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Categoría: Vida

Verdaderas razones por las que los matrimonios se separan
Verdaderas razones por las que los matrimonios se separan

Cada vez vemos a más parejas que se separan o se divorcian.  Al acercarte a ellas y preguntarles el porque,  la mayoría responden: la cosa no funcionaba…no nos entendimos…mi cónyuge a cambiado…no me dejaba espacio para mi… somos demasiado distintos, o la famosa incompatibilidad de caracteres.

Una de las razones más tristes por la cual un matrimonio fracasa es que ninguno de los cónyuges reconoce su valor hasta que ya es demasiado tarde:   al firmar los papeles de divorcio, repartir los bienes, vivir en departamentos separados, realizan lo mucho que han perdido.

Comparto contigo algunas de las causas reales de estas rupturas, que no quiero decir que son justificables, pero suceden a menudo:

  1. Se busca la propia realización: solo existe la perspectiva del yo, cada uno piensa en sí mismo; se utiliza al cónyuge para realizarse uno mismo,  siendo que el matrimonio es la constitución de algo nuevo en donde no cabe el egoísmo.

  1. No hay conocimiento recíproco: se casan muy jóvenes o con un noviazgo demasiado corto.   Falta fundamentar el amor en un conocimiento mutuo,  ya que en el matrimonio el hombre y la mujer se van conociendo de una forma mucho más realista.

  1. Expectativas exageradas: esperar demasiado del matrimonio, pensar que el noviazgo va a durar toda la vida.     Imaginar que el cónyuge es perfecto, o bien que el casarse puede solucionar los propios problemas familiares o sociales.     Sabemos que la vida en común no es así.

  1. No tener tiempo para estar juntos: es algo que está sucediendo con las parejas actuales:  tienen poco tiempo tranquilo para convivir, dialogar, distraerse, mostrarse afecto.  Viven uno al lado del otro, pero como extraños, sus vidas se asemejan a dos líneas paralelas.

  1. Más hijo/hija que cónyuge: intervienen las familias políticas, la presencia de los suegros es excesiva.  No han logrado ser independientes del padre o de la madre y esto provoca molestias, insatisfacción y pleitos,  cuando el casarte es formar una nueva familia distinta a las de origen.

  1. Falta de conciencia de la diversidad del cónyuge: este es uno de los motivos más comunes y profundos:  no conocer la forma de ser de un hombre o de una mujer.

  1. Falta de comunicación: matrimonios que viven juntos, pero no comunican sus pensamientos, emociones, miedos o metas.   Hablan superficialmente, pero no llegan a lo profundo de su ser.

  1. Faltas de respeto: amor y respeto, no existe uno sin el otro:   gritos, groserías, ademanes, la relación va perdiendo valor.   Si en realidad hay amor, no se hiere a la persona.

  1. Dinero: falta de estabilidad económica. No me refiero a tener mucho dinero, sino a que exista suficiente para vivir adecuadamente y de una forma constante. De aquí la importancia de contar con un trabajo digno y seguro.

  1. Pérdida de confianza: celos exagerados, control con los amigos, la familia, el trabajo daña muchísimo a una relación.

  1. Rutina: hacer siempre lo mismo en diferentes aspectos:  vida diaria, conversaciones, vida sexual, diversiones, etc.   Un buen matrimonio debe luchar contra la rutina.

  1. No perdonar: en la convivencia diaria se viven situaciones constantes que requieren del perdón de uno hacia el otro.    El que no perdona vive lleno de rencores y resentimientos que pueden acabar con la relación.

  1. Abandono moral: ya sea por el trabajo, los amigos, la familia política u otras causas se abandona totalmente al cónyuge, la relación se convierte en una total indiferencia.

Ahora bien, hay razones muy fuertes que llevan a un matrimonio a tomar la difícil decisión de divorciarse:   infidelidad, violencia, alcoholismo u otra adicción, pero estoy convencida que muchas de las causas mencionadas al principio tienen solución y se puede evitar el rompimiento.

Te invito hoy a preguntarte:

         ¿Cómo está mi relación en este momento?

         ¿Soy feliz con él o ella?  ¿Es feliz ella o él conmigo?

         ¿Qué tanto tiempo pasamos juntos?

         ¿Qué puedo cambiar o mejorar con mi pareja?

Recuerda:   ¡todos podemos ser mejores cada día!   El amor no es estático,  sino está creciendo, implica que va disminuyendo.

Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com.   Facebook:  Lucia Legorreta

Vacaciones: Una oportunidad de unión familiar
Vacaciones: Una oportunidad de unión familiar

Sin duda, una de las temporadas que producen mayor inquietud en las madres y padres que trabajan, es la de las vacaciones escolares. Y es que aún cuando las han atrasado un poco, el momento llegará pronto.

