Vivimos en un tiempo, en que el matrimonio es una institución francamente debilitada desde la forma en que se percibe, en algunas leyes y en la sociedad. (más…)
Quizá parezca un sueño, pero muchos luchan por conseguir una moratoria mundial de la pena de muerte. Grupos políticos, movimientos sociales, personas que pertenecen a distintas religiones, se unen para alcanzar esta meta. Parlamentos de algunos países apoyan el proyecto, y buscan que los organismos internacionales (Unión Europea, Naciones Unidas) asuman un proyecto tan ambicioso. (más…)
Crece continuamente el número de enfermos incurables y de ancianos que no pueden valerse por sí mismo. Aumentan los casos de niños, jóvenes o adultos que se encuentran en situaciones de invalidez irremediable. Todo ello suscita un sinfín de gestos de solidaridad, de apoyo, de altruismo. Pero no han faltado, en diversos lugares del mundo y con gran difusión de algunos medios de información, algunos casos en los que se ha pedido el recurso a la eutanasia. (más…)
No sé si se han dado cuenta, queridos lectores, de que en los últimos tiempos es más común ver embarazos múltiples. Más allá de los gemelos o cuates… ¡trillizos, cuatrillizos, quintillizos y más!
En gran medida, este incremento en la frecuencia se debe a algunos métodos de reproducción artificial que consisten en la fecundación de varios óvulos provenientes de la madre.
Es un hecho, que algunas de esas madres, conscientes de lo que han hecho, optan por que les sean implantados todos, o la mayoría de los embriones. Como verán no se trata de que al médico le “fallo” el tratamiento.
En la mayoría de los casos, se implanta solamente uno de ellos y los padres tienen la potestad de decidir si el resto se congelan para implantarlos después, para donarlos a otras mujeres, para la investigación con embriones o bien para “desecharlos”.
Solamente en Estados Unidos se calcula que hay 500,000 embriones congelados, en España 400,000 y así las cifras que siempre son informales…el sentido común indica que serán muchos más…tantos como para llenar, quizás, alguna ciudad.
¿Qué pasará con estas personas (embriones congelados), que permanecen a la espera de que alguien decida? Es incierto, ni siquiera las propias autoridades lo saben.
Este es un triste ejemplo de lo que sucede cuando no se juzga con la suficiente profundidad sobre la factibilidad de algunas tecnologías o avances científicos y sin tener en cuenta el principio bioético que nos dice: “no todo lo técnicamente posible es moralmente admisible”.
Darle la posibilidad a un matrimonio que no puede procrear para hacerlo es loable, no obstante, hay que conocer y analizar los medios, ya que pueden estar afectando a otras personas.
Frecuentemente se comete el error de solamente analizar la finalidad. La Bioética ayuda a todos a ver el todo y de ese modo decidir debidamente con respecto a estos temas.
Ojalá que seamos más conscientes de esta necesidad para que efectivamente los avances científicos y tecnológicos colaboran para el bien de todos.
Nos vemos la próxima semana, con un nuevo tema y una nueva reflexión.
MBPP
Hay quienes piensan que la ilegalización del aborto va contra el respeto a las democracias, al ir contra lo aprobado por parlamentos que reflejan los deseos de los ciudadanos. Otros afirman que tal ilegalización sería un auténtico atentado a los “derechos humanos” de la mujer, que es la única persona que “decide” sobre lo que ocurre dentro de su cuerpo.
Decir lo anterior supone declarar que la defensa de la vida de los seres humanos no nacidos sería algo ilegal y, por lo tanto, injusto y equivocado. Porque, según algunos, algo se convierte automáticamente en “legal” y “justo” por el simple hecho de ser aprobado por mayorías parlamentarias, por gobiernos o por referéndum.
Sabemos, sin embargo, que ha habido, hay y habrá leyes injustas, leyes que visten de legalidad hechos y actuaciones que dañan o destruyen los bienes o la vida de seres humanos inocentes.
