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“La corrupción como problema ético”
“La corrupción como problema ético”

Autor: Orlando Daniel Higuera Manjarrez

El tema de la corrupción, como lo expongo en el desarrollo en el presente artículo, es una realidad que sin duda alguna define a la sociedad mexicana, es importante hacer un discernimiento respecto a los motivos y características de los actos de corrupción que inciden en nuestro país y dentro de nuestra sociedad.

La finalidad de la ética es crear un criterio propio de cómo debo actuar, analizar cada circunstancia, analizar factores y campos de acción y tomar la decisión que racionalmente sea la mejor. Es por esto por lo que es importante hacer este tipo de ejercicios en los que podemos analizar un tema de tanto interés y tan común como lo es la corrupción desde una perspectiva ética, de manera tal que logremos aplicar todas las medidas necesarias para el mejor desarrollo de nuestra vida moral.

La corrupción es uno de los temas de moda en nuestro país en los últimos años, no significa que antes no existiera, es una práctica tan usada, tan arraigada en nuestra sociedad que se ha vuelto parte de esta. El presidente Peña Nieto alguna vez aseguró que la corrupción se ha vuelto parte de la idiosincrasia de los mexicanos y la lucha contra la misma se ha transformado en un estandarte, en una insignia que atrae a un gran número de simpatizantes por su familiaridad y sentido de pertenencia con el concepto mismo.

¿Qué es la corrupción? Según el portal de la Secretaría de la Función Pública, organismo encargado de su combate: Consiste en el abuso del poder para beneficio propio. Puede clasificarse en corrupción a gran escala, menor y política, según la cantidad de fondos perdidos y el sector en el que se produzca.

Corrupción a gran escala: La corrupción a gran escala consiste en actos cometidos en los niveles más altos del gobierno que involucran la distorsión de políticas o de funciones centrales del Estado, y que permiten a los líderes beneficiarse a expensas del bien común.

Actos de corrupción menores: Los actos de corrupción menores consisten en el abuso cotidiano de poder por funcionarios públicos de bajo y mediano rango al interactuar con ciudadanos comunes, quienes a menudo intentan acceder a bienes y servicios básicos en ámbitos como hospitales, escuelas, departamentos de policía y otros organismos.

Corrupción política: Manipulación de políticas, instituciones y normas de procedimiento en la asignación de recursos y financiamiento por parte de los responsables de las decisiones políticas, quienes se abusan de su posición para conservar su poder, estatus y patrimonio.

De estos tres conceptos, el que más llama la atención es el de “Actos de corrupción menores”, ¿menores?, este mal es tan palpable que esta definición se puede interpretar como “actos de corrupción cotidianos”. ¿En verdad es parte de nuestra naturaleza?, eso significaría que no se puede cambiar, que es un instinto del cual no podríamos huir y que de nada vale luchar por detener estos actos.

En el instinto intervienen dos factores esenciales: el sentimiento y el conocimiento, pero es un conocimiento sensible, ya que no tiene fin, es algo innato. Por esto, la corrupción no se puede concebir como parte de nuestra naturaleza, sino como parte de nuestro entorno.

La naturaleza ha dado a cada ser existente una forma normativa de comportarse, a lo cual se le llama “naturaleza”, sin embargo, la naturaleza humana por su capacidad auto determinativa carece de definición. Al utilizar la razón y la libertad podemos llegar a ser personas y crea su propia naturaleza. Pero de igual manera, vimos que, al ser un espíritu encarnado, el hombre puede dirigirse y configurarse por medio de sus actos a la semejanza de los ideales más nobles; de no ser así, podríamos asemejarnos a las bestias.

Desmembremos esto enfocándonos en el tema que nos atañe; existen tres tipos de libertad: física, ética y de elección. El ejercicio de la libertad es lo que define nuestra naturaleza, el hombre tiene la posibilidad de obrar de una u otra manera según su voluntad, virtudes o capacidad. En cuanto a los actos de corrupción, en la mayoría de los casos es una elección, si bien sabemos que en nuestro país es algunas veces imposible conseguir algo sin caer en estos actos, la mayor parte se ve motivada por la coerción de los mismos servidores públicos que deberían atender sin mayor interés que el de cumplir su deber.

Es esto mismo lo que ha creado una cultura de corrupción que si bien es deleznable, se ha vuelto necesaria. Todos hemos sido parte en menor o mayor medida de la aceptabilidad de esta práctica y para algunos es cuestión de tiempo. Puede ser disfrazado de una intención noble como acceder a bienes y servicios básicos en ámbitos como hospitales, escuelas, departamentos de policía y otros organismos.

Imaginémonos a la madre que quiere que su hijo consiga atención más rápida en el hospital, pero se ve impedida por los procesos burocráticos y decide “dar un extra” para conseguirlo, o a cualquier persona que va tarde a una reunión y lo detiene un oficial de tránsito y da la famosa “mordida”.

Desde estos casos “nobles”, hasta el caso en el que un juez libera a un criminal comprobado porque este le llegó al precio no hay mucha diferencia, solo una falsa moral. Grandes o pequeños, los actos de corrupción siempre buscan mismo fin: el beneficio propio.

La opinión general considera a la corrupción como un problema jurídico, pero es sin duda un problema ético. Las acciones humanas son de libre albedrio, cuentan con una característica esencial como la voluntad. Así que es ineludible la responsabilidad de todos, tanto del funcionario o persona que ostenta un poder o cargo público que acepta o fuerza este acto, como el civil que lo acepta o busca.

La corrupción es un vicio, un hábito moralmente malo que ha echado raíces dentro de nuestra sociedad. La única forma de combatirlo es desde su centro, a través de la creación de nuevos hábitos que partan de una repetición de actos que nos alejen de esta práctica, de una educación y de impulsar una nueva cultura en la que no se pueda permitir.

 Para concluir, nos va a tomar mucho tiempo poder cambiar esos vicios que hoy por hoy se han impregnado tanto en nuestra sociedad, fueron creados a través de años y años de práctica incesante de un acto moralmente malo como lo es la corrupción. Debemos empezar por nosotros mismos, buscar la perfección de nuestros actos a través del ejercicio de nuestro intelecto y voluntad, todo con la firme convicción de nutrir nuestra vida moral.

Bibliografía: