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¿Existe el Síndrome Postaborto?

Insistiremos siempre en que la persona humana ha sido dotada con la posibilidad de optar, tomar decisiones, ser libre. Nadie, está “obligado” para asumir las decisiones de otros y nadie posee el “derecho” a imponer sus propias decisiones o modos de pensar a los demás.
No obstante y del mismo modo, la decisión supone consecuencias, inexorablemente, para bien y para mal.

Para aquellos que defienden el aborto, este constituye un “derecho” de la mujer, la que en consideración de sus circunstancias particulares puede decidir sobre si “lleva a término” un embarazo “no planeado” o “no conveniente”.
Si bien desde el punto de vista ético, esto no es válido ya que se atenta contra otra persona (el niño), a pesar de los rebuscados argumentos de la sociedad postmodernista, existen otras muchas evidencias de que el aborto (provocado) es el homicidio de un ser vivo de la especie humana en el estado más vulnerable de su existencia.

No tratamos aquí de “defender posiciones”, sino llamar la atención de que en el aborto provocado, hay más de una víctima.
El cuerpo de la mujer, se prepara desde el momento de la concepción (unión del espermatozoide y el ovulo) para cobijar, proteger, alimentar, para después dar a luz a su hijo. Desde ese momento sus procesos biológicos, cognoscitivos y psicológicos se “disparan” y la conviertes (más allá de su propia voluntad), en madre.
Tal pareciera que hemos hecho a un lado esto y que abortar es tal cuál “cortarse las uñas” y “si te vi, no me acuerdo”, pasar la página con los “pequeños inconvenientes” y volver a la “normalidad”.
Por la experiencia científica, hasta un 99% de las mujeres que han sufrido la experiencia de un aborto sufren del Síndrome Postaborto.

Algunos de los síntomas que pueden presentarse son: Depresión, tristeza, baja autoestima, pensamientos suicidas o atentados suicidas, trastornos de alimentación, entre otros.
Si aunamos esto a la imposibilidad de expresarlo, por un sentido de culpabilidad o bien porque la sociedad no lo reconoce, podemos imaginar el trance por el que pasan estas mujeres y quizás también sus familias.
Sea cuál sea nuestro modo de pensar, si es que tenemos un caso cercano, no deberíamos de hacer juicio, sino procurar el apoyo necesario para brindarle la oportunidad de superar (en todo su derecho), las consecuencias de una mala decisión.
Con esta reflexión les dejo esta semana, esperando encontrarlos la siguiente con un nuevo tema y una nueva posibilidad para valorar el privilegio de vivir.

MBPP