Necesitamos recordar que existe una ley superior, una justicia profunda, que está por encima de las leyes humanas, impuestas a fuerza de votaciones por grupos de poder que hoy, como en el pasado, buscan intereses particulares por encima del respeto de los verdaderos derechos de todos.
Por eso es urgente, hoy como ayer, reconocer que son y serán siempre injustas las leyes que permitan eliminar vidas humanas no nacidas.
Suprimir leyes que permiten el aborto será una señal de progreso cultural y ético, será un signo de coherencia y valor entre quienes combaten contra las discriminaciones basadas en la fuerza de algunos que desean asesinar a los más débiles e indefensos entre los seres humanos: los embriones y fetos.
Son justas sólo aquellas leyes que defienden a los hombres, no las que permiten eliminarlos. No hay legalidad, ni democracia verdadera, ni justicia, allí donde sea permitida cualquier forma de aborto.
Los derechos humanos se hacen realidad cuando el “no” al aborto se convierte en su “sí” decidido para ayudar a toda mujer que ha empezado a ser madre, de forma que pueda acoger y cuidar al hijo que lleva en el seno de sus entrañas. Sólo entonces las leyes cumplen su función de promover y proteger la justicia, para empezar a vivir en una sociedad más humana y más digna.
Fuente: Fernando Pascual
¿Sabes por qué decimos si a la vida?
Decimos si a la vida por que la ciencia, biología molecular, genética y embriología nos demuestra que la vida humana comienza en el momento de la concepción.
Lo que dice la Biología sobre el comienzo de la vida humana individual.
“¿Le molesto si fumo?” Una pregunta cortés, educada, a la que normalmente, casi sin pensarlo mucho, solemos responder con un sencillo “no”…
Si nos diésemos cuenta de todo lo que implica el fumar, tanto para el fumador como para nosotros mismos, deberíamos tener valor para decir, con la misma educación con la que fuimos preguntados: “La verdad es que me haría un gran favor si no fumase. Incluso por lo mucho que le aprecio, le pediría el pequeño sacrificio de dejar el tabaco…”
¿De verdad es peligroso el tabaco? Desde que los españoles trajeron a Europa los productos del tabaco muchos han pensado, por años, que no encerraba ningún peligro. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XX, miles de estudios han puesto en evidencia los peligros que encierra el simple gesto de coger un cigarrillo y disfrutar de unas bocanadas de humo.
¿Cuáles son los daños que puede producir el uso habitual y abundante del cigarro? El tabaco favorece la aparición de diversos tipos de cáncer (de los labios, de la cavidad bucal o de la faringe, del esófago, del páncreas, de los pulmones, etc). Aumenta el riesgo de enfermedades cardio-vasculares (hipertensión, diversas enfermedades cardíacas, etc.). Facilita las afecciones respiratorias (bronquitis, enfisema, neumonía, asma, tuberculosis). Si la mujer está embarazada o hay en casa algún niño pequeño, el uso del tabaco puede provocar diversas enfermedades en esa creatura que vive en un hogar de fumadores, o incluso llega a causar la muerte del hijo antes de nacer.
Conviene subrayar que no sólo sufre por culpa del tabaco el fumador empedernido. También es víctima quien se encuentra a su lado (en una fábrica, en una oficina, en un coche o en el mismo hogar). El “humo pasivo” encierra prácticamente los peligros que el “humo activo”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, en inglés WHO) habla de más de 4 millones de muertes al año por culpa del tabaco (datos del año 2000). Si la situación no mejora, este número podría elevarse hasta 10 millones de muertes al año a partir del año 2025. El tabaco, en los países así llamados “desarrollados”, llega a ser causa de un 25 % de las muertes de los varones entre 35 y 69 años.
A pesar de tantos estudios, a pesar de las campañas de sensibilización de la opinión pública (todos los años, el 31 de mayo, se celebra el “día mundial sin tabaco”), a pesar de que incluso en algunos grandes posters de publicidad de cigarrillos podemos leer “el tabaco mata”, “el tabaco produce cáncer” o frases parecidas, millones de fumadores cogen cada día sus cajetillas, su encendedor, y dedican unos momentos para su desahogo preferido.
