Muy queridos y pacientes lectores. Es un gusto poder encontrarles de nuevo en este espacio que nos permite reflexionar sobre temas de la persona humana y sobre todo de Bioética.
En estos días, en un programa de televisión, se presentaba el caso de una familia que poseía un pequeño mono tití afectado por una grave enfermedad. La veterinaria proponía dos opciones: someter al animalito a un tratamiento, en el que solo daban un 10% de posibilidades de éxito o en su defecto aplicarle una inyección letal, para sí terminar con su sufrimiento. Para esta familia, la decisión fue difícil y dolorosa.
También es común ver en los medios a personas que luchan por la defensa de un bosque, a nivel de ponerse frente a una maquina taladora, antes que permitir que un solo árbol sea derribado.
Es ya común escuchar a personas que han decidido llevar una vida vegetariana o “vegana”, como se dice ahora, por no causar la muerte de los animales de los que solemos alimentarnos.
Qué decir de aquellos que luchan prácticamente “una guerra” contra los cazadores de ballenas, o de los niños que deciden “salvar” a una pequeña Catarina y mantenerla en un botecito, alimentándola.
Pues bien, todas estas decisiones, están fundamentadas en la Bioética, es decir que todos tomamos decisiones con mucha frecuencia que tienen que ver con nuestra vida, la de otras personas u otros seres vivos. Siempre que nos relacionamos con otro ser vivo, adquirimos un compromiso y una responsabilidad.
No obstante, si consideramos que la bioética supone determinar lo que está bien o mal con respecto a la vida, muchas veces las decisiones que tomamos, no son las mejores.
Tomando alguno de los ejemplos que hemos puesto: en el caso del monito enfermo, una buena decisión bioética sería atender la enfermedad, siempre y cuando no afecte la salud y la estabilidad económica y emocional de la familia.
En el caso de la tala de árboles, qué bueno que haya personas que defiendan que haya un equilibrio en esta industria, pero de ningún modo es bueno poner la vida propia o la de otros en riesgo por evitarla.
En el caso de las personas que han optado por una alimentación vegetariana, mejor sería que fundamentaran su decisión en los efectos positivos o negativos en su salud. No es ético decidir así por el hecho de “salvar” la vida de algunos animales.
Así nuestra vida pasa tomando decisiones sobre la propia vida y de otros…tomando decisiones bioéticas, más complicadas o más sencillas, pero como podemos ver en los ejemplos, siempre ponen a la persona por delante.
Con esta reflexión, la intención es que nos demos cuenta lo importante es estar preparados, educados y formados para tomar este tipo de decisiones.
En la medida de que seamos responsables en este sentido, será que, tratándose de enfermedades, embarazos, enfermos terminales y ancianos, podamos contribuir con decisiones buenas que respeten siempre la dignidad de la persona humana.
MBPP
Categoría: Vida
Etiquetas: Animales, Bioética para todos, Naturaleza