las repercusiones éticas que este hecho que parece sacado de una película de ciencia ficción puede tener.
La clonación se realiza a partir de la obtención de las células somáticas de un ser vivo, los primeros intentos lograron la creación de un renacuajo partiendo de los núcleos de las células embrionarias en sustitución del núcleo original pero el organismo no lograba sobrevivir por mucho tiempo, esto debido a que dichas células perdían por completo su capacidad de ser pluripotenciales por lo tanto el desarrollo y la morfogénesis no eran posibles.
Los primeros acercamientos exitosos se dieron cuando se acordó que la manera más rápida para la clonación era por medio de la fisión embrionaria, esto no es más que las división de un embrión de pocas células que al ir dejando células se produce un adulto completo, esta ciencia fue muy criticada al ser empleada en humanos en el experimento Hall y Stillman en 1993 donde se tomaron de dos a ocho células sobrantes de 17 embriones in vitro, lo particular de los embriones es que eran el resultado de un óvulo fecundado por tres espermatozoides por lo tanto no eran viables y se consideraban como desecho, los resultados fueron considerados como exitosos pero al ser realizados con embriones no viables la experimentación no fue válida en seres humanos.
La clonación ha tenido repercusiones muy grandes en el ámbito científico, principalmente por el hecho de que no fue permitido continuar con las experimentaciones en seres humanos, limitando el conocimiento de los genetistas, que aunque cada día conocen más sobre los genes, el conocer a profundidad el funcionamiento celular a nivel embrionario es cada vez más complejo haciendo de la clonación humana cada día algo más lejano.
Otro factor importante por el cual la investigación se ve interrumpida es por las cuestiones éticas, por el momento solo se ha realizado la clonación en la ganadería pero los expertos afirman que en un par de años con más investigación lo mismo se podría realizar en los humanos, y no con un fin de ciencia ficción. La ética ataca principalmente a la disminución de la biodiversidad de especies animales clonadas, los grupos serían homogéneos al ser creados en un laboratorio y quitar ese factor único y de sorpresa que la naturaleza da, esto mismo se puede dar en la clonación humana arrebatando así algo de lo más importante para toda persona, su autenticidad. Aún más al hablar de clonación humana se habla de algo innecesario e incorrecto, pues esto no otorga ninguna aplicación clínica; al pretender recuperar a un ser querido fallecido por medio de la clonación no estarían haciendo más que recrear una imagen visual y fisiológicamente de la persona en cuestión, los pensamientos y personalidad no se logran conservar en la clonación, quitando así lo que realmente hace a un ser vivo valioso por sí mismo. Por estas razones es que la clonación está prohibida por el derecho europeo, aunque no en Estados Unidos, pues no se puede prohibir un acto que no es probado ser nocivo, pero si se retiró todo tipo de financiamiento en la materia.
Autor: Paula Regina Sumarán Tovar
Categoría:Bioética
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De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la trata de personas se presenta cuando una persona promueve, facilita, consigue, traslada, entrega o recibe, para sí o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia física o moral, el engaño o el abuso de poder, para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpación de un órgano, tejido o sus componentes.
La trata de personas comenzó a reconocerse a finales del siglo XIX y a inicios del siglo XX, lo cual era denominado “trata de blancas”, ya que se trataba de la movilidad y el comercio de mujeres blancas, europeas y americanas, con el objeto de explotarlas sexualmente.
Conforme a la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de las Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD), México es un país de origen, tránsito y destino de la trata de personas.
El objeto de la trata de personas es la explotación de la persona, ya sea sexual o laboral y el origen de esta problemática en nuestro país es la impunidad y la corrupción, así como la delincuencia organizada.
México ha adoptado y ratificado diversos Tratados Internacionales con el objetivo de combatir la trata de personas, la esclavitud, trabajos forzosos, la defensa a derechos de la infancia y el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
El más relevante de todos ellos es el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, complementado por la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
Fue hasta el año 2007 cuando se reformó el Código Penal Federal y se tipificó (se consideró como delito) por primera vez la trata de personas en el ámbito Federal.