Este comportamiento, simplemente, es gravemente inmoral. Es inmoral porque nadie puede poner en peligro la propia salud sólo por concederse un pequeño placer. Es inmoral por los daños que se producen en quienes se encuentran junto a los fumadores.
Aunque son muchos los que reconocen los peligros del fumar, hace falta un paso ulterior para que la voluntad diga un “no” firme y decidido al tabaco. Millones de personas han contraído, desde la adolescencia o la juventud, el hábito de fumar, y viven sometidos a la dependencia que provoca. Les cuesta mucho imaginar un día sin fumar 5, 10 ó 20 cigarrillos. En los momentos de preocupación o de espera, la mano palpa los bolsillos con ansiedad para tomar la cajetilla y empezar el “rito del tabaco”. Parece algo superior a sus fuerzas. Si, además, nos encontramos con médicos que nos mandan severamente dejar de fumar mientras delatan con el olor de su chaqueta que son fumadores empedernidos, su ejemplo contradice sus recomendaciones, y muchos terminan por pensar: si el mismo doctor fuma, no será tan grave…
Millones de vidas humanas pueden salvarse si se promueve, con palabras y con ejemplos, una campaña profunda contra el tabaquismo. No basta con informar: las campañas contra el tabaco o contra las drogas basadas sólo en “asustar” a los adolescentes sobre los peligros futuros dan resultados muy pobres. El adolescente necesita unir, a la información médica y científica, el apoyo y el ejemplo de quienes buscan, sinceramente, lo mejor para él y para quienes vivan a su lado.
Millones de vidas… y quizá mi propia vida, la vida de mis amigos, de mis familiares, de mi esposa o de mi esposo, de los hijos, pueden salvarse si cortamos las alas al vicio del cigarro. Un sacrificio no es difícil si se construye sobre el amor. Amarse a uno mismo implica evitar pequeños placeres innecesarios que, en el fondo, van contra mi salud, mi autonomía, mi integridad moral. Amar a los demás nos lleva a pensar en ellos y en lo mucho que nos quieren a la hora de renunciar, poco a poco o de una vez para siempre, a ese cigarrillo que me parecía imprescindible, y que ponía en peligro mi salud y la de quienes vivían a mi lado.
Si todavía tenemos una voluntad sana, podemos romper con el tabaco. Tal vez la costumbre nos ha encadenado al humo, por lo que a veces será necesario recurrir a algún tratamiento médico para desintoxicarnos y para romper con la dependencia. Costará, es cierto, pero todo lo que vale cuesta. Lo que consigamos, para nuestro bien y el de los que amamos de veras, compensará, con creces, todos los sacrificios realizados.
Fuente: Fernando Pascual
En Estados Unidos, 6 mujeres murieron tras haber usado la píldora abortiva RU-486 (conocida también como Mifeprex o Mifepristone). Una píldora cuyo fin es producir el “aborto químico” (o aborto farmacológico) de un embrión precoz. Una píldora pensada para evitar los “daños” y peligros del aborto quirúrgico, para disminuir traumas, para hacer más fácil y menos costoso el gesto de acabar con el propio hijo. (más…)
No cabe duda de que, si bien todo el cuerpo humano es maravilloso en su anatomía y su función, una de sus partes más misteriosas y en la que los científicos han tenido que esforzarse más para conocer y comprender, es el cerebro.
Incontables procesos químicos y eléctricos se llevan a cabo en millonésimas de segundo, para permitir a cada uno mover siquiera un dedo, distinguir un bello paisaje e incluso preparar al cuerpo de una mujer para ser madre.
También es el cerebro, el que permite que conceptualicemos la realidad que percibimos desde los sentidos, llevemos a cabo juicios y tomemos decisiones. Es el centro de nuestra inteligencia y la principal herramienta de nuestra voluntad.
Es también en este órgano en donde se disparan nuestras emociones: ira, alegría, tristeza, sorpresa, etc. Aparentemente es el centro de nuestra personalidad.
