A veces tenemos la idea de que la historia humana avanza siempre hacia el progreso y el bien. La realidad, sin embargo, contradice esa apreciación, porque no son pocas las ocasiones en las que caminamos hacia la barbarie y el mal.
En el tema de la justicia, por ejemplo, ha habido importantes conquistas, se han superado discriminaciones infames. El esclavismo ha sido abolido en casi todo el mundo. El desprecio a la mujer cada vez es más rechazado. El racismo recibe una condena casi universal. El odio a quienes son de ideas o religiones distintas está siendo fuertemente perseguido.
Sin embargo, y junto a tantos progresos, hay muchos lugares en los que nace y se difunde el “genetismo”. ¿Qué es esto del “genetismo”? Es una tendencia social, muy extendida entre los “países desarrollados”, que permite la eliminación de los seres humanos genéticamente diferentes, defectuosos o “inferiores”.
Esto es posible gracias a que las técnicas de diagnóstico prenatal permiten descubrir cada vez más enfermedades. Por lo mismo, disminuyen los nacimientos de niños enfermos, precisamente porque la sociedad ve casi como normal el que sean eliminados antes de nacer. Como si fuese un triunfo médico el matar al enfermo para que haya menos enfermedades…
Al mismo tiempo, en los países donde se usa y se abusa de la fecundación in vitro, cada vez hay más voces que aplauden el uso del diagnóstico preimplantatorio (en los primeros 14 días posteriores a la fecundación) para prevenir enfermedades genéticas. De este modo, dicen, nacerán sólo hijos sanos. Olvidamos así que tal “éxito” es posible gracias a la eliminación de todos aquellos embriones descartados como “imperfectos”.
Los resultados del genetismo son cada día más alarmantes. En algunos países, por ejemplo, el 90 % de los embriones y fetos con síndrome de Down son abortados como en España, o en Finlandia que ya es el 100%., sin que tal eliminación discriminatoria produzca protestas, ni movilizaciones, ni escándalos.
En Gran Bretaña, el diagnóstico genético preimplantatorio se usa sobre todo para enfermedades genéticas muy graves, como la fibrosis quística. Pero algunos ya están pidiendo que se aplique a enfermedades más sencillas y no siempre transmitidas a través de los genes, como el cáncer de pecho o de colon.
El genetismo es la última y más reciente frontera del racismo. Ahora se aplica a los seres más indefensos, los embriones y fetos. No tardará en aplicarse a los adultos genéticamente defectuosos, sobre todo cuando intenten hacer seguros de vida o a la hora de pedir la aceptación en algunos puestos de trabajo.
La dignidad de una vida humana no está en sus genes. Está en su condición de persona, que va más allá de las razas, del sexo, de la genética. Hace falta proponer con energía esta verdad, para que el mundo moderno y la tecnología no sean instrumentos usados para destruir y para marginar, sino para defender, curar y proteger la vida de todos, sin discriminaciones.
Fuente: Fernando Pascual
Categoría: Bioética
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