Según lo establecido en la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas en su artículo 5°, quien comete el delito de trata de personas es aquella persona que promueva, solicite, ofrezca, facilite, consiga, traslade, entregue o reciba, para sí o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia física o moral, engaño o el abuso de poder para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpación de un órgano, tejido o sus componentes y según el artículo 6°, la pena de este delito es de seis a doce años de prisión, de nueve a dieciocho años de prisión si la víctima es menor de dieciocho años de edad o si no tiene capacidad para comprender el hecho o para resistirlo.
Entre el 2012 y el 2017, en México se registraron 5,245 víctimas de trata de personas, aunque oficialmente solo se reconocieron 790. Esto significa que es una situación grave y que se da con gran frecuencia en nuestro país; se ha logrado identificar este delito en diversas situaciones, sin embargo, no en su totalidad.
El Gobierno de México debe de hacer algo más para poder erradicar esta problemática. Jamás podrá eliminarse del todo, pero el hecho de que no se reconozcan ni si quiera la mitad de los casos de trata de personas, es realmente preocupante y alarmante.
Sin embargo, la prevención de la Trata de Personas no corresponde únicamente al Gobierno, también es de suma importancia hacer conciencia sobre lo expuestos que estamos todos, ya sean mujeres, hombres o niños. Todas las personas deberían saber que es una situación que a cualquiera le podría suceder, que deben de tomar precauciones y estar alertas.
Autor: Karen López de la Fuente
Empezaré por definir la palabra discriminación. Según la CNDH, “discriminar significa seleccionar excluyendo; esto es, dar un trato de inferioridad a personas o a grupos, a causa de su origen étnico o nacional, religión, edad, género, opiniones, preferencias políticas y sexuales, condiciones de salud, discapacidades, estado civil u otra causa»
Discriminar quiere decir dar un trato diferente a las personas. Cabe resaltar que por el hecho de ser personas todos gozamos de los mismos derechos y somos iguales ante la ley. Dar un trato distinto a una persona genera una desventaja en sus derechos.
La discriminación se origina en las distintas relaciones sociales, muchas veces desde las familias. Se generan estereotipos y prejuicios que a su vez generan intolerancia lo cual hace difícil que exista una convivencia armónica entre las personas. Se debe buscar la tolerancia para poder lograr igualdad y la paz social. Además, las conductas discriminatorias pueden ocasionar un daño general a la sociedad y generar daños físicos, psicológicos, morales, materiales.
Existen diferentes tipos de discriminación como por ejemplo por discapacidad, por religión, por expresión o ideas, por edad, por origen, por raza, por embarazo, por género, entre muchas otras.
El principio de igualdad es uno de los valores más importantes reconocidos por la comunidad internacional y constituye el fundamento de la teoría de los derechos humanos. Busca garantizar derechos y limitar los privilegios, esto favorece el desarrollo igualitario de la sociedad.
Las personas deben ser consideradas iguales entre sí y tratadas como iguales , los posibles tratos desiguales dados a las personas sólo se pueden justificar si se encuentran previstos en la ley. Por ejemplo, si se cometen actos ilícitos que afectan a otras personas o cuando los individuos se encuentran en una situación de vulnerabilidad o discriminación, lo que hace necesario la aplicación de algún apoyo o ayuda especial.
La Declaración Universal de Derechos Humanos establece el principio de la no discriminación y proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en dicha Declaración, sin distinción alguna, incluida la distinción por razón de sexo.
Se debe considerar que la discriminación contra la mujer es algo inaceptable y va en contra de la dignidad humana y el bienestar de la familia y de la sociedad. Además al discriminar a una mujer se le está impidiendo participar de igual manera en la vida política, social, económica y cultural de sus países. Esto construye un obstáculo para el pleno desarrollo de las posibilidades que tiene la mujer de servir a sus países y a la humanidad, teniendo presente que la contribución de la mujer a la vida social, política, económica y cultural es de suma importancia, así como su función en la familia y especialmente en la educación de los hijos.
