En las últimas décadas, los avances en neurociencias —incluyendo técnicas de estimulación cerebral, neuroimagen, farmacología cognitiva y herramientas de modulación neuronal— han generado un conjunto creciente de interrogantes éticos, filosóficos y sociales. La neuroética surge precisamente para abordar esos dilemas. Dentro de ese campo, uno de los temas más polémicos y especulativos es el mejoramiento moral, la posibilidad de usar intervenciones biomédicas o neurotecnológicas para potenciar rasgos morales como la empatía, la compasión, la justicia o la inhibición de comportamientos antisociales.
1. La neuroética: campo, retos y límites
La neuroética es una disciplina interdisciplinaria que sitúa su foco en las cuestiones éticas, filosóficas, legales y sociales que surgen a partir del conocimiento y la intervención en el cerebro humano. Se ocupa de tres grandes dominios: la ética de la investigación neurológica, la ética de las aplicaciones clínicas y tecnológicas, y la reflexión conceptual sobre temas como la identidad, el libre albedrío y la responsabilidad moral.
2. ¿Qué es el mejoramiento moral? (Moral neuroenhancement)
El término mejoramiento moral refiere al uso deliberado de intervenciones biomédicas (farmacológicas, genéticas, neurotecnológicas) para aumentar la capacidad moral de una persona: por ejemplo, fomentando empatía, altruismo, autocontrol frente a impulsos agresivos o juicio moral más confiable.
3. Argumentos a favor y en contra
A favor, se argumenta que podría reducir la agresión, fomentar la empatía y preparar a la humanidad para desafíos globales. En contra, que podría violar la autonomía, la diversidad moral y generar desigualdades o manipulación. Además, definir qué es ‘mejor moralidad’ resulta problemático y culturalmente dependiente.
4. Dilemas prácticos y regulación
Aunque la evidencia experimental sobre mejoramiento moral sigue siendo limitada, la neuroética propone marcos éticos basados en consentimiento informado, proporcionalidad y justicia distributiva. Es crucial evitar presiones institucionales o coercitivas que comprometan la libertad moral de los individuos.
5. Reflexiones críticas y perspectivas futuras
El mejoramiento moral sigue siendo una hipótesis teórica más que una realidad práctica. Los riesgos de control, pérdida de autonomía o imposición moral son considerables. La prioridad debería ser fortalecer la educación ética, la cultura cívica y las instituciones antes que recurrir a intervenciones biomédicas generalizadas.
6. Ejemplos de mejoramiento moral:
1) Formativas / psicológicas (sin fármacos)
- Entrenamiento en toma de perspectiva: ejercicios guiados para “ponerse en los zapatos” de otra persona; p. ej., escribir desde la voz de un migrante antes de deliberar sobre política migratoria.
- Mindfulness con foco compasivo (MSC/CBCT): protocolos que aumentan empatía y regulación emocional; usados en personal sanitario para reducir burnout y favorecer trato digno.
- Recordatorios morales (“moral reminders”): firmar un código de honor antes de un examen reduce trampas; colocar un cartel de “recuerde decir la verdad” al inicio de formularios.
- Diarios de gratitud y actos de bondad: escribir 3 gratitudes/semana o planear 5 “actos amables” eleva conducta prosocial.
- Justicia restaurativa: encuentros víctima-ofensor con facilitación para fomentar responsabilidad, reparación y disminución de reincidencia.
2) Tecnológicas / diseño conductual
- “Nudges” prosociales en plataformas: opción por defecto de donación redondeando compras; avisos de “el 80% de usuarios comparte fuentes verificadas” para elevar veracidad.
- Arquitectura de elección en salud: donación de órganos por defecto (opt-out) aumenta tasas de donación.
- Reputación y retroalimentación transparente: tableros de cooperación en equipos (sin humillar) que muestran contribuciones y fomentan reciprocidad.
- Realidad virtual para empatía: experiencias inmersivas (p. ej., vivir microagresiones) antes de decisiones de política interna.
3) Educativas / cívicas
- Aprendizaje-servicio (service-learning): cursos con servicio comunitario y reflexión ética estructurada.
- Debates con reglas de caridad interpretativa: reformular el argumento del otro de forma justa antes de responder.
- Enseñanza de razonamiento moral (dilemas reales): método de casos clínicos/ingeniería con rúbricas de principios (no maleficencia, justicia, autonomía, beneficencia).
- Programas de integridad académica: talleres + compromisos públicos + vías claras de denuncia.
4) Biomédicas / neuromodulación*
(Controversiales; requieren consenso ético, supervisión y consentimiento)
- Oxitocina intranasal: reportes de aumento de confianza/cooperación en juegos económicos (efecto dependiente del contexto).
- Propranolol: explorado para atenuar reactividad emocional intensa que podría alimentar sesgos; debate sobre “blunting” moral.
- Estimulación no invasiva (tDCS/tACS): modulación de control ejecutivo/empatía en corteza prefrontal en estudios de laboratorio.
- Psicoterapia asistida con psicodélicos : puede facilitar procesamiento emocional y compasión en contextos clínicos.
5) Organizacionales / políticas públicas
- Protecciones a denunciantes (whistleblowing): canales seguros aumentan reportes de corrupción y mejoran clima ético.
- Contratos psicológicos de trato digno: compromisos visibles paciente-institución (salud, justicia) con métricas de cumplimiento.
- Comités de ética con deliberación pública: incorporar representantes ciudadanos en decisiones de alto impacto.
- Transparencia y auditorías aleatorias: selección al azar de expedientes/proyectos para revisión ética.
Conclusión
La neuroética y el mejoramiento moral representan un punto de encuentro entre ciencia, filosofía y sociedad. Aunque prometen un horizonte de mayor empatía y justicia, implican riesgos de homogeneización moral, pérdida de autonomía y abuso tecnológico. Su desarrollo futuro debe estar guiado por prudencia, deliberación ética y respeto por la dignidad humana.
Por: Dora García Fernández
*Artículo escrito con la ayuda de ChatGPT y la supervision de la autora.




