María es una mujer de ochenta años que ha gozado de buena salud. En una visita rutinaria a su médico, se descubre que sufre de Cáncer de pulmón, en estado muy avanzado. El pronóstico es que María no podrá sobrevivir a la enfermedad y cuenta solamente con unos pocos meses de vida.
Al conocer la noticia, María se angustia mucho, no por ella, reconoce que a su edad es el camino natural. Su sufrimiento consiste en la incertidumbre de lo que ha de ocurrir, faltando ella, con su esposo mayor que ella, que no puede valerse por sí mismo y de su hija mayor que sufre de un retraso mental profundo. Si bien, cuentan con lo necesario para vivir modestamente gracias a la pensión de ambos, no hay quien vele por ellos faltando ella.
María y su esposo tienen otro hijo que vive en los Estados Unidos, tienen alguna comunicación, pero ni él puede visitarles por su situación económica, ni ellos pueden viajar a la ciudad en que vive.
Los especialistas que comienzan a atender a María, reconocen este como su mayor dolor y comienzan a hacer los esfuerzos necesarios para que el hijo se entere de la situación, visite a sus padres y pueda determinarse la forma en que esposo e hija de María reciban los cuidados necesarios al morir ella.
Pocas semanas después y gracias a sus gestiones, Marcos visita a sus padres, tiene la oportunidad de despedirse de María, dándole la tranquilidad de que él y su familia les han de atender faltando ella.
María muere a los pocos días, en paz, tranquila y alegre. Marcos cumple la promesa hecha a su madre y nuevamente con la ayuda de los médicos, consiguen la forma de llevar a su padre y hermana a vivir con él.
María no recibió ningún tratamiento para luchar contra su enfermedad.
Ustedes, queridos lectores, creen que este es un caso de ficción que me inventé con romanticismo y buena voluntad. Debo decir que poco más o menos es una situación real.
Estaremos movidos a juzgar con dureza y opinar que los médicos han hecho mal al distraer su atención en un tema “secundario”, en lugar de avocarse a tratar de prolongar la vida de María a través de tratamientos agresivos, quimioterapias, radioterapias o tratamientos experimentales.
Nuestra naturaleza, como ya hemos dicho, nos mueve en defensa de la vida, que es nuestro valor fundamental (en una adecuada jerarquía de valores). No obstante, como hemos dicho, María murió en paz cuando tuvo que morir y lo hizo llena de respeto y amor. Murió dignamente.
Los médicos que le atendieron, eran especialistas en medicina paliativa (de los cuales hay muy pocos en nuestro país).
Paliar, significa mitigar y en medicina mitigar los efectos de una enfermedad, incurable, irreversible, progresiva y que se pronostica con menos de seis meses de vida. Es decir, una enfermedad terminal.
Los objetivos de esta especialidad médica son muy concretos: mantener a la persona alimentada e hidratada; limpia y bien atendida en un lugar digno; hacer todos los esfuerzos para eliminar o disminuir el dolor y dar la atención humana y espiritual que el paciente requiere. A este esfuerzo llamamos métodos ordinarios o tratamientos ordinarios.
En nuestra cultura, el médico debe prevenir o curar, en esto se invierte muchísimo dinero. Al enfermo terminal se proporcionan cuidados paliativos, cuando ya se encuentra en franca agonía, habiendo desperdiciado un tiempo invaluable para que la persona llevara una buena calidad de vida.
Es conveniente, que cada uno de nosotros, con mucha madurez hablemos con los más cercanos, dándoles a conocer lo que nos gustaría que se hiciera en caso de ser víctimas de una enfermedad terminal.
Por otro lado, también es valioso saber que, en la Ciudad de México, existe la Ley de Voluntades Anticipadas, que garantiza que, al paciente en estado terminal, que no pueda expresar su voluntad en ese momento, le sea tratado conforme él o ella decidan, a través de un representante legal, específico para ello y que hará valer esa decisión.
El “testamento vital” debe hacerse ante Notario Público y no necesariamente debe renunciar a los cuidados extraordinarios, sino expresar con toda claridad la voluntad del paciente para ser atendido conforme su propia decisión, en caso de enfrentar, se repite, una enfermedad terminal.
Con esta reflexión quedamos, queridos lectores, esperando encontrarnos de nuevo, muy pronto.
MBPP.