La participación tanto de las mujeres como de los hombres en todos los campos es indispensable para el desarrollo total de un país, el bienestar del mundo y la causa de la paz, el 18 de diciembre de 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
A aproximadamente cuarenta años de la entrada en vigor de la Convención, el reconocimiento y el disfrute de la igualdad de derechos con los hombres sigue estando fuera del alcance de un gran número de mujeres en todo el mundo
En nuestro país, el quinto párrafo del artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos prohíbe expresamente la discriminación de la siguiente forma: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”. Esta Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación es la encargada de desarrollar el principio de no discriminación y establece como objetivo prevenir y eliminar la discriminación ejercidas contra cualquier persona, así como la promoción de la igualdad de oportunidades y de trato. En virtud de esta ley, todos (autoridades y gobernados) estamos obligados a respetar el derecho a la igualdad y a la no discriminación de todas las personas.
Prevenir que se den situaciones de discriminación entre las personas es una tarea en equipo, que requiere de la voluntad y el trabajo de todos los sectores de la sociedad. Cada individuo es responsable de analizar sus conductas discriminatorias para poder cuestionarlas y modificarlas.
La ética y la moral entran mucho en este tema, ¿Por qué el hombre tendría mas oportunidades que la mujer? Es una pregunta sencilla pero con un análisis sin respuesta durante cientos de años
La discriminación se puede prevenir con la promoción de valores como el respeto, la igualdad y la tolerancia; sólo así tendremos una sociedad realmente igualitaria y democrática donde las diferencias convivan en armonía. Para ello debemos promover la cultura de los derechos humanos y garantizar su protección.
Autor: Alberto Emilio García Rodríguez
Categoría:Bioética
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Se acercan en estas fechas reuniones familiares y de trabajo. Te invito a reflexionar que tantos rencores, resentimientos o deseos de venganza hay dentro de ti, con familiares, amigos o compañeros de trabajo.
Seguramente en tu vida alguna persona te ha ofendido voluntaria o involuntariamente. Esto te provoca enojo, ira, rencor y deseos de que la pague. Pero sin perdón y olvido, el resentimiento controla nuestras vidas.
Leía yo esta frase muy cierta: “si no perdonas, no puedes olvidar. Si no olvidas, no vives en paz. Y sin paz, tu amor no fluye”
A veces no es posible olvidar, pero sí que podemos lograr que ya no nos afecte lo que ocurrió. El problema es cuando consideramos lo ocurrido como inaceptable, entonces somos incapaces de perdonar.
Podemos considerar inaceptables ciertas situaciones vividas que se dan porque se han traicionado unos acuerdos, principios, no se han cumplido nuestras expectativas o no se han respetado ciertos valores.
Sea cual sea la razón de lo inaceptable, podemos aferrarnos a ella y quedarnos clavados ahí. Por mucho que no estemos de acuerdo con lo ocurrido, tenemos que aceptar los hechos.
En el mundo hay mucha rabia en contra de las injusticias. La rabia no soluciona las injusticias, sino que crea más dolor e incluso más injusticias.
El odio envenena. Afecta a nuestra salud, envenena nuestro corazón, mata nuestra paz interior, nos seca de amor y felicidad. Unas palabras sabias dicen: “¿Quieres ser feliz un momento?: véngate. ¿Quieres ser feliz siempre?: perdona”
Y este perdón es también para uno mismo. Todos cometemos errores y equivocaciones que tenemos que dejar atrás, aceptar y perdonarnos a nosotros mismos.
Algunas personas creen que perdonar es un acto de debilidad. Sin embargo, es todo lo contrario; perdonar muestra que nos hacemos dueños de nuestro bienestar y dejamos de ser víctimas del otro.
Perdonar nos permite recuperar nuestro poder interior. Sin ese dominio, nuestra mente irá una y otra vez hacia ese lugar de sufrimiento: ¿por qué a mi? ¿cómo se atrevió? Los pensamientos negativos serán constantes y los sentimientos de rabia, frustración y tristeza te acompañarán por largo tiempo.