Ante esto, seamos honestas y respondamos ¿me gusta que mis hijos estén de vacaciones?, o ¿mi preocupación durante el trabajo es mayor sabiendo que están en casa?

A unas semanas de que inicien, hay tiempo de planear la situación. Si tienes posibilidad de dejar el trabajo por unos días, ¡házlo! Las vacaciones pueden ayudar mucho a la familia si están bien organizadas.  Al salir de la rutina, tenemos la oportunidad de relajarnos, convivir y conocer más de nuestros hijos. Para ello, no hay porqué salir a un lugar lejano o caro, lo importante es hacer algo diferente en familia, que guste y divierta a todos.

Si el trabajo no te permite salir, es recomendable buscar actividades para los hijos: cursos de verano, actividades deportivas, clases de música, pintura; o en caso de ser ya adolescentes algún trabajo relacionado con sus estudios que les ayude a mejorar como personas.

Al sugerir una convivencia más estrecha con la familia, es posible que surjan algunas reflexiones como: ¿Qué tanto me comunico con mis hijos?,  ¿Qué tanto los conozco de verdad: sus gustos, miedos, aspiraciones y preocupaciones?, o bien hasta reconocer que son mis hijos, los quiero mucho, pero son lejanos a mí. Parte de estos cuestionamientos se pueden resolver identificando el tipo de comunicación que hay en el núcleo familiar.

La comunicación con mis hijos

La comunicación es un proceso dinámico que hacemos todos los días: comunicamos ideas, sentimientos, pensamientos, emociones. Parece fácil pero, según terapeutas reconocidos, el 90% de los problemas familiares son por  falta de una buena comunicación.

No es sólo transmitir información: ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué hiciste?,  Mañana tienes que ir a…  o hacer tal cosa. Es realmente saber decirle al otro lo que piensas o sientes y recibir del otro aquello que siente o piensa.

Existen niveles de comunicación en las familias:

– Nivel superficial: viven juntos pero no coinciden, ven televisión pero no hablan o discuten,  los temas que se hablan son banales: ¿Qué tal el clima? ¿Hay mucho tráfico?; el papá trabaja todo el día, la mamá trabaja ya sea en la casa o fuera de ella,  cada hijo anda por su lado.   No hay unión.

– Nivel intermedio: aparentemente están unidos, a veces comparten conversaciones, consejos y opiniones,  no existe intimidad,  cada quien está en su “parcela”.

 – Nivel profundo: se vive en familia, comparten por lo menos una comida al día, hay reuniones familiares, se escuchan, se ayudan y se tienen confianza.

Nuevamente con honestidad, respondamos ¿Cómo es la comunicación con mis hijos?: superficial, intermedia o profunda. Una vez reconocido el modelo, es posible mejorarlo. He aquí algunos consejos para una buena comunicación:

  • Compartir gustos, aficiones, experiencias
  • Hablar con calma
  • Escuchar primero
  • Estar disponible
  • Que todos opinen
  • Corregir a los hijos a solas
  • Alegría y buen humor
  • Respetar a cada miembro de la familia
  • Dar las gracias y pedir las cosas por favor
  • Ser cariñosos y expresivos
  • Ver poco tiempo la televisión
  • Hablar en positivo, evitar las críticas
  • Celebrar fiestas familiares
  • Organizar excursiones, vacaciones y juegos juntos
  • Comer juntos por lo menos una vez al día

Es importante evitar la práctica de ciertas actitudes hacia nuestros hijos como son: burlas, insultos, amenazas, sermones, discusiones sin sentido, juicios, castigos físicos o morales fuertes,  portazos, gritos, caras largas, groserías, callar al otro, o bien, actitudes de indiferencia o superioridad. Estas acciones sólo harán que nuestra comunicación sea cada vez más difícil y lejana.

Con todo esto, te invito a que aproveches el próximo periodo de vacaciones para acercarte más a ellos, para conocer realmente su forma de pensar y de sentir, y que ellos conozcan la tuya,  para que en lugar de que sea una temporada de inquietud, añoremos esta magnífica oportunidad de unión familiar.

Autora: Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.

Correo: cervantes.lucia@gmail.com  

Sitio web: www.lucialegorreta.com

Facebook:  Lucia Legorreta

El significado de ser padre
El significado de ser padre

Mucho se ha hablado del equilibrio que tiene que lograr la mujer entre su familia y su trabajo, sin embargo, estoy convencida que la lucha por este equilibrio es también tarea del hombre. Incluso, valdría la pena preguntarnos ¿hasta dónde tiene el hombre asumida su propia misión en la familia?

