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La vida no es como la imaginamos

Autor: Por: Marieli de los Ríos

La vida nunca es como la pensamos, soñamos o imaginamos. Las líneas rectas se convierten en curvas, a veces peligrosas; los ascensos vertiginosos marean y hacen perder el suelo firme, los descensos en caída libre duelen mucho pero ayudan a recalcular; las montañas a veces no tienen picos y los lagos están más profundos de lo que pensamos. Los suelos planos a menudo son fangosos y tus pies se hunden en el lodo con frecuencia. Caminas, te tropiezas, te caes, te duele, sangras, vuelve a doler, reconsideras si vale la pena, retrocedes, esperas, te pierdes, te hundes, lloras, te desesperas, te enojas, amas, bailas y lanzas gritos de alegría. A veces hay amaneceres hermosos y a veces muy tristes. Las ausencias son largas y los encuentros fugaces.

La vida nunca es como la creemos, por eso siempre hay que estar alertas y atentos porque, a veces, también da gratas sorpresas y otras, giros inesperados, pero siempre basta con mantener tres elementos fundamentales para navegar en ella:

1.- Paciencia. Ser paciente con los demás porque tampoco su vida es lo que imaginaban, con la circunstancia porque no depende de nosotros y generalmente es más sabia que nuestros mejores ideas y, sobre todo, paciencia con nosotros mismos pues a veces nuestro peor enemigo somos nosotros. Comprender mejor nuestros errores, abrazar nuestras flaquezas y debilidades, aceptar nuestras derrotas, vivir nuestro pasado con la misma ilusión y el mismo amor con el que debiéramos vivir el presente y con el que deseamos el futuro. La paciencia, como decía Santa Teresa, “todo lo alcanza”, incluso, conquistarnos a nosotros mismos.

2.- Resiliencia. Saber que los errores son temporales si nos empeñamos en poner los medios para salir de ellos. Que el dolor esconde mucha madurez y el sufrimiento mucho aprendizaje. Levantarte cuando estés caído, sacudirte el polvo y volver a emprender la marcha. Parar, respirar, alentar, pausar pero nunca desistir. Resistir más allá de todo cansancio y de todas las puertas cerradas. Buscar y reconstruir, volver a caminar, aunque sea cojeando o a gatas pero mantenerte en el camino porque el espacio que dejas será fácilmente ocupado por otro al que ya les has dejado el camino allanado… tu camino.

3.- Firmeza y determinación para mantener tus sueños y tus ideales. No importa si te llaman loco o te dicen que es imposible y te tachan de ingenuo. Si no es hoy, inténtalo mañana y si tampoco sucede, sólo sigue en esa dirección. A veces es más cuestión de tiempo exacto que de estrategias fallidas. Si no sale, no cambies de sueño, cambia el camino, intenta desde otro ángulo, prueba nuevas rutas pero tu sueño mantenlo firme y no permitas que se vaya, te olvides de él o alguien te convenza que está en otra galaxia. Pon tus sueños en la lunaw y lánzate detrás de ellos, si no llegas ahí, al menos aterrizarás entre las estrellas.

4.- Esperanza. Espera y mantente firme en la esperanza, aún en contra de toda esperanza, aún a pesar de la desilusión y el fracaso. La esperanza mantiene el corazón ardiente y lo mantiene latiendo. Pero recuerda que la esperanza, a veces, requiere un gramo de utopía y otro de profetismo. A veces no ocurre en el tiempo presente y a veces requiere tu valentía y tu denuncia para realizarse. Trabaja por ella, aférrate a ella. Sin esperanza dejamos de soñar y si dejamos de soñar el corazón deja de latir.

La vida no es como la imaginamos pero nosotros en ella sí podemos ser como elijamos.