Te invito a pensar que quien te ha hecho daño también es un ser humano, con sus debilidades y que, por la razón que sea, se ha comportado injustamente, víctima de su ignorancia, sus creencias, impulsos o propia rabia.
La rabia no se vence con más rabia. Cada persona tiene su propio valor por lo que es, no tanto por lo que ha hecho. No permitas que tu resentimiento afecte a tu vida.
Para que puedas perdonar debes de ser consciente de lo que te afectó, aceptar el sentimiento que provocó en ti esa ofensa. No rechazarlo ni esconderlo, porque si no crecerá en tu interior como un veneno o una mala hierba.
Es más sano que lo sientas y soltarlo: escribiéndolo, hablándolo con un amigo de confianza, o incluso acudir a una terapia, y verás como poco a poco se irán disolviendo.
El mejor regalo que puedes darte esta Navidad es el perdón. Recuerda: si no perdonas, no puedes olvidar. Si no olvidas, no vives en paz. Y sin paz, tu amor no fluye.
Autor: Lucía Legorreta de Cervantes
Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.
Correo: cervantes.lucia@gmail.com
Facebook: @Lucia Legorreta
El principal objetivo de la arquitectura es construir espacios en donde se puedan llevar a cabo interacciones humanas, ya sea casas, oficinas, hospitales, museos o parques, básicamente es mejorar la calidad humana a través de arte y emociones.
El primer punto donde se pueden relacionar estas dos, es en la creación de espacios que alimentan el cuerpo y el alma de cualquier persona y brindar algo súper importante que cualquier ser humano necesita, sentirse a salvo.
Todas las personas, por el simple hecho de existir merecen un hogar digno, un lugar donde puedan resguardarse de la naturaleza y un espacio que pueda contar con todas las facilidades necesarias para el ser humano sin importar que el arquitecto este diseñando una mansión o una cárcel; la misión de los arquitectos es que la gente que ocupa sus espacios se sienta satisfecha.
También se puede relacionar estos temas mediante toda la corrupción el incumplimiento de las reglas que afecta directa o indirectamente a muchas personas. El cliente siempre buscara obtener un beneficio propio, ya se monetario o un bien, pero en ningún momento está bien pasar por encima de algo o alguien con el objetivo de sacar beneficio, aquí es donde entra la ética y la moralidad del arquitecto. Durante la obra se llevan a cabo muchos trámites que tienen como finalidad asegurar que la construcción cuente con todas las medidas de seguridad necesarias para poder ser usada.
La sustentabilidad también es un factor muy importante hoy en día, es inaceptable que un edificio no sea sustentable y resiliente. Existen muchas maneras de lograr energías limpias y tener una responsabilidad ambiental. La sustentabilidad no solo tiene impacto en lo ambiental, sino que también tiene un impacto muy fuerte en la sociedad y en la manera de resolver sus conflictos. El arquitecto es responsable de mantener un equilibrio urbano y un equilibrio ecológico con aspectos muy sencillos como respetar la flora y fauna del lugar destinado al proyecto, o reforestar los árboles talados en otra zona de la ciudad. También existe muchos programas para aprovechar al máximo recursos que te dan la misma naturaleza, como las aguas de lluvia o energía solar.
El arquitecto tiene la capacidad de plasmar sus sueños, ideas y conceptos en la vida real, o sea de manera tangible, también hay que tener en cuenta que la arquitectura influye en el estado emocional o incluso espiritual de las personas, esta es una fibra muy sensible que quizá puede cambiar ciertos aspectos en la vida de una persona. Este regalo lleva una responsabilidad muy grande, que es la de cuidar al hombre construyendo lugares seguros y habitables y de ahí es donde viene la relación de la bioética con la arquitectura, ya que ambas tienen el interés y el deber de cuidar la vida y la dignidad de las personas.
Autor: Emilio Rodríguez Soto
Categoría:Bioética
Etiquetas: Arquitectura, Bioética, Bioética para todos, edificios, Ética, sustentabilidad
Las abejas son una especie que trabaja en conjunto como sociedad. Y a su vez favorece a otras especies que se encuentran en su entorno: como las flores, y al mismo humano. Cada una de ellas, dentro de la colmena, están dispuestas a jugar el papel que se les ha sido asignado. Su sociedad es como un reloj suizo que lleva un ritmo preciso para poder alcanzar los objetivos. Juntos como sociedad trabajan, como diría Emilie Durkheim con una solidaridad mecánica, donde se dividen y se estructuran a partir de su funcionalidad. Trabajando como engranes para que al final la sociedad de las abejas se mueva hacia una armonía de todos para todos.
La reina tiene un trabajo especial, siendo única dentro de la sociedad, es quien se reproduce tantas veces sea necesario para las necesidades de la colmena.
Por otra parte, encontramos a las obreras, estas son la fuerza del grupo, y las que buscan la homeostasis social. Son las que salen en busca de polen y las que construyen y mantiene la colmena.
Por último, pero no menos importante, están los zánganos, abejas que dan su vida para la reproducción de más abejas obreras.
Podemos ver que todas tiene sus papeles —una subsidiaridad social—, y en conjunto forman el integrante más importante, la colmena. Es el más importante porque se conforma de todos y todos se conforman de ella, sin ella no podrían estar protegidos ni de los demás ni de ellos mismos.
La colmena es una armadura perfectamente estructurada, en la que no se conforma ni por cuadrados, ni por círculos, si no por hexágonos; una nueva vertiente de pensamiento donde las cosas no son de un todo absoluto ni relativo. Sino que es una unidad de pensamiento basada en el respeto y el trabajo en equipo.
Este último integrante se alimenta del trabajo arduo de las abejas obreras, quienes a pesar de recibir el nombre de “obreras” las vemos como una sociedad en general, de la cual cada uno de los miembros cuenta con un papel fundamental para el cumplimiento de las necesidades de la colmena.
Sin embargo, la colmena tiene una debilidad, sus propios miembros. Por naturaleza, esta está hecha de cera, la cual soporta hasta los 37ºC, después de eso se derrite. Ante este peligro, las abejas obreras se empapan de agua y mantiene fresca la cera que conforma la colmena.
La fuerza de esta estructura no se la da su material, sino los miembros que habitan en ella. Si fuera por ella sola, en pocos días moriría. Son las mismas abejas quienes trabajan por mantenerla viva.
La vida dentro de la colmena se la da el trabajo de las abejas, para que esta se mantenga sana, se requiere de una solidaridad y una aceptación del trabajo de cada una de las ellas.
Autores como Camilo José Cela Conde han publicado y utilizado la metáfora de “La Colmena” como protesta entre clases sociales. Sin embargo, en esta ocasión se utilizará como unión y fortaleza de nuestra sociedad.
No son los obreros los que están abajo, sino los que mantienen la colmena viva. Los obreros somos todos, todos los que nos levantamos día a día en búsqueda de elementos que fortalezcan nuestra sociedad. Que nos levantamos en busca de fortalecer nuestra ética, ya que esta es la única que puede servir como agua para que nuestra colmena no se derrita.
Vemos a una sociedad humana la cual se base en el poder, sin saber cuál es realmente el papel de cada quien. Sin importarnos que todos pertenecemos a la misma colmena, solemos trabajar cada quien por nuestro lado y de forma apática.
Pero hay que darnos cuenta que nuestra colmena está por llegar a los 37º C y después de esto no hay vuelta atrás. Así como la clave de las abejas para que su colmena se mantenerla fresca es trabajar en equipo como una sola, nosotros debemos de empaparnos de los principios éticos que nos permitan refrescar nuestra colmena. Una vez dijo Ayad Akhtar “El secreto de una vida feliz es el respeto. Respeto por ti mismo y respeto hacia otros…” Es por ello que nuestros principios éticos deben de ser de uno para los demás, evitando el mal, obrando con el bien, tratar a los demás como te gustaría ser tratado, aceptar a los demás, evitar juzgar a la persona, pero si a sus actos, entre muchos otros.