Antes de continuar, cambiaré las palabras de hombre y mujer, por las de papá y mamá. Hecho esto, diré que en nuestro país seguimos pensando y viviendo el viejo modelo de pareja en la que el papá es el proveedor o abastecedor económico de su familia, y es quien delega funciones, entre las cuales se encuentra el que la mamá sea quien debe educar a los hijos.

Sin embargo, tanto el padre como la madre de familia pueden dirigir su trabajo a robustecer su YO, a tener popularidad, dinero, a amar su profesión por encima de todas las cosas, o realizarlo buscando el bien de su familia.

En este sentido, considero que el trabajo debe estar subordinado a la familia y no situarlos al mismo nivel, ya que el motor del trabajo es la familia, pero el motor de la familia es mucho más amplio, es el amor.

De hecho, importa menos fracasar en el trabajo si la persona continúa siendo admirada y apoyada por su propia familia. En cambio, una vez rota la familia se incrementa la probabilidad de fracasar también en el trabajo.

Esto lo digo porque los hijos necesitan, desde que nacen, el apoyo y apego de su padre. La excesiva presencia del padre en el trabajo, no justifica su ausencia en la vida de familia. Hoy en día, esto es un punto importantísimo y considero que muchos de los padres actuales ni siquiera se han planteado el problema.

Se ha demostrado que la ausencia física del padre puede hacer mucho más daño psicológico a su hijo que la natural ausencia que se produce cuando el padre muere.

Algunas de las consecuencias – estudiadas por expertos- ante la ausencia del padre pueden ser: disfunciones cognitivas, déficits intelectuales, privación afectiva, inseguridad, baja autoestima o mal desarrollo de la identidad sexual

Recuerdo lo que dice Aquilino Polaino, gran psiquiatra y profesor universitario, al señalar que: “algunos de mis alumnos tienen problemas y no los tendrían, seguro estoy de ello, si hubieran tenido el necesario afectivo y efectivo contacto con su respectivo padres varones….en muchos de ellos se advierte el hambre de paternidad, que sólo puede satisfacerla su propio padre”.

También en la Universidad de Valencia se ha investigado al respecto. Ahí se llevó a cabo un estudio entre niños de siete y catorce años, preguntándoles cuáles eran las dos cosas que los hacía más felices; casi un 90% contestó: estar con mis papás y tener hermanos.

Reconozcamos que muchas veces los papás estamos inmersos en el trabajo con la idea de generar bienes materiales, pero nos olvidamos de estar con los hijos, en especial, es el hombre quien se pierde de ese gran valor y satisfacción que da el ser un auténtico padre de familia.

En el matrimonio y en el hogar hay dos cabezas que pueden alternarse, suplirse, complementarse, delegarse, o actuar simultáneamente según convenga a los hijos y a la familia.

Sin duda, más allá de la parte económica lo que realmente nos debe importar es el patrimonio vital, esto es, las vivencias que desde niños guardamos en el corazón y que recordamos por siempre.

De ahí que puede ser interesante preguntarnos ¿Qué nos gustaría que nuestros hijos recordaran de nosotros como padres, de la educación que les estamos dando? O simplemente ¿Qué recuerdos tenemos de nuestro papá?

Si tu respuesta no es tan clara, ahora es el momento de hacer cambios que nos haga replantear el significado de la paternidad, vale la pena intentarlo ¿no crees?

Autor: Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.

Contacto: lucia@gmail.com

Sitio web: www.lucialegorreta.com

Facebook: Lucia Legorreta

Madres trabajadoras:  Una gran fuerza
Madres trabajadoras: Una gran fuerza

Mamá, una de las primeras palabras que aprendemos a decir al crecer.   Los datos nos indican que en México residen 40.8 millones mujeres mayores de 15 años, de las cuales 71.6% han tenido al menos un hijo.    Es decir: siete de cada diez.

A lo largo de la historia las madres han jugado un papel fundamental en la sociedad.  Cada vez vemos a más padres involucrados en la educación de los hijos, pero sigue siendo la mujer la principal educadora.

Los niños pequeños necesitan la guía de ellas para aprender cómo cuidar de sí mismos, y muchas veces es el papel de la madre enseñar habilidades básicas de la vida a sus hijos. Parte de esto es andar creando límites para los niños puedan seguir o protegerse.

La evidencia psicológica ha demostrado que, si la relación entre la madre y el niño es fuerte, entonces ese niño tiene más probabilidades de crecer con una vida estable y feliz. Los niños que no reciben el amor y el cuidado de sus madres tienen una mayor probabilidad de tener problemas de fijación y las cuestiones de seguridad emocionales. Además de dar a luz o en su caso adoptarlos, las madres dan a luz a niños que crecen un día para convertirse en miembros contribuyentes de la sociedad.

