Eutanasia, distanasia y ortotanasia, son tres conceptos que estudia la Bioética y que se presentan al final de la vida, pero que no significan lo mismo. Veamos las diferencias.
La eutanasia, es una palabra que deriva de dos raíces griegas eu=bueno y thanatos=muerte, y significa “el buen morir” y la cual se define como acción u omisión que por su naturaleza o en su intención procura la muerte a fin de eliminar todo sufrimiento y dolor. Según la Asociación Médica Mundial la eutanasia es el acto deliberado de dar fin a la vida de un paciente, ya sea por su propio requerimiento o a petición de los familiares, y es contraria a la ética.
La distanasia, también llamada encarnizamiento terapéutico, es el uso de terapias desproporcionadas en relación a los riesgos/beneficios, prolongando la agonía, más que ofrecer elementos curativos, por lo que se considera como éticamente inaceptable ya que existe el derecho de curarse y hacerse curar con medios proporcionados y cuidados normales y la renuncia voluntaria a medios desproporcionados no equivale al suicidio ni a la eutanasia.
Por último, la ortotanasia, designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. Se entiende como el derecho del paciente a morir sin el empleo de medios desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida. La ortotanasia se refiere a permitir que la muerte ocurra en su tiempo, cuando deba de ocurrir, por lo tanto los profesionales de la salud deben estar capacitados para otorgar al paciente todos los cuidados y tratamientos para disminuir el sufrimiento, pero son alterar el curso de la enfermedad y por lo tanto el curso de la muerte. La ortotanasia da la posibilidad de emplear medios para aliviar el dolor, respetando el tiempo natural para morir. Los cuidados paliativos, la alimentación, la hidratación, higiene y oxigenación no deben faltar para lograr esto. En Bioética la ortotanasia equivale al término muerte digna y a los cuidados paliativos como el método de realización proporcionado, justo y vital.
Podemos concluir que la verdadera alternativa a la eutanasia y al encarnizamiento terapéutico es la humanización de la muerte, es decir, dar los cuidados necesarios para que el paciente no sufra y que la muerte llegue cuando tenga que llegar…
Autor: Dora García Fernández
Categoría:Bioética
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, distanasia, Eutanasia, ortotanasia
Del griego eu que significa ”bien” y tanathos que significa “muerte”, es es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está asociado a la muerte sin sufrimiento físico.
Existen 2 tipos de eutanasia. Eutanasia directa que es aquella que viene a definir al proceso de adelantar la muerte de una persona que tiene una enfermedad incurable.
Se puede dividir en dos clases: la activa, que básicamente consigue la muerte del citado enfermo mediante el uso de fármacos que resultan letales; y la pasiva, que es la que consiste en la consecución de la muerte de aquel mediante la suspensión tanto del tratamiento médico que tenía como de su alimentación por cualquier vía.
El segundo gran tipo de eutanasia es la llamada indirecta. Bajo dicha terminología se encuentra aquella que lo hace es intentar paliar el dolor y sufrimiento de la persona en cuestión y para ello se le suministran una serie de medicamentos que como consecuencia no intencionada pueden producir la muerte de la citada persona.
El Caso: Edward y Joan Thomas Downes
Esta pareja decidió terminar con su sufrimiento juntos. Duraron 54 años juntos y tomaron la difícil decisión de terminar con sus vidas.
Sir Edward, de 85 años, estaba considerado uno de los mejores directores de orquesta británicos de la posguerra, especialista en Verdi y música rusa, mientras que lady Downes fue una reputada bailarina, productora y coreógrafa. Director emérito de la Orquesta Filarmónica de la BBC, Sir Edward fue elevado al rango de caballero por la reina Isabel II en 1991. Tras décadas de un matrimonio aparentemente feliz, los problemas de salud empañaron la dicha familiar. Sir Edward estaba prácticamente ciego y sordo, según declararon sus hijos. Más delicado aún era el estado de salud de lady Downes, que padecía un cáncer terminal e incurable.
«Murieron en paz y en las circunstancias que ellos mismos eligieron», expresaron los hijos de la pareja británica.
