Lo primero que hay que destacar en los cuidados paliativos es el principio bioético de la autonomía de la voluntad del paciente. En efecto, se debe tener en cuenta si el paciente es curable o en cambio se encuentra en una situación de fase terminal ante una enfermedad no curable. En caso de tratarse de una enfermedad curable se le propondrán al paciente los medicamentos que atenúen los síntomas de la enfermedad que causen molestias y dolor junto con el tratamiento para su cura, de ser una enfermedad curable se le propondrán al paciente los medicamentos que atenúen su dolor y darle la opción sobre en donde desea transcurrir los últimos meses de vida, ya sea en la propia casa o en un centro de atención médica.
Son ocho los aspectos a tratar en un buen plan de cuidados paliativos:
1) El manejo de la enfermedad, 2) La atención a los aspectos físicos, 3) Aspectos psicológicos, 4) Aspectos sociales, 5) Espirituales, 6) Asuntos prácticos, 7) Últimos días y 8) Pérdida y duelo.
Para el manejo de la enfermedad es fundamental atender no solamente desde el punto de vista médico sino psicológico la enfermedad del paciente, se le debe de dar la información sobre su caso concreto en donde si es imposible la cura por medio de tratamientos se le deban dar los recursos no solo físicos y médicos para hacer frente a la realidad de su enfermedad, sino también los medios psicológicos para poder sobrellevarla..
En la atención de los aspectos físicos, el médico al saber que la enfermedad es incurable debe establecer un programa en donde se den los medicamentos que disminuyan el dolor según la etapa propia de su proceso, reduciendo poco a poco el estado de conciencia del paciente conforme aumenten los padecimientos.
Sobre los aspectos psicológicos el personal médico de una manera empática debe ir preparando psicológicamente tanto a la paciente como a sus familiares para el trance en el dolor de la enfermedad y en el de la muerte y los sucesos posteriores. Por ello es necesario aunarlo a la dimensión espiritual de la persona y así mismo entablar un diálogo con los hijos o padres buscando su bien psicológico ante la evidencia de la futura falta.
En los aspectos sociales el personal médico debe ver el entorno sobre el que se desarrolla la enfermedad de su paciente, en efecto hay que considerar los aspectos sociales como los amigos, las relaciones sociales con las que habitualmente convivía y buscar un apoyo en todas ellas fundamentalmente en el núcleo familiar para beneficio del paciente.
En la atención espiritual la persona practicante requiere unos cuidados necesarios para la atención de su alma según la propia fe religiosa o las convicciones éticas, las cuales siempre deben de ser proporcionadas en la medida de las posibilidades.
El personal médico y la familia deben asegurarse de los asuntos prácticos que puedan surgir, haciendo previsión al posible estado de inconciencia en el que se encontrará el paciente en el futuro. Tal es el caso de pedir su última voluntad y arreglar el testamento si así lo desea la persona.
Es fundamental ofrecer un espacio en los últimos momentos a los seres queridos y al personal médico para poder despedirse de la paciente con el objetivo de conservar un buen recuerdo que si bien es doloroso, es muy beneficioso para los familiares de la paciente.
El médico como bien dicta el juramento hipocrático, al pasar el umbral de la puerta de los hogares se vuelve con el tiempo parte de la familia, por ello debe estar presente y ayudar en el dolo de los familiares de sus pacientes y despidiéndose él mismo de su paciente.
Autor: Fernando Nañez Delgadillo
Categoría: Bioética