En cada uno de nosotros existe el temor, pequeño o grande, de envejecer, pero no perdamos de vista que la vida está enriquecida por el conjunto de todas sus etapas: niñez, adolescencia, juventud, madurez y vejez.
El adulto mayor enfrenta grandes retos que las nuevas generaciones no entienden. Se ignora a los viejos, se siente impaciencia con ellos.
No nos damos cuenta de que nuestros adultos mayores están tan vivos como cualquiera y sufren el rechazo del que en ocasiones son víctimas. Hay que apreciar las duras batallas que enfrentan para adaptarse a las pérdidas y buscar su nueva identidad.
Es necesarios promover un cambio de mentalidad en las personas de la tercera edad y en quienes conviven con ellas.
La discriminación hacia los adultos mayores y la falta de valoración de sus cualidades debe atacarse desde la familia para producir un cambio cultural. Una familia sin adultos mayores tiene una historia incompleta.
Hay que estar conscientes de que el proceso de envejecimiento abarca todos los aspectos de la vida humana. Hay quienes tienen vitalidad física y psíquica para afrontarlo, algunos se resignan y otros más se abandonan y el deterioro los vence.
Abordar los retos de envejecer implica realizar un esfuerzo sostenido que se manifiesta en el cuidado de la alimentación, la salud y la estabilidad emocional.
Envejecer implica un desafío para el que envejece y para los que lo rodean. Hay que mantener una actitud abierta que no compare lo que se hace con lo que se hacía; lo importante es aprender a disfrutar el nuevo ritmo de ejecución.
Hay que aprovechar las posibilidades de examinar con objetividad y serenidad los logros y fracasos obtenidos a lo largo de la vida, para conservarlos, disfrutarlos y aprender de ellos.
Debemos fomentar como familia y como sociedad un cambio de actitud ante el anciano. La familia debe reforzar sus lazos y la sociedad debe propiciar una cultura de aceptación e integración del adulto mayor.
Algunas propuestas para lograr que nuestros adultos mayores vivan en plenitud son:
- Alentarlos a emprender proyectos inmediatos que los mantengan con una actitud positiva.
- Motivarlos a evaluar sus logros de tiempos pasados para que puedan seguir aplicándolos en el presente y que asuman de la mejor manera su papel de consejeros.
- Ayudarlos a aceptar las consecuencias del proceso de envejecimiento y a no sentirse inútiles. Podemos recomendarles actividades de servicio a los demás.
- Ayudarlo a evitar el pesimismo y los pensamientos negativos.
- Compensar con cariño sus ratos de soledad y generar en ellos el sentimiento de pertenencia a la familia.
- Ayudarlos a reconocer sus capacidades y limitaciones, y a cambiar de rol aceptando su dependencia cuando sea necesario, brindándoles apoyo sin menoscabar su dignidad e individualidad.
- Acompañarlos a mirar al pasado y a aceptar su historia, a f in de que perciban con claridad lo que han cultivado a lo largo de su vida.
- Propiciar que conserven intereses propios y que aprovechen el tiempo para el cultivo de amistades y para el esparcimiento.
- Asumir la responsabilidad del bienestar de los padres: cuidado físico, económico, afectivo y de integración social, comprendiendo que es un privilegio cuidar de ellos y devolverles algo de lo mucho que hicieron por nosotros.
Aunque todavía falta mucho por hacer, como sociedad hemos avanzado en el cuidado y respeto a los adultos mayores a través de diversos programas de apoyo (descuentos, beneficios en alimentación, salud, pensiones, etc.), así como portales de información (bolsa de trabajo, beneficios fiscales, entre otros), que ayudan a las personas en esta etapa de la vida.
Sin embargo, es en el ámbito familiar donde debemos seguir luchando para que el adulto mayor encuentre en su familia el cariño y apoyo que necesita.
Muy importante es el testimonio que demos a nuestros hijos en el trato hacia los adultos mayores cercanos, principalmente nuestros padres. Si ellos observan un trato digno y de respeto hacia sus abuelos o parientes mayores, en unos años harán lo mismo con nosotros.
Recuerda: una familia sin adultos mayores, tiene una historia incompleta. Si de algo estamos casi seguros, es que tarde o temprano todos llegaremos a esa edad, y como vivamos nuestra vejez dependerá en gran parte de cómo somos actualmente con nuestros adultos mayores cercanos y lejanos.
Autor: Lucía Legorreta de Cervantes
Cargo: Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.
Correo: cervantes.lucia@gmail.com
Página: www.lucialegorreta.com
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Categoría:Vida
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