Analicemos los Pros y Contras
- Pros:
- Cada persona tiene el derecho de tomar decisiones con aspectos relacionados a su vida, incluyendo su muerte.
- Pacientes terminales pueden tener sentimientos de inutilidad.
- El costo de mantener un paciente en estado terminal.
- La eutanasia es un acto compasivo de ayudar a morir con dignidad. El ayudar a morir a una persona que está sufriendo es mejor, que mantenerla con vida cuando se sabe que la muerte ya no se puede evitar.
- Contras:
- La eutanasia es un fenómeno que empieza siendo excepción y termina convirtiéndose en una alternativa normal, cometiéndose así abusos, como en los casos que por depresión se recurre a la eutanasia. ( Ver casos Tine Nys y Nathal Verhelst en Bélgica.)
- La medicina cuenta con un sinnúmero de fármacos para controlar el dolor. De esta manera se puede tratar de manejar el dolor sin quitarle la vida a una persona (cuidados paliativos)
- Se atenta contra la sacramentalidad de la vida.
- Se considera un suicidio u homicidio.
Actualmente en México, la agenda nacional del nuevo gobierno, como uno de los grandes temas promoverá, la legalización de la eutanasia. ¿Ustedes qué opinan?
Autor: Raúl Turquie Arredondo
Crece continuamente el número de enfermos incurables y de ancianos que no pueden valerse por sí mismo. Aumentan los casos de niños, jóvenes o adultos que se encuentran en situaciones de invalidez irremediable. Todo ello suscita un sinfín de gestos de solidaridad, de apoyo, de altruismo. Pero no han faltado, en diversos lugares del mundo y con gran difusión de algunos medios de información, algunos casos en los que se ha pedido el recurso a la eutanasia. (más…)
La ley puede otorgar ciertos derechos. Pero hay derechos que existen por encima de la ley.
El derecho a ser curado, a ser atendido como enfermo, es anterior a cualquier ley. Como también es derecho del enfermo el decidir si seguir o no seguir un tratamiento concreto si tiene motivos válidos para pedir una cosa u otra.
Por eso, una ley sobre la suspensión de tratamientos debería limitarse a garantizar el derecho del enfermo a dar su “sí” o su “no” a ciertas intervenciones médicas que, a juicio del enfermo, puedan ser vistas como muy dolorosas o excesivamente pesadas para su situación concreta.
En cambio, una ley sobre un tema tan delicado no debería convertirse en un método sutil para introducir dos delitos: la eutanasia y la asistencia al suicidio.
La eutanasia es siempre un homicidio, porque consiste en producir la muerte de un enfermo. Ningún estado debe permitir que una persona tenga permiso para eliminar a otro, aunque sea un “enfermo terminal”.
Igualmente, el suicidio asistido es también un delito, incluso en algunos casos un homicidio. Será un delito grave, colaboración en un suicidio, si el que “asiste” se limita a dar medicinas u otras ayudas para que el suicida pueda realizar su deseo. Será homicidio si el que “asiste” acaba con la vida de quien desea suicidarse.
El que una persona, sana o enferma, pida a otro que termine con su vida, no otorga ninguna excepción a la regla universal: nadie tiene derecho a eliminar la vida de otro ser humano.
Hemos de garantizar al máximo todos los derechos de cualquier persona que sufra una enfermedad, especialmente si se trata de una enfermedad terminal. Tal persona merece ser atendida en su dolor, merece recibir aquellos tratamientos que ella considere adecuados. Tiene, además, el derecho a decir “no” a una acción médica que sea vista como sumamente dolorosa y que ofrezca muy pocas esperanzas de mejorías.
El enfermo, por lo tanto, tiene derecho a renunciar a aquellos tratamientos que ya no le devolverán la salud y que le resulten sumamente pesados. En ese caso, deberá recibir las atenciones mínimas que merece como ser humano: tratamiento del dolor, alimentación, hidratación. Deberá recibir, sobre todo, cariño y acompañamiento humano, que son las necesidades más profundas que experimenta como persona y como enfermo que camina, lentamente, hacia el final de su existencia terrena.