Recuerdo vívidamente la tristeza y frustración de mi hija, al comentarnos aquella primera vez en que fue testigo de la muerte de un paciente en el hospital en el que realizaba sus primeras prácticas de medicina. No podía comprender como médicos y enfermeras detuvieron todo esfuerzo por reanimar a la persona.
La medicina es para curar y los médicos para defender la vida, pero ¿Hasta dónde es bueno, llevar este esfuerzo?
Nos aferramos naturalmente a la vida, es el medio para trascender y procurar la felicidad. Amamos la vida como el mayor de los dones, pero la muerte, es tan natural como la vida. Llegará inexorablemente a cada uno de nosotros, cuando así deba ser. Es un gran misterio, pero misterio que hay que aceptar con toda humildad.
Es por ello, que la Bioética procura una atención especial a los tratamientos médicos que se practican, sobre todo en personas que sufren de enfermedades crónicas o terminales.
Siempre será el primer criterio, pensar en la persona y no en la enfermedad. Hay circunstancias en que será más valioso procurar la mejor calidad de vida, mientras esta se conserva, que luchar por prolongarla.
De lo contrario, sin juicio de la intención que motive a médicos o familiares, se cae en el gran riesgo de prolongar inútilmente la vida a costa de un mayor sufrimiento del paciente enfermo a través de la aplicación de tratamientos excesivos, experimentales o artificiales (tratamientos extraordinarios). A esto llamamos, ensañamiento terapéutico.
¿Cómo juzgar, si un esfuerzo terapéutico es excesivo o no?, es complicado. No hay recetas y depende estrictamente de cada caso, no obstante, será necesario considerar:
A). La condición de edad y salud del paciente. Si se trata de un enfermo crónico (enfermedad incurable, progresiva e irreversible) o terminal (las mismas condiciones del enfermo crónico, agravadas por un pronóstico de vida menor a seis meses).
B). El beneficio que el paciente ha de obtener, equiparado a las molestias y reacciones colaterales que ha de sufrir con el tratamiento.
C). La disposición del paciente para recibir el tratamiento (sin que esto suponga acceder a un deseo de muerte).
Si bien estos criterios son de carácter bioético, la legislación mexicana las observa, especialmente en la NOM-011-SSA3-2014, Criterios para la atención de enfermos en situación terminal a través de cuidados paliativos.
Cabe aclarar, que debido al temor de caer en el ensañamiento (obstinación) terapéutico, algunos países han legislado sobre el derecho de las personas para decidir de manera anticipada sí su voluntad es recibir o no tratamientos extraordinarios (especialmente resucitación y conexión a ventiladores). Es ya el caso de la Ciudad de México, que cuenta con la Ley de Voluntades Anticipadas, que en la actualidad es demasiado ambigua, no obstante, esto lo trataremos de manera más profunda en un artículo posterior.
MBPP.
Principio y final de la vida, temas trascendentales para la persona humana que le interesan a cada uno de nosotros. Todos hemos llegado al mundo y algún día tendremos, inexorablemente que irnos. Es por ello que la Bioética, debe considerarlos fundamentales.
El conocimiento de la anatomía y fisiología del cuerpo humano, que permanentemente descubre alguna maravilla más de nuestros cuerpos permite también el que tengamos una idea más clara de cuando nos vamos.
Antaño, el paro cardiorrespiratorio, era indicio innegable de nuestra partida. Aun y cuando, desde el siglo XVI se hablaba de la “insuflación artificial”, no fue sino hasta 1960, cuando formalmente se reconocen e implementan los procedimientos de Reanimación Cardiopulmonar (RCP), que han permitido desde entonces, salvar muchas vidas.
Entonces, ¿Cuándo sobreviene la muerte? No deja de ser aun un gran misterio.
Actualmente, se considera que la muerte sobreviene cuando el cerebro, el cerebelo y el tallo cerebral han perdido sus funciones. Es el tallo cerebral el que controla las funciones vitales. La circulación de la sangre por acción del corazón y el trabajo pulmonar, dependen de ello. Esto se considera “muerte encefálica”, irreversible del todo.
Sin embargo, es importante distinguir que no siempre que hay un daño cerebral, hay muerte encefálica. El cerebro humano puede perder algunas de sus funciones, incluso a un grado muy profundo, sin que esto suponga la muerte.
Puede ocurrir, por ejemplo, que un paciente presente en un estudio de encefalograma, actividad casi nula, lo que llaman los médicos un “encefalograma en línea”. Esto representa que la corteza cerebral (la parte más superficial del cerebro y que es responsable de las funciones complejas) está dañada, pero no que la persona esté muerta; incluso si los reflejos (reacción de las pupilas) no responden, tampoco representan la muerte.
