El vertiginoso avance de las neurociencias ha revolucionado nuestra comprensión de la mente humana, abriendo posibilidades antes inimaginables para el tratamiento de enfermedades mentales y la mejora de capacidades cognitivas. Sin embargo, estos desarrollos también plantean importantes dilemas éticos, especialmente cuando se trata de la manipulación de la conciencia. En este artículo se aborda desde una perspectiva bioética la problemática de intervenir en los procesos cerebrales que configuran la percepción subjetiva, la identidad personal y la agencia moral.

1. ¿Qué es la conciencia?

La conciencia, entendida como la capacidad de experimentar sensaciones, emociones y pensamientos de manera subjetiva, ha sido objeto de debates filosóficos por siglos. En el contexto neurocientífico, se alude a la actividad cerebral integrada que permite la emergencia de la experiencia consciente. La manipulación de la conciencia, por ende, implica la alteración directa o indirecta de estos procesos, ya sea mediante fármacos, estimulación cerebral profunda (DBS), neurofeedback o interfaces cerebro-computadora (BCI).

2. Modalidades de manipulación de la conciencia

Existen diversas formas en las que actualmente se interviene en la conciencia:

– Estimulación cerebral profunda (DBS): utilizada para tratar Parkinson, depresión resistente y trastornos obsesivo-compulsivos, puede alterar emociones, motivaciones y sentido de identidad.

– Neurofármacos: drogas como el modafinilo o la ketamina tienen efectos directos sobre estados de conciencia, afectando funciones como la atención o la percepción del yo.

– Neurofeedback y BCI: permiten modificar patrones de actividad cerebral en tiempo real, con aplicaciones en rehabilitación cognitiva y mejoramiento del rendimiento.

– Psicodélicos terapéuticos: como la psilocibina, usados para tratar traumas o depresiones profundas, inducen estados alterados de conciencia con profundas implicaciones existenciales.

3. Problemas bioéticos centrales

Desde una perspectiva bioética, la manipulación de la conciencia plantea múltiples interrogantes:

– Autonomía y consentimiento informado: ¿Puede un paciente comprender plenamente las implicaciones de alterar su conciencia? ¿Es posible dar un consentimiento auténticamente informado cuando está en juego la identidad del sujeto?

– Riesgos a la identidad personal: ciertas intervenciones podrían modificar rasgos centrales de la personalidad, lo cual podría interpretarse como una forma de alienación.

– Justicia y acceso equitativo: las tecnologías de mejoramiento cognitivo podrían agravar las desigualdades sociales si solo están disponibles para ciertos sectores.

– Uso no terapéutico y coacción social: el uso de neurotecnologías con fines de control o vigilancia mental representa una amenaza a los derechos fundamentales.

4. Neuroderechos

En respuesta a estos desafíos, diversos expertos han propuesto el reconocimiento de “neuroderechos”, entre ellos:

– Derecho a la privacidad mental

– Derecho a la identidad personal

– Derecho a la agencia cognitiva

– Derecho a la igualdad de acceso a mejoras neuronales

Chile, por ejemplo, se ha convertido en pionero al proponer reformas constitucionales que incluyen estos principios. Aunque aún no existe un consenso global, esta propuesta representa un intento por establecer un marco jurídico que proteja la conciencia humana frente a abusos tecnológicos.

5. Consideraciones finales y propuestas de regulación

El potencial terapéutico de las neurotecnologías no puede ser ignorado, pero su uso debe ser guiado por principios éticos claros. Se requieren:

– Comisiones bioéticas multidisciplinarias para evaluar casos complejos.

– Protocolos rigurosos de consentimiento informado específicos para intervenciones en la conciencia.

– Vigilancia internacional y cooperación para evitar el uso militar, comercial o coercitivo de estas tecnologías.

Y como conclusion…

La manipulación de la conciencia representa una de las fronteras más delicadas de la bioética contemporánea. Si bien ofrece oportunidades sin precedentes para aliviar el sufrimiento humano, también conlleva riesgos profundos para la autonomía, la identidad y la dignidad humana. Es imperativo establecer un marco ético y jurídico que, sin frenar el progreso científico, asegure el respeto irrestricto a la conciencia como núcleo de la experiencia humana.

Por: Dora García Fernández

*Este artículo fue escrito con la ayuda de ChatGPT y la revisión de la autora.

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