Fuente: Fernando Pascual
Los progresos en medicina han cambiado la vida de muchas personas. Son notables los avances técnicos de los últimos 100 años. Gracias a descubrimientos y a aparatos altamente sofisticados, muchas enfermedades antes incurables pueden ser vencidas o, al menos, pueden evitarse muertes prematuras.
Junto al desarrollo técnico, la ética ha tenido que ofrecer sus reflexiones sobre los valores y los principios que deben acompañar el ejercicio de la medicina.
Existen, sin embargo, situaciones en las que no resulta claro hasta dónde debería llegar la intervención médica, o cuál debería ser la mejor manera de tratar a un enfermo. De manera especial, cuando el equipo médico no puede curar a una persona, cuando constata cómo la enfermedad avanza inexorablemente, surgen no pocas veces dudas sobre hasta dónde es lícito actuar, y cuándo habría que suspender terapias ineficaces, costosas o dañinas para el mismo enfermo al que se pretende ayudar.
No es fácil ofrecer criterios generales para las distintas situaciones por las que atraviesan los enfermos terminales. Vamos a limitarnos a recorrer algunos principios que son en parte el resultado de la reflexión ética elaborada recientemente.
El primer criterio nos dice: cada enfermo conserva siempre su dignidad, y goza de una vida que le permite seguir entre nosotros. Por lo mismo, merece el máximo respeto y las mejores atenciones médicas, psicológicas, afectivas.
Imaginemos un enfermo que sufre mucho, que depende de complicados aparatos, que necesita la ayuda de calmantes que lo privan de la plena conciencia, que debe recibir frecuentes transfusiones de sangre. Este enfermo no puede ser visto simplemente como “una cama ocupada” o como un “gasto excesivo” para el hospital. Debemos recordar siempre que estamos ante un ser humano, un ser humano que merece el mismo respeto y amor de todos. Considerar que su vida vale menos porque no es productiva, o porque no puede realizar muchas actividades humanas, o porque depende de la ayuda de la ciencia médica y de tecnologías más o menos costosas, es caer en una mentalidad discriminatoria que ha provocado injusticias sumamente graves a lo largo de la historia humana.
El segundo criterio depende en parte del anterior: el enfermo ha de ser informado de su estado de salud y de las alternativas que la moderna medicina ofrece para atender la última etapa de su vida. Esta información debería incluir aquellas terapias experimentales que tal vez serían capaces de lograr un importante beneficio terapéutico. A partir de la información recibida, el enfermo debe ser escuchado y comprendido en sus deseos y aspiraciones, incluso cuando rechaza algún tratamiento que puede ser visto como excesivamente doloroso. Sin embargo, cuando el enfermo pide al equipo médico que realice algún acto que vaya contra la moral médica (como, por ejemplo, un suicidio asistido o un acto de eutanasia), tal petición no debe ser atendida, en cuanto contraria a la deontología médica y al respeto debido al mismo enfermo (necesitado, en esas ocasiones, de una especial ayuda espiritual y psicológica).
Son muchos los casos, especialmente cuando se pierde completamente la conciencia, en los que el enfermo no podrá manifestar su parecer. En tales casos, toca a los familiares el determinar con los médicos el mejor tratamiento a ofrecer, siempre en vistas a lograr buenos resultados según el estado general del enfermo y los progresos actuales de la medicina.
El tercer criterio nos recuerda la obligación moral de omitir aquellos actos técnicos que llevan a prolongar la agonía innecesariamente o a aumentar los dolores del enfermo sin ningún beneficio para su salud. Es decir, hay que evitar cualquier tipo de “ensañamiento terapéutico”.
¿Cómo saber si este acto médico es excesivo, es ensañamiento? A través de la constatación de dos aspectos: primeramente, por su ineficacia (no produce la curación o no conduce a una mejora sustancial); en segundo lugar, por producir graves dolores para el paciente.
El cuarto criterio nos dice que deben ser aplicados en favor del enfermo todos aquellos tratamientos que puedan aliviar su dolor y hacer más llevadero el decurso de su enfermedad en la etapa final. Tales tratamientos necesitan ser valorados atentamente en función de los beneficios concretos que se espera produzcan en el enfermo terminal. En concreto, respecto a cualquier posible tratamiento, habría que considerar:
-De qué tipo de acto terapéutico se trata: uso de un calmante, de una operación quirúrgica…
-El grado de dificultad y riesgos que conlleva.
-Los gastos que supone (para el enfermo, para la familia, para la sociedad).
-Las posibilidades de su aplicación en esta situación concreta.
-El resultado esperado según las condiciones del enfermo, su estado de ánimo, sus fuerzas físicas, etc.
Junto a los tratamientos orientados a la curación y a la paliación del dolor (a través del uso de analgésicos y calmantes), existen una serie de atenciones que deben ser ofrecidas siempre, como son la nutrición/hidratación, la atención del dolor y la higiene física. Omitir estos tratamientos implica abandonar al enfermo a su suerte y provocarle, por omisión, la muerte. Es decir: cometer un homicidio, hacer un acto de eutanasia.
Otra obligación del personal médico consiste en la prevención y tratamiento de eventuales llagas que pueden formarse si se está demasiado tiempo en la cama, etc.
En cambio, merece una valoración distinta, según cada caso, el uso de medios más complejos, como la diálisis, las transfusiones de sangre, la ventilación mecánica, el recurso a un pulmón artificial, etc.
Respecto al tratamiento del dolor, conviene recordar que el enfermo puede decidir, si es consciente, la renuncia en parte al mismo, sobre todo si quiere conservar la lucidez mental o si quiere dar algún sentido religioso o ético a su sufrimiento. Pero también puede pedir sin ningún remordimiento de conciencia una mayor atención a sus dolencias a través del uso de calmantes y analgésicos eficaces. Incluso los médicos pueden facilitar tales medicinas a pesar de que pueden reducir en parte la duración de la agonía. No pueden, sin embargo, dar una dosis excesiva de analgésicos o calmantes con la intención explícita de provocar la muerte del enfermo.
Es oportuno añadir, al concluir estas reflexiones, que la medicina puede ayudar mucho al enfermo en su etapa final. Pero a pesar de los progresos técnicos, el dolor y la muerte siguen siendo un misterio ante el cual todos sentimos una invitación especial a valorar aún más la belleza de la vida y a interrogarnos sobre su sentido y su significado más profundo. A la vez, no debería faltar nunca junto al enfermo el acompañamiento del afecto de los familiares y amigos, un acompañamiento que es capaz de producir un alivio mucho mayor que el que pueda ser resultado de un aumento de la dosis de calmantes.
Fuente: Fernando Pascual
Bélgica, el único país del mundo en el que se puede aplicar la eutanasia sin límite de edad, practicó por primera vez la muerte asistida a un menor.
La Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia confirmó que el médico que la llevó a cabo entregó el informe sobre el procedimiento esta misma semana. (más…)
Marieke Vervoort es una atleta olímpica que no participará de la competencia de Río 2016 en agosto. La atleta belga competirá en septiembre cuando se desarrollen los Juegos Paralímpicos, que se realizan cada cuatro años, al igual que los convencionales. En Londres, Vervoort se quedó con la medalla de oro en los 100 metros y la plateada en los 200 y 400.
No obstante, lejos de la felicidad de una atleta exitosa como ella, la belga transita un escollo de la vida. Vervoort declaró al diario Le Parisien que tiene el deseo de terminar con su vida después de los Juegos: «Río es mi último deseo, espero acabar mi carrera con un podio. Comienzo a pensar en eutanasia». (más…)
Categoría:Noticias
Etiquetas: Atleta, Bioética, Bioética para todos, Eutanasia, Paralimpica, Río
Estimados lectores, hoy hablemos brevemente sobre la eutanasia, entendida como acción u omisión, que en su naturaleza o en su intención procura la muerte a fin de eliminar todo sufrimiento y dolor. ¿Qué debemos tomar en cuenta acá?: el fin buscado, en este caso, eliminar todo sufrimiento y dolor (este fin puede ser bueno); el medio empleado, que en la eutanasia es matar.
Si aplicamos el principio ético que dice que el fin no justifica los medios, la eutanasia es de suyo un acto intrínsecamente ilícito. El término de eutanasia, es un eufemismo: lo que se da como buena muerte, es realmente un homicidio. (más…)