Las personas que dedican su tiempo y su vida al cuidado de un enfermo, además de tener mucha paciencia y fortaleza, requieren llevar a cabo una serie de recomendaciones para su cuidado personal, ya que el cuidador primario, como se le conoce a la persona que se hace cargo directamente de un enfermo por largos periodos de tiempo, puede presentar lo que se llama desgaste del cuidador y es por ellos que decimos que “también hay que cuidar al cuidador”.
¿Quién es el cuidador primario?
El cuidador primario por lo general es un familiar cercano, hijos, esposos, hijos políticos, suegros, aunque también encontramos en ocasiones compadres, o amigos.
También hay quienes sin ser familiares se dedican por amor al servicio, a cuidar a aquellos que requieren ser acompañados a lo largo de alguna enfermedad y requieren cuidados especiales pero sobre todo, atención personal, cercanía y tiempo, lo que se conoce como el “acompañamiento”.
¿Cuáles son algunos síntomas del cansancio o desgaste del cuidador?
Primeramente encontramos cansancio físico, ya que las horas que se invierte en el paciente son muchas, pues en ocasiones hay que moverlos, cambiarles ropa o pañales, darles de comer, bañarlos, acostarlos, checar medicamentos, platicarles, escucharlos tanto en sus quejas dolorosas como en sus momentos de tranquilidad, etc. Y todo esto trae como consecuencia agotamiento físico.
Con el paso del tiempo, estos cuidados se pueden volver muy rutinarios, como lo es en el caso de pacientes con enfermedades incurables y progresivas, es decir, las que van en aumento lejos de mejorar, o bien los padecimientos que son muy largos de sanar o bien la atención del adulto mayor que dada su edad, implica mucha atención.
También desgasta al cuidador primario el hecho de ser criticado o juzgado en su estilo de atención o en las decisiones que toma para el paciente, por lo que se recomienda que la mayoría de las decisiones que se tomen al respecto sean de la aceptación de todos, o por lo menos de la mayoría.
Para el cuidador resulta un gran aliciente el hecho de que se le reconozca en su labor de cuidador, ya que como la mayoría de las veces lo hace por amor al paciente, le vienen muy bien los “apapachos” y agradecimientos por su entrega, porque aunque nos han metido mucho en la cabeza la frase de “hay que dar sin esperar recibir”, la realidad es que las emociones no son tan racionales y a todos nos cae muy bien el reconocimiento a nuestro esfuerzo, y esto en todos los ámbitos de nuestra vida. Así pues al reconocer se traduce en un estímulo y el cuidador con esto “cargará la pila” para continuar su ardua labor.
¿Qué actividades son recomendables para evitar el desgaste en el cuidador y del paciente?
Es muy importante tomar en cuenta los siguientes puntos para evitar más desgaste:
- Cuidar la alimentación, de preferencia ingerir alimentos sanos y tres veces al día.
- Procurar actividades de esparcimiento tales como entretenimientos, paseos, pequeñas reuniones, caminatas, con la finalidad de cambiar de ambiente y distraerse, así, al regresar a la rutina, se hará más llevadero darle continuidad a las actividades.
- Procurar dentro de lo posible, no postergar los momentos de descanso ni de sueño pues ello ayuda a que el cuidador mantenga un estado de ánimo adecuado para la atención del paciente. De lo contrario el cuidador se puede encontrar fácilmente irritable y de mal humor.
- Si el cuidador sale de la casa u hospital en donde se encuentre el paciente para cambiar su actividad, es importante intentar en lo posible pensar en otras cosas y no continuar con la mente puesta al 100%en el paciente, ya que hay que recordar que la vida continua afuera.
- El ejercicio constituye además de una fuente de salud física, una gran ayuda emocional para el cuidador, ya que reduce el estrés y lo relaja y reanima.
- Tener espacios para la reflexión y la oración, de preferencia varias veces al día, para darle sentido a lo que se está viviendo.
Técnica para el reflejo de los sentimientos
Funciona muy bien la técnica del reflejo de sentimientos, para las ocasiones en las que el cuidador no sabe qué decir ante el dolor del paciente o sus dudas, y consiste en regresar la pregunta al paciente para explorar sus sentimientos y que éste los ordene adecuadamente. Por ejemplo: Si el paciente dice : “Tengo miedo”, no contestarle: “No te preocupes”. Con esa respuesta no lo estamos ayudando a que canalice su angustia, sino por el contrario será más útil decirle: “¿De qué tienes miedo?, para así ayudar al enfermo a que hable de sus miedos y revise mentalmente sus temores.
Recordar que el trabajo que realiza el cuidador es además de fundamental en la vida del paciente, el cumplimiento de una de las obras de misericordia más hermosas.
* Tanatologa y psicoterapeuta. Autora de Fundación Cenyeliztli.
Unidos por la familia. www.cenyeliztli.org
Autor: Loli Fernández Morett*