Aunque sea de una forma breve, es necesario recordar que la bioética también tiene que hablar sobre los peligros para la vida o para la salud de la persona que son consecuencia de comportamientos elegidos libremente. En concreto, la bioética está llamada a pronunciarse sobre la seguridad en el trabajo, sobre la sana alimentación, sobre el peligro en las carreteras, sobre el abuso de sustancias como pueden ser la droga, el alcohol y el tabaco, sobre los “deportes extremos”, y un largo etcétera.
Numerosos comportamientos ponen en peligro no sólo la propia integridad física, sino también la de otras personas. Por eso hace falta promover una cultura de la prudencia, de la seguridad, del cuidado, que venza la inercia de sociedades en las que el riesgo llega a ser presentado incluso como un reto o como un camino para la autoafirmación. Igualmente, la bioética tiene que seguir con atención de qué manera el mundo del trabajo puede ganar en seguridad para evitar accidentes y situaciones de peligro que dejan miles y miles de heridos y de muertos cada año.
Un capítulo importante se refiere al abuso de sustancias que provocan la pérdida de la propia conciencia y responsabilidad moral, además de producir enormes daños a nivel físico, psíquico y social. La droga y el alcohol necesitan una atención más incisiva y eficaz por parte de los estudiosos de bioética, para así indicar a la sociedad qué medios concretos ayudan a erradicar los males del alcoholismo y de la drogadicción en millones de seres humanos.
Ciertamente, estos temas tocan en lo profundo toda la vida social. No basta con avisar de los peligros y denunciar los actos que dañan a la gente. Hay que saber dialogar con las autoridades públicas, con los educadores, con las familias, para que se transmitan aquellos valores y aquellas virtudes que preparan a los niños y adolescentes a ser responsables y a evitar comportamientos que luego se pagan a un precio excesivamente alto.
Igualmente, es necesario ofrecer la asistencia necesaria a tantas personas que han sucumbido por causa de un accidente o por vicios arraigados, de forma que la sanidad pública y los grupos sociales puedan ayudarles y acompañarles a alcanzar la curación (donde sea posible) o a convivir con la enfermedad de modo digno y adecuado.
La prevención será mucho más eficaz si está acompañada de una buena enseñanza sobre la higiene, el deporte, las maneras correctas de comer, etc. Millones de personas en algunos países pobres sufren por enfermedades debidas a una nutrición poco balanceada o al consumo de agua en malas condiciones, o simplemente por culpa de la falta de alimentos. En cambio, en los países “desarrollados” son millones los que padecen problemas surgidos a causa de la obesidad.
Tener presente esto puede llevar a un cambio radical en los estilos de vida y a mejoras profundas en muchos pueblos y aldeas donde ahora se sobrevive de modo muy precario, y puede abrir los ojos a muchas personas que están a veces obsesionadas por los costosos progresos médicos de la medicina para pocos (en los países ricos) y muy poco interesadas por la situación en la que viven hermanos nuestros abrumados por la pobreza y la falta de cultura.
Fuente: Fernando Pascual
Categoría:Bioética
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, Ética, Prevención, Problemas de comportamiento, Valores