Muchas madres hacen grandes sacrificios para sus hijos. Y hoy en día el papel de la madre se ha diversificado mucho, ya sea por decisión de mantener una carrera profesional, por las necesidades económicas o por las diversas razones que las impulsen hoy en día muchas mujeres no solo se encargan de la crianza de sus hijos, sino que también son parte de la fuerza laboral.

Si eres una mamá que está educando sola y que trabaja fuera de casa,  te recomiendo algunas medidas que pueden ayudarte:

– Padre y madre al mismo tiempo:   hombres y mujeres tenemos diferentes formas de educar, por lo que es recomendable encontrar figuras paternas cercanas que puedan ayudarte en situaciones especiales o periódicas.   Puede ser el abuelo, un tío, hermano o primo que te apoyen para tocar temas de estudios, sexualidad, amigos o posibles peligros.

– Habla mucho con tus hijos:  explícales porque sales a trabajar y estás menos tiempo con ellos.   Háblales de cómo te sientes, de tus alegrías y tristezas;  preocupaciones y logros.   Para que sepan y vivan esta realidad contigo.

– Establece límites:  aunque estés fuera de casa mucho tiempo es indispensable que en tu hogar existan reglas y límites.    Es fácil caer en el error de compensar el tiempo fuera de casa con regalos, permisos y poca exigencia.

– Dedícate tiempo a ti misma:    las madres trabajadoras se exigen demasiado y se olvidan de su persona.    Es importante que busques distracciones, pasatiempos, diversiones y que no te olvides de lo importante que eres:   visitas al doctor, alimentación, vida espiritual, entre otras.

¿Cuántas madres trabajamos?

Las cifras revelan que el  96 % de las mujeres con hijos participan en la producción de bienes y servicios. En México, por cada 10 horas de carga total de trabajo remunerado y no remunerado realizadas por las mujeres, los hombres realizan 8.3 horas.

Algunos critican a las madres trabajadoras.  Se llevó a cabo un estudio con el que, se comprobó que el ser una madre trabajadora no repercute negativamente en los hijos, todo lo contrario, estos serán los próximos triunfadores del mundo, unos adultos con éxito y un futuro brillante.

De la misma forma las madres que no trabajan y se dedican 100 por ciento al hogar también benefician a sus hijos de formas diversas e importantes, esto sin dejar de tomar en cuenta que ser ama de casa también conlleva tiempo, dedicación y esfuerzo no remunerado económicamente.

No obstante, lo anterior,  sea que la mujer decida ser madre trabajadora o dedicarle todo el tiempo del día a sus hijos, siendo que ninguna de las opciones está exenta de dificultades, beneficios y responsabilidades,   se debe respetar la decisión de las mujeres ya que cada una contribuye de su manera en gran medida al desarrollo de la sociedad.

¡Una gran ovación a las madres, que se merecen toda nuestra admiración y respeto!

Autor: Lucía Legorreta de Cervantes

Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.

cervantes.lucia@gmail.com  

www.lucialegorreta.com.  

Facebook:  Lucia Legorreta

FEMINISMO: ¿Hemos ganado o perdido las mujeres?
FEMINISMO: ¿Hemos ganado o perdido las mujeres?

Durante los últimos años, el papel de la mujer ha cambiado muchísimo. Retrocedamos tres generaciones y veamos cómo las mujeres nacidas en los años treinta, muy pocas trabajaban o estudiaban.  Se casaban muy jóvenes, de catorce o quince años; se dedicaban de lleno a su casa, a su marido, las familias eran más grandes: el promedio de hijos por mujer en los años sesenta, en México, era de siete; no trabajaban a menos que fuera necesario.

Con las mujeres que nacieron en los años cincuenta y sesenta, se inició el cambio: empezamos a estudiar, a formarnos, a trabajar, a votar. Las oportunidades de trabajo y realización se incrementaron en los campos políticos, laborales, económicos y sociales.  Las familias se vieron reducidas a dos o tres hijos: aparece el movimiento feminista y una nueva forma de vida en la cual la mujer compagina familia y trabajo.

Ahora prácticamente las mujeres jóvenes estudian o estudiarán preparatoria, muchas terminarán una carrera y hasta una maestría;  piensan trabajar, hablar varios idiomas, saber de computación, tienen pensado el número de hijos que les gustaría tener (uno o dos máximo); no se quieren casar a temprana edad.  En fin, su vida es muy diferente a la de sus abuelas o la de sus mamás.

El día típico de una mujer ejecutiva o profesionista que está casada y tiene un empleo de gran responsabilidad en una empresa, es mucho más ajetreado y estresante que el de la mujer de hace unas décadas.   Muy probablemente se inicia en las primeras horas de la mañana y no termina antes de las once de la noche. Su trabajo puede incluir varios viajes al mes, comidas o cenas fuera de casa, largos horarios de oficina y por supuesto estar disponible en su celular para cuando la necesiten.

Si bien estas condiciones de trabajo son las mismas para los hombres, para una mujer estas actividades se suman a las responsabilidades de atender el hogar y a los hijos, y en algunas ocasiones a sus propios padres.

Encontramos entonces mujeres luchando día a día por ser buenas profesionistas, esposas, madres, amigas e hijas;  haciendo ejercicio para estar en forma; buscando métodos de belleza para estar guapas y atractivas; asistiendo a reuniones sociales y terminando muchas de ellas totalmente agotadas, estresadas o hasta deprimidas a lo largo de los años.

Por un lado, acepto esta realidad en el cambio de la mujer. Me parece algo maravilloso ya que tenemos más oportunidades que antes; pero por otro lado, percibo el gran riesgo que tenemos de caer en un desequilibrio de vida, que nos lleve a descuidar nuestra esencia como mujeres, como madres y como esposas.

¿Quién inventó eso del Feminismo?, me preguntaba una amiga, si hace unos años estábamos tan contentas, y ahora resulta que tenemos que ser súper mujeres: hacer de todo y hacerlo bien.

La liberación femenina ha traído, sin duda, muchos beneficios. No obstante, en este camino se han perdido algunas ventajas, tales como el tiempo libre, la serenidad y vivir con más sencillez.

¿Dónde está aquella mamá tranquila y en paz a la que encontrabas en su casa por las tardes?  ¿Dónde está aquella esposa que estaba al pendiente de las necesidades de su cónyuge?  ¿Dónde está aquella mujer que vivía feliz y serena?

Como todo en esta vida,  el equilibrio es lo más deseable.  Estoy convencida de que no podemos y no queremos volver a las condiciones de hace tiempo, pero tampoco me convence la vida que nos estamos auto imponiendo.

Vivamos un Feminismo en equilibrio. Esto implica el realizarnos como mujeres en el campo laboral, pero también realizarnos como mujeres en el campo familiar y personal y no permitir que este dizque feminismo nos llene de ideas absurdas de competir con los hombres y hasta de vivir peleados con ellos.

Recobremos nuestra feminidad, ¡para que resurjan los caballeros de antes! El sentirnos protegidas por un hombre no es señal de debilidad, dejémonos consentir y conquistar por ellos, y comprobaremos cuánto más felices podemos ser. 

Autor: Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.comFacebook:  Lucia Legorreta

Matrimonio: unidad y procreación.
Matrimonio: unidad y procreación.

Es muy importante, en esta época que estamos viviendo, reflexionar sobre algunos aspectos importantes que llevan a un hombre y a una mujer a dar el paso trascendente, del matrimonio.

Pareciera obvio, pero aun así es fundamental recordar que lo que motiva, sostiene y hace perdurar este vínculo, es el amor.

No obstante, pareciera que hoy en día existe una enorme confusión en el significado del amor, en un sentido profundo y serio.

Ya en algún artículo anterior, se decía que el amor es un proceso que implica el compromiso integral de la persona: su corporeidad, su afectividad, su inteligencia y su voluntad.

El amor del que se compromete al matrimonio, debe ser: total, reciproco, único, fiel, indisoluble y fecundo. No es poca cosa.

Este amor, del que hablamos, tiene consecuencia en el matrimonio dos aspectos fundamentales, que le caracterizan. Sin ellos, la realidad es que el vínculo matrimonial (visto desde la evidencia), no existe.

Unidad y procreación: consecuencias, frutos y valores propios del matrimonio que es producto del amor.

La unidad, supone que el hombre y la mujer que se aman, unen sus vidas en un proyecto común, muy peculiar: amarse el uno al otro. Amarse desde su corporeidad, en su sexualidad; amarse desde su inteligencia, jugando cada cual su propio rol, individual, característico de su persona, pero orientado al bien del otro; amarse desde su voluntad, aceptando virtudes y defectos, siendo subsidiarios: ofreciendo lo bueno de cada uno y supliendo y apoyando en el error.

Desafortunadamente el mundo actual, promueve una igualdad mal entendida entre hombre y mujer, que obstaculiza esta complementariedad. No se malentienda, hombre y mujer son iguales en dignidad. Esta dignidad presupone que cada cual tiene los mismos derechos de persona, las mismas oportunidades de persona.