Podemos juntarnos y ser más fuertes, no para luchas contra nuestros enemigos, sino para no derretirnos a nosotros mismos.
Autor: María Gabriela Conde Lazos y Mustieles
Categoría:Bioética
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Se ha considerado a las vacunas como uno de los grandes avances dentro de la medicina moderna, dado el hecho de que previenen enfermedades en las que algunas de ellas suelen tener un índice de mortalidad elevado. Recuerdo el tiempo en el que llegamos a hacer diagnóstico de polio (enfermedad invalidante) en niños o de meningitis por pneumococo (índice alto de mortalidad), principalmente en niños que no los habían vacunado. Gracias a la aplicación masiva de vacunas muchas enfermedades ya no se hacen presentes (sarampión, rubeola, paperas, hepatitis B, difteria, tétanos, poliomielitis, tosferina, Haemophilus influenzae tipo b, meningococo C, entre otras).
Sin embargo a pesar del beneficio que aportan estas hay grupos de padres de familia que se manifiestan en contra de la aplicación de vacunas a sus hijos ya que consideran que las vacunas son malas por sus efectos adversos (en la actualidad estos rara vez se presentan y generalmente sin consecuencias). Otros las rechazan por su ideología religiosa, o por ser padres naturistas que confían en la inmunidad natural, otros pertenecen al grupo de escépticos con la industria o bien los que interpretan erróneamente los informes de la Secretaria de Salud.
La realidad es que no podemos aceptar los argumentos que están en contra de las vacunas desde una posición meramente científica y si deberemos buscar lo que es el mejor interés para el niño, mismo que aún no tiene capacidad para decidir si acepta o no la vacuna, en otras palabras deberemos aceptar que es lo más conveniente para el niño relacionado en este caso a su salud (Principio de Beneficencia).
El personal de salud que aplica vacunas deberá de proporcionar información veraz sobre la vacuna(s) que va a aplicar de tal forma que los padres o tutores del niño entiendan perfectamente cuales son las ventajas y/o riesgos al aplicar las vacunas, para que se tome una decisión.
Ante cualquier duda relacionada a vacunas lo mejor es consultar a su médico de confianza y así disipar las interrogantes que pudiera haber.
Autor: Dr. Jorge Adrián Chuck Sepúlveda
Médico Pediatra y Bioeticista.
Universidad Autónoma de Guadalajara.
“La vulnerabilidad es el lugar de nacimiento de la conexión y la ruta de acceso al sentimiento de dignidad. Si no se siente vulnerable, el intercambio probablemente no es constructivo”
– Brene Brown –
La Bioética es “la rama de la ética aplicada que reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos y de políticas públicas para regular y resolver conflictos en la vida social, especialmente en las ciencias de la vida, así como en la práctica y en la investigación médica que afectan la vida en el planeta, tanto en la actualidad como en futuras generaciones” (CONBIOÉTICA, 2014).
Esta definición, aunque correcta, es teórica, y la bioética se vive en el día a día, ya sea en situaciones propias o ajenas y en la mayor parte de las decisiones que tomamos. Desde lo que se come, se usa y cómo nos relacionamos y tratamos a otros seres.
En la actualidad el uso de las redes sociales es excesivo, pues dejan de ser una herramienta y se convierten en un estilo de vida, si no es que, en una vida ´paralela´, en donde se proyecta el ideal de la persona, más que su realidad. En este proceso, en que se olvida la realidad, los defectos y la imperfección de los demás, se enfatiza el defecto propio. Con esta situación la vulnerabilidad y las relaciones humanas se vuelven cada vez más superficiales. Se busca cubrir la propia vulnerabilidad y encontrar la de los demás, de esta forma las relaciones humanas se debilitan, mientras que las que no tienen riesgo se potencializan.