Nuestra legislación previene con claridad, que, para declarar la muerte clínica de una persona, deberán presentarse al menos dos encefalogramas en línea, falta de reflejos y la imposibilidad de respirar de manera autónoma.
Si bien el cadáver de una persona, siempre debe ser respetado, es una responsabilidad de familiares, equipos médicos y de apoyo sanitario reconocer, que mientras que la muerte clínica no sea declarada, que mientras hay vida, nos encontramos frente a una persona, que por incapacitada que esté, merece todo el respeto a su dignidad.
Quede hasta aquí la reflexión querido lector y hemos de continuar con este tema en los próximos artículos.
MBPP.
Durante los últimos años, ha proliferado la tendencia por parte de algunos sectores sociales sobre dejar de utilizar a los animales en los laboratorios para la investigación científica y el desarrollo de técnicas, tratamientos y vacunas que contribuyan a la cura y prevención de enfermedades en las personas.
Para poder hacer un juicio sobre este tema, habrá que partir de distintos puntos, los comparto con ustedes:
1.- A través de la historia de la humanidad, la experimentación científica en animales ha permitido desarrollar los medios necesarios para salvar a millones de personas de enfermedades terribles, sin necesidad de exponer a ninguna sola en su salud o en poner en riesgo su vida.
En otros tiempos, era permitida la experimentación en criminales y proscritos, situación que éticamente sabemos inadmisible ya que la salud y la vida de una persona no puede ser sacrificada por las de otros, ya que todos gozamos de la misma dignidad.
Es así que la experimentación y desarrollo de tecnologías médicas, usando como medio a animales de laboratorio, constituye el mal menor, ya que no conocemos en la actualidad ningún otro medio para hacerlo.
Es por ello que en beneficio de la salud y vida del género humano es legítimo y justificado el experimentar con animales de laboratorio.
2.- No obstante, lo anterior y para que esta legitimidad se confirme, es necesario que los animales de laboratorio estén sujetos a un trato adecuado que satisfaga las necesidades básicas de estos animales y no suponga ningún tipo de abuso o ensañamiento en la investigación.
Cumplir con ello, es reflejo del nivel ético de la persona sobre el resto de la naturaleza, habla de lo que somos frente a los demás seres, especialmente los vivos.
Investigando un poco al respecto, encontré la NOM-062-ZOO-1999 (Norma Oficial Mexicana: Especificaciones técnicas para la producción, cuidado y uso de los animales de laboratorio).
He quedado gratamente sorprendido del cuidado y esmero con la que se ha elaborado este documento, que norma sobre: la crianza, selección, alimentación, trato, hábitat, cuidado y muerte en estos animalitos.
Para aquellos tan preocupados por el tema y que desean que no se utilicen más en beneficio de la humanidad es conveniente su lectura y ver lo que el ser humano puede hacer para lograr un buen trato, incluso en los seres que son utilizados para este fin, necesario para nuestra raza humana.
3.- En este sentido, debemos aceptar que vivimos en un tiempo en que las personas se reconocen tan poco en sí mismas, que menospreciando la dignidad de la que todos gozamos, somos capaces de ponernos, ya no a la par, sino, en segundo término, frente al resto de los seres de la naturaleza.
Resulta muy poco comprensible que mientras que se invierte tiempo, dinero y esfuerzo en la defensa (ignorante) de otros seres (ya vimos que hay regulación) existan decenas de miles de embriones humanos congelados; niños, jóvenes y adultos afectados por enfermedades y personas en pobreza extrema, todos en un inexorable estado de vulnerabilidad.
Ojalá querido lector que esta reflexión sirva para que cada uno de nosotros tomemos conciencia de quienes somos, los problemas que nos aquejan y de la responsabilidad que tenemos, primero de nosotros y después de los demás seres que nos rodean. De otro modo, el esfuerzo será no solo infructuoso, sino poco legítimo.
Nos vemos la próxima semana, con un nuevo tema y una nueva reflexión.
MBPP
La ciencia avanza a pasos agigantados y los medios que va desarrollando con el apoyo de la tecnología, abren posibilidades extraordinarias en beneficio de la Persona Humana.
No obstante, si la aplicación de estos medios es prematura, sin el debido estudio y reflexión de sus repercusiones que no siempre son las adecuadas, su efecto se revierte, y actúa en lugar de a favor en contra de la Persona Humana.