No obstante, debe reconocerse la diferencia. Una diferencia que no es genital, sino sexuada. Cada uno posee características distintas, no superiores e inferiores, distintas, que bien aceptadas y asumidas, se complementan a la perfección.

La procreación es el otro aspecto inseparable del matrimonio. La unión que tiene como proyecto final el amor, no puede estar cerrado a la consecuencia natural que es la procreación.

Otras especies animales, capaces de reproducirse a partir de la copula, lo hacen por instinto. Instinto de conservación de la propia especie. Los “rituales” de cortejo buscan la selección del más fuerte, que se reproduzca con una mayor oportunidad de sobrevivir y dar continuidad…a la especie.

Entre las personas, la copula, es relación, relación entre personas. El vínculo de esa relación es el amor, no el instinto.

Es entonces que esa relación, producto del amor, no puede estar cerrada a la vida. El celo humano no existe, la posibilidad de la relación sexual es abierta, como abierto es el amor y abierta es la vida.

El que se ama, no puede dejar de ver en la procreación, el fruto del amor mutuo, del compromiso mutuo.

Estoy seguro querido lector que si repasas estas sencillas palabras junto con la persona a la que amas, con toda claridad descubrirás que no son simples palabras, sino realidad que nace de tu corazón. Dar el paso, con compromiso, es lo que sigue.

Ya nos veremos en el siguiente artículo, también relacionado con el matrimonio.

MBPP.

Matrimonio: El valor del cuerpo.
Matrimonio: El valor del cuerpo.

Muy queridos lectores, este será el primer artículo de varios en los que hemos de hablar del matrimonio.

Ustedes se preguntarán porque en un espacio de Bioética hablaremos de este tema. En este primer artículo, trataremos de explicarlo.

Cómo hemos dicho, la Bioética se ocupa de analizar y establecer aquello que es bueno para la vida, especialmente para la persona humana.

Para todos nosotros resulta evidente que la persona es un ser de relación. Esto significa que, por su propia naturaleza, el hombre necesita de otros iguales que él, no solo para ser mejores, sino inclusive para sobrevivir. Como ejemplo, mencionare un tema muy de moda: la comunicación. Su desarrollo está fundamentado en esta necesidad de relación. Aún y con todos los avances tecnológicos, ninguno de estos ha logrado superar al lenguaje, fenómeno peculiar y muy complejo, propio únicamente de la persona humana.

Pues bien, de las relaciones que el ser humano es capaz de desarrollar, la más rica y fructífera es la familia. Un grupo de personas con una vida común, que les permite satisfacer sus necesidades y crecer en un medio seguro que contribuya al bien de cada uno de sus miembros a través de un lazo, también peculiar, que es el amor.

El principio de la familia, es una pareja que decide unirse para convivir bajo un mismo techo, contribuyendo a un objetivo común: caminar por la vida, para lograr la plenitud.

¿Pero cómo es que el ser humano puede relacionarse: comunicarse, amar y ser amado?

El medio a través del cual esto es posible, es el cuerpo.

Nuevamente, volviendo a la evidencia (aquello que la realidad nos muestra) las personas, si bien iguales… (porque somos personas) somos distintas. Nuestro cuerpo es sexuado. Somos hombres o mujeres.

Unos y otras, de suyo, poseemos características particulares, en lo biológico, en lo psíquico, en lo físico, etc.., que nos diferencia, pero que bien visto, nos complementa.

De lo anteriormente expuesto, podemos concluir lo siguiente:

  1. Es a través del cuerpo que la persona humana se desempeña en el mundo.
  2. El cuerpo es sexuado, distinto desde su propia naturaleza: hombre y mujer.
  3. La plenitud de la persona está en la relación con los demás, para llegar a la plenitud.
  4. La relación primordial de la persona humana es la familia.
  5. La familia inicia en una relación de pareja.
  6. La pareja se complementa: hombre y mujer (equilibrio)
  7. El matrimonio formaliza en el compromiso el nexo fundamental: el amor.

Ya nos encontraremos queridos lectores en el próximo artículo, en el que seguiremos profundizando en el tema del matrimonio.

MBPP.

Cuidados paliativos y voluntades anticipadas.
Cuidados paliativos y voluntades anticipadas.

María es una mujer de ochenta años que ha gozado de buena salud. En una visita rutinaria a su médico, se descubre que sufre de Cáncer de pulmón, en estado muy avanzado. El pronóstico es que María no podrá sobrevivir a la enfermedad y cuenta solamente con unos pocos meses de vida.

Al conocer la noticia, María se angustia mucho, no por ella, reconoce que a su edad es el camino natural. Su sufrimiento consiste en la incertidumbre de lo que ha de ocurrir, faltando ella, con su esposo mayor que ella, que no puede valerse por sí mismo y de su hija mayor que sufre de un retraso mental profundo. Si bien, cuentan con lo necesario para vivir modestamente gracias a la pensión de ambos, no hay quien vele por ellos faltando ella.