La relación con los animales se ha humanizado en los últimos años, se les da a éstos el cariño y amor que no se tiene el valor para darle a los seres humanos. Los animales solo regresan amor, la relación no representa ningún riesgo, pues lo que se da, es recíproco. No hay miedo de ser rechazado y el cariño que se da se tiene de regreso.
La bioética tiene una base en el trato de la persona y la vida que le rodea, este trato cambia con el tiempo, sin embrago, siempre es importante cuestionar los sucesos, conductas y ritos de la sociedad en la que se está inmerso, por lo que se invita a la reflexión de lo siguiente:
¿Por qué empezamos a conectarnos con los animales y a separarnos de las personas? ¿Qué tiene la relación con el animal qué no tiene la del hombre? ¿Por qué se le prefiere? ¿Qué es lo que nos da tanto miedo de las relaciones humanas? ¿Por qué no se tolera la frustración y se crece con el dolor?
Autor: Evelyn Sa
Categoría:Bioética
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, Brene Brow, Conbioética, Ética, sociabilidad, vulnerabilidad
Se define al trasplante como la intervención quirúrgica por medio de la cual se inserta en una persona un órgano o tejido obtenido de un donador. Para nuestra Ley General de Salud un trasplante consiste en:
la transferencia de un órgano, una porción de tejido o de un grupo de células de una parte del organismo a otra o de un individuo a otro debiendo cumplirse la condición de que se integren al organismo.
Los trasplantes de órganos y tejidos son una realidad que surge de los avances científicos en las ciencias de la salud del siglo XX. Debido a que son procedimientos en los que intervienen factores científicos, sociales, éticos y filosóficos requieren de un marco jurídico adecuado. Hoy en día los trasplantes permiten incrementar las esperanzas de vida de muchas personas que requieren de un órgano sano.
Los trasplantes pueden provenir de donación inter vivos o mortis causa. Los primeros son aquellos que se realizan con un órgano o tejido proveniente de un donador vivo, y en este caso se podrá trasplantar un tejido, órgano o la parte de éste a otra persona, siempre y cuando no implique un riesgo grave para la salud del donante, por lo tanto, no podrán donarse órganos únicos como el corazón, pero si un riñón, parte del hígado, médula ósea, etc.
Los que provienen de donación mortis causa o post mortem son aquellos que se realizan con el órgano o tejido de un donador después de su muerte. En este caso se puede donar cualquier órgano como el corazón, el hígado, las córneas, cerebro, gónadas y hasta el rostro.
En México los trasplantes están debidamente regulados en la Ley General de Salud que fue reformada y adicionada en 2009, en el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de control sanitario de la disposición de órganos, tejidos y cadáveres de seres humanos y en la Norma Técnica número 323 para la disposición de órganos y tejidos de seres humanos con fines terapéuticos.
El trasplante es un tratamiento médico muy complejo, y el único tratamiento que necesita la solidaridad de otras personas, a través de la donación, para llevarse a cabo.
Razones por las cuales todos deberíamos ser donantes de órganos:
- Porque a diario miles de personas en el mundo fallecen por la insuficiencia terminal de un órgano.
- Porque el trasplante es el único tratamiento médico que requiere del apoyo incondicional de la sociedad.
- Porque con este gran acto de solidaridad y generosidad se contribuye a disminuir cada vez más el número de pacientes en lista de espera para un trasplante, única alternativa para mejorar su calidad de vida.
- Porque si en vida fuimos serviciales al prójimo, ¿por qué no seguir siéndolo después de haber dejado de vivir?
- Porque en lugar de dejar los órganos al destino de la descomposición, sería mejor dejarlos a la noble y más solidaria causa de donarlos a personas que esperan un trasplante para poder seguir viviendo o para mejorar su calidad de vida.
Sin donaciones, no hay trasplantes… Por ello la importancia de donar órganos.
Seamos donantes de vida.
Autor: Dora García Fernández
Categoría:Bioética
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