De ahí la necesidad, como hemos dicho ya en otros artículos, de la Bioética como herramienta indispensable para, desde todas las disciplinas analizar la bondad de los procedimientos médicos apoyados por la tecnología.
Del mismo modo, fundamentados en estas reflexiones y desde la propia evidencia, se hace necesaria una adecuada legislación que establezca criterios y límites en la aplicación de estos procedimientos, promoviendo una adecuada praxis.
Hoy por hoy, estamos lejos de que esto sea una realidad. Las leyes actuales, relacionadas a los temas de la vida son ambiguas y pareciera que existe un enorme desconcierto del legislador sobre las bases que debieran considerarse para regular adecuadamente la aplicación de estos avances y el manejo de sus consecuencias.
Quepa mencionar solamente el ejemplo del manejo de los embriones humanos, que es indiscriminado, fundamentado exclusivamente en situaciones prácticas y económicas, sin que la legislación aporte una normativa clara.
El legislador, para verdaderamente responder de manera adecuada y eficiente a las necesidades actuales, deberá efectivamente considerar las nuevas oportunidades que la ciencia aporta, pero también el que estas se fundamenten en una ética intrínseca, es decir que busque el bien de la Persona Humana, en su integralidad. Esto necesariamente repercutirá en una mejor sociedad.
Quede aquí, queridos lectores la reflexión de esta semana y ya nos veremos la próxima vez con un nuevo tema que nos ayude a todos a tener un criterio adecuado, sobre los temas que afectan nuestra vida.
MBPP
En este tiempo, somos testigos de cómo la ciencia y especialmente la tecnología, ofrecen
alternativas extraordinarias para mejorar sustancialmente la vida de las personas que sufren de
alguna discapacidad.
Algunos ejemplos loables son las prótesis avanzadas que incluso permiten a algunos atletas
participar en competencias casi sin ninguna desventaja o las nuevas tecnologías que dan
oportunidad a los sordos para oír y a los ciegos para ver.
No obstante, el Transhumanismo es otra cosa. Este sugiere, antropológicamente, que estaríamos
en una etapa de “transición” entre el homo sapiens y el homo technologicus, el cual dependería
más de la ingeniería genética, la manipulación embrionaria y fetal, la medicación, que de su propia
naturaleza y biología.
Esto, que parecería parte de la Ciencia Ficción se impulsa y desarrolla. Es el sueco Nick Bostrom,
profesor de la Universidad de Oxford y Presidente de la Asociación Transhumanista Mundial es
uno de sus grandes promotores partiendo de Darwin y de los fundamentos de la Ingeniería
Genética.
El Transhumanismo no está tan lejos de nosotros. Tomemos como ejemplo el caso de algunos
medicamentos que están “de moda” para potenciar las capacidades de estudio en los jóvenes.
También las operaciones estéticas extremas o los implantes que animalizan a las personas.
Este fenómeno se centra en lo material y lo funcional, dejando de lado todas las características
trascendentales de la Persona humana y por tanto su dignidad.
Debemos estar muy atentos a las implicaciones bioéticas de estos procedimientos y propuestas,
de lo contrario, queridos lectores, probablemente estaríamos enfrentando el exterminio del
hombre, por el hombre fundamentado en una utopía.
Nos veremos la próxima semana con un nuevo artículo y una nueva reflexión.
MBPP
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), define el término dilema, como: “Argumento formado de dos proposiciones contrarias disyuntivamente, con tal artificio que, negada o concedida cualquiera de las dos, queda demostrado lo que se intenta probar.”
Más claro, un dilema es una duda, una disyuntiva, sobre qué camino tomar, en este caso en temas relacionados con la vida, especialmente de la vida humana.
¿Qué es lo que genera estos dilemas? ¿Por qué en nuestro tiempo es más común que surjan, que tengamos que afrontarlos?
La respuesta es muy clara: cada día conocemos más de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, de cómo funciona.
Esto, aunado a la tecnología que propone alternativas, establece la necesidad de reflexionar desde muchos ángulos cual es el camino correcto desde una perspectiva ética (bien y mal).
En esta columna, insistimos siempre en la necesidad de cobrar conciencia de que, durante nuestra vida, debemos tomar decisiones bioéticas constantemente, no solo cuándo se presenta una situación extrema, como pudiera ser una enfermedad.