María y su esposo tienen otro hijo que vive en los Estados Unidos, tienen alguna comunicación, pero ni él puede visitarles por su situación económica, ni ellos pueden viajar a la ciudad en que vive.

Los especialistas que comienzan a atender a María, reconocen este como su mayor dolor y comienzan a hacer los esfuerzos necesarios para que el hijo se entere de la situación, visite a sus padres y pueda determinarse la forma en que esposo e hija de María reciban los cuidados necesarios al morir ella.

Pocas semanas después y gracias a sus gestiones, Marcos visita a sus padres, tiene la oportunidad de despedirse de María, dándole la tranquilidad de que él y su familia les han de atender faltando ella.

María muere a los pocos días, en paz, tranquila y alegre. Marcos cumple la promesa hecha a su madre y nuevamente con la ayuda de los médicos, consiguen la forma de llevar a su padre y hermana a vivir con él.

María no recibió ningún tratamiento para luchar contra su enfermedad.

Ustedes, queridos lectores, creen que este es un caso de ficción que me inventé con romanticismo y buena voluntad. Debo decir que poco más o menos es una situación real.

Estaremos movidos a juzgar con dureza y opinar que los médicos han hecho mal al distraer su atención en un tema “secundario”, en lugar de avocarse a tratar de prolongar la vida de María a través de tratamientos agresivos, quimioterapias, radioterapias o tratamientos experimentales.

Nuestra naturaleza, como ya hemos dicho, nos mueve en defensa de la vida, que es nuestro valor fundamental (en una adecuada jerarquía de valores). No obstante, como hemos dicho, María murió en paz cuando tuvo que morir y lo hizo llena de respeto y amor. Murió dignamente.

Los médicos que le atendieron, eran especialistas en medicina paliativa (de los cuales hay muy pocos en nuestro país).

Paliar, significa mitigar y en medicina mitigar los efectos de una enfermedad, incurable, irreversible, progresiva y que se pronostica con menos de seis meses de vida. Es decir, una enfermedad terminal.

Los objetivos de esta especialidad médica son muy concretos: mantener a la persona alimentada e hidratada; limpia y bien atendida en un lugar digno; hacer todos los esfuerzos para eliminar o disminuir el dolor y dar la atención humana y espiritual que el paciente requiere. A este esfuerzo llamamos métodos ordinarios o tratamientos ordinarios.

En nuestra cultura, el médico debe prevenir o curar, en esto se invierte muchísimo dinero. Al enfermo terminal se proporcionan cuidados paliativos, cuando ya se encuentra en franca agonía, habiendo desperdiciado un tiempo invaluable para que la persona llevara una buena calidad de vida.

Es conveniente, que cada uno de nosotros, con mucha madurez hablemos con los más cercanos, dándoles a conocer lo que nos gustaría que se hiciera en caso de ser víctimas de una enfermedad terminal.

Por otro lado, también es valioso saber que, en la Ciudad de México, existe la Ley de Voluntades Anticipadas, que garantiza que, al paciente en estado terminal, que no pueda expresar su voluntad en ese momento, le sea tratado conforme él o ella decidan, a través de un representante legal, específico para ello y que hará valer esa decisión.

El “testamento vital” debe hacerse ante Notario Público y no necesariamente debe renunciar a los cuidados extraordinarios, sino expresar con toda claridad la voluntad del paciente para ser atendido conforme su propia decisión, en caso de enfrentar, se repite, una enfermedad terminal.

Con esta reflexión quedamos, queridos lectores, esperando encontrarnos de nuevo, muy pronto.

MBPP.

¿Hasta cuándo debe lucharse para conservar la vida?
¿Hasta cuándo debe lucharse para conservar la vida?

Recuerdo vívidamente la tristeza y frustración de mi hija, al comentarnos aquella primera vez en que fue testigo de la muerte de un paciente en el hospital en el que realizaba sus primeras prácticas de medicina. No podía comprender como médicos y enfermeras detuvieron todo esfuerzo por reanimar a la persona.

La medicina es para curar y los médicos para defender la vida, pero ¿Hasta dónde es bueno, llevar este esfuerzo?

Nos aferramos naturalmente a la vida, es el medio para trascender y procurar la felicidad. Amamos la vida como el mayor de los dones, pero la muerte, es tan natural como la vida. Llegará inexorablemente a cada uno de nosotros, cuando así deba ser. Es un gran misterio, pero misterio que hay que aceptar con toda humildad.

Es por ello, que la Bioética procura una atención especial a los tratamientos médicos que se practican, sobre todo en personas que sufren de enfermedades crónicas o terminales.

Siempre será el primer criterio, pensar en la persona y no en la enfermedad. Hay circunstancias en que será más valioso procurar la mejor calidad de vida, mientras esta se conserva, que luchar por prolongarla.

De lo contrario, sin juicio de la intención que motive a médicos o familiares, se cae en el gran riesgo de prolongar inútilmente la vida a costa de un mayor sufrimiento del paciente enfermo a través de la aplicación de tratamientos excesivos, experimentales o artificiales (tratamientos extraordinarios). A esto llamamos, ensañamiento terapéutico.

¿Cómo juzgar, si un esfuerzo terapéutico es excesivo o no?, es complicado. No hay recetas y depende estrictamente de cada caso, no obstante, será necesario considerar:

A). La condición de edad y salud del paciente. Si se trata de un enfermo crónico (enfermedad incurable, progresiva e irreversible) o terminal (las mismas condiciones del enfermo crónico, agravadas por un pronóstico de vida menor a seis meses).

B). El beneficio que el paciente ha de obtener, equiparado a las molestias y reacciones colaterales que ha de sufrir con el tratamiento.

C). La disposición del paciente para recibir el tratamiento (sin que esto suponga acceder a un deseo de muerte).

Si bien estos criterios son de carácter bioético, la legislación mexicana las observa, especialmente en la NOM-011-SSA3-2014, Criterios para la atención de enfermos en situación terminal a través de cuidados paliativos.

Cabe aclarar, que debido al temor de caer en el ensañamiento (obstinación) terapéutico, algunos países han legislado sobre el derecho de las personas para decidir de manera anticipada sí su voluntad es recibir o no tratamientos extraordinarios (especialmente resucitación y conexión a ventiladores). Es ya el caso de la Ciudad de México, que cuenta con la Ley de Voluntades Anticipadas, que en la actualidad es demasiado ambigua, no obstante, esto lo trataremos de manera más profunda en un artículo posterior.

MBPP.

El final de la Vida…. ¿Cuándo morimos?
El final de la Vida…. ¿Cuándo morimos?

Principio y final de la vida, temas trascendentales para la persona humana que le interesan a cada uno de nosotros. Todos hemos llegado al mundo y algún día tendremos, inexorablemente que irnos. Es por ello que la Bioética, debe considerarlos fundamentales.

El conocimiento de la anatomía y fisiología del cuerpo humano, que permanentemente descubre alguna maravilla más de nuestros cuerpos permite también el que tengamos una idea más clara de cuando nos vamos.

Antaño, el paro cardiorrespiratorio, era indicio innegable de nuestra partida. Aun y cuando, desde el siglo XVI se hablaba de la “insuflación artificial”, no fue sino hasta 1960, cuando formalmente se reconocen e implementan los procedimientos de Reanimación Cardiopulmonar (RCP), que han permitido desde entonces, salvar muchas vidas.

Entonces, ¿Cuándo sobreviene la muerte? No deja de ser aun un gran misterio.

Actualmente, se considera que la muerte sobreviene cuando el cerebro, el cerebelo y el tallo cerebral han perdido sus funciones. Es el tallo cerebral el que controla las funciones vitales. La circulación de la sangre por acción del corazón y el trabajo pulmonar, dependen de ello. Esto se considera “muerte encefálica”, irreversible del todo.

Sin embargo, es importante distinguir que no siempre que hay un daño cerebral, hay muerte encefálica. El cerebro humano puede perder algunas de sus funciones, incluso a un grado muy profundo, sin que esto suponga la muerte.

Puede ocurrir, por ejemplo, que un paciente presente en un estudio de encefalograma, actividad casi nula, lo que llaman los médicos un “encefalograma en línea”. Esto representa que la corteza cerebral (la parte más superficial del cerebro y que es responsable de las funciones complejas) está dañada, pero no que la persona esté muerta; incluso si los reflejos (reacción de las pupilas) no responden, tampoco representan la muerte.

Nuestra legislación previene con claridad, que, para declarar la muerte clínica de una persona, deberán presentarse al menos dos encefalogramas en línea, falta de reflejos y la imposibilidad de respirar de manera autónoma.

Si bien el cadáver de una persona, siempre debe ser respetado, es una responsabilidad de familiares, equipos médicos y de apoyo sanitario reconocer, que mientras que la muerte clínica no sea declarada, que mientras hay vida, nos encontramos frente a una persona, que por incapacitada que esté, merece todo el respeto a su dignidad.

Quede hasta aquí la reflexión querido lector y hemos de continuar con este tema en los próximos artículos.

MBPP.