No sorprende entonces, que la ciencia y la tecnología se vengan ocupando con gran fascinación del tema, logrado en los últimos tiempos avanzar de manera sorprendente en el conocimiento del cerebro humano y sus características. De ello se ocupan, las Neurociencias.
Hoy por hoy, a través de ellas, es posible tener un mayor conocimiento de graves enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, brindando mayores esperanzas a las personas afectadas y a sus familiares, en la búsqueda de una cura o en el peor de los casos de cuidados paliativos más convenientes para aliviar el dolor.
No obstante, estos avances también suponen graves riesgos si es que son utilizados con mala intención o sin una reflexión profunda que establezca límites razonables. El primero de ellos será siempre mirar a la persona desde la integralidad y no solamente el órgano, respetando su dignidad.
Cabe señalar como ejemplo los progresos de la Imagenología, que permite observar las reacciones del cerebro frente a ciertos estímulos y que pueden variar de persona a persona, según sus creencias, modos de pensar, etc.
Es así como, en el año de 2002, muy recientemente, se realizó en la ciudad de San Francisco una primera reunión entre expertos de las universidades de Stanford y California en San Francisco para discernir en lo que desde entonces se conoce como Neuroética.
Es entonces que puede decirse que la Neuroética es la parte de la Bioética que de manera multidisciplinaria analiza y reflexiona sobre lo que está bien o está mal con respecto a la aplicación de los avances científicos y tecnológicos que se refieren al cerebro, su funcionamiento y las implicaciones que supone.
El pensamiento de cada persona supone el grado más profundo de intimidad y ninguna persona tiene derecho a pretender conocerlo o manipularlo, quepa aprender del pasado, cuando en ese esfuerzo de poder se han cometido gravísimas acciones en contra de la dignidad de la persona.
Habrá entonces que estar atentos no solamente a estos avances, sino a lo que la Bioética vaya estableciendo.
Quede aquí esta nueva reflexión para la semana. Invitándoles siempre a profundizar en medios confiables que aporten información precisa, documentada y bien intencionada.
Nos vemos la próxima semana con un nuevo tema.
MBPP
Necesitamos recordarlo una y otra vez. No existe ni puede existir ningún aborto inducido que sea legal.
Porque la ley, si es verdadera ley, no puede permitir un crimen. Porque la ley deja de ser ley cuando viola los derechos humanos fundamentales. Porque una injusticia nunca dejará de serlo por más que esté sostenida por normas, decretos, votaciones parlamentarias, plebiscitos populares.
El aborto provocado es siempre un crimen. Contra el más indefenso de los seres humanos, contra el hijo que vive en su primer hogar: el seno materno.
Hace falta tener valor para mirar al aborto de frente y declarar que un estado pisotea la justicia y los derechos humanos fundamentales cuando despenaliza o legaliza cualquier forma de aborto.
Por eso es injusto e incompleto arrestar y condenar sólo a los médicos o pseudomédicos que practican abortos contra los límites establecidos por la ley. Porque también los mal llamados «abortos legales» son siempre un grave delito contra el derecho básico que debe ser protegido en cualquier sociedad civilizada: el derecho a la vida.
En el pasado hubo hombres y mujeres valientes que supieron combatir y extirpar la enorme injusticia de la esclavitud. También hoy existen y trabajan hombres y mujeres dispuestos a que ninguna mujer sea obligada, presionada, engañada o abandonada en su maternidad, empujada a abortar, a terminar con la vida de su hijo.
El aborto existe allí donde las leyes o las costumbres permiten que los fuertes puedan eliminar a los más débiles. En cambio, el aborto disminuye drásticamente cuando nos comprometemos en la construcción de una sociedad en la que cualquier ser humano, sano o enfermo, microscópico o de más de 2 metros de altura, sea acogido, respetado, tutelado en sus derechos humanos fundamentales. Sobre todo (algo que va mucho más lejos que cualquier ley), cuando sea amado así, sencillamente, en su magnífica y misteriosa riqueza humana, por la que es