Hace pocos días se ha anunciado quienes son los ganadores del Premio Nobel de Medicina. Se trata de los doctores: Young, Rosbash y Hall, quienes han descubierto en las “moscas de la fruta” un gen que controla el reloj biológico.
Su descubrimiento plantea que este gen (que posee cada célula del cuerpo de los seres vivos) regula a través de algunas proteínas el comportamiento de la temperatura, el sueño, la presión arterial, el estado de alerta, etc., en función de del ciclo de 24 horas en el que vivimos, el día y la noche.
Obviamente, este reloj biológico, se adapta al lugar en el cual se encuentra la persona en el planeta, es por ello que se presentan fenómenos cómo el Jet Lag cuándo se viajan a lugares distintos al propio y que suponen cambios de horario.
Es así en este caso, que al menos a mí se me presenta un dilema bioético con respecto al tema del cambio de horario.
Si bien es cierto que hay países en lo que los cambios de estación suponen cambios dramáticos en el clima y la duración del día y de la noche, existen otros, como México en el que estos no son casi perceptibles.
¿Es entonces justificable que, en México, haya cambio de horario? ¿Los beneficios obtenidos en la comunicación y la economía se han puesto por encima de la probable afectación en la salud de las personas?
Dos preguntas, para dar respuesta a un dilema bioético que se presenta hoy y ahora con este descubrimiento y que no pretende más que ser un ejemplo de cómo la Bioética está presente en nuestras vidas, más allá de lo que podemos suponer.
Dejo ahí las preguntas a su consideración, ahora a investigar y tomar postura, mientras que nos vemos la próxima semana con un nuevo tema y una nueva reflexión.
MBPP
Doña María Altagracia, es una mujer de 107 años que vive en una comunidad del Estado de Chiapas a la que entrevistaron por la televisión debido a los sismos que han ocurrido en nuestro país. Aun en su silla de ruedas, hablaba de su andadera, que no tenía en ese momento a la mano. A pesar de su edad y de su condición de salud, muy buena, la señora se veía alegre, alegre por su amor a la vida.
También hemos podido ser testigos de los enormes esfuerzos que se están haciendo para salvar una vida, una sola vida de entre los escombros de edificios dañados. Autoridades y sobre todo la sociedad civil concuerdan en hacer lo posible por rescatar a esas personas sin importar tiempo, esfuerzo o recursos.
En lo personal, he tenido la oportunidad de colaborar en los últimos días en un Centro de Acopio. Cadenas de cientos de personas que durante horas y horas recogen y cargan víveres, medicinas, ropa para enviar a las comunidades más necesitadas. Salvar vidas el objetivo, la meta, la ilusión y esperanza de cada uno de ellos.
También y hay que decirlo, se han presentado abusos y rapiña. Sorprendentemente a los pocos minutos del sismo del día 19 de septiembre, delincuentes asaltaban a transeúntes y automovilistas aprovechando la situación caótica en las calles.
La naturaleza con todo su poder y la condición humana herida por el mal. No obstante, la mayoría, casi todos los mexicanos unidos, solidarios y activos…luchando por la vida.
Nuestro país ha sido lastimado gravemente en estos días, los daños son muchos y recuperarnos será un proceso de mucho tiempo. La solidaridad y subsidiaridad deben ser un ejercicio de largo plazo, más allá de los primeros momentos.
Sin embargo, México demuestra que ama a la vida. Ama a la vida humana. La de Doña María Altagracia y la de los niños y personas que han sido rescatadas. México se duele de los pequeños que murieron en un colegio de la Ciudad de México.
Los mexicanos, tenemos un alto valor Bioético, los mexicanos valoramos la vida. Toca ahora levantar la mano de la misma forma, con el misma generosidad y entrega por los miles de niños que mueren, victimas del aborto.
Ojalá que este momento de prueba, sirva para aclarar la conciencia de todos.
Ya nos veremos queridos lectores la próxima semana, con un nuevo tema y una nueva reflexión.
MBPP
Todos hemos visto en alguna ocasión, la escena trágica de una película en la que el médico informa a los familiares de un enfermo grave, sobre su situación y recomendándole no decirle nada…por su bien.
Sin embargo, cuando toca a uno mismo estar en la situación con un enfermo, el dilema es muy fuerte: ¿Debe decírsele la verdad? ¿Será contraproducente para su salud? (más…)
Vivimos en un tiempo, en que el matrimonio es una institución francamente debilitada desde la forma en que se percibe, en algunas leyes y en la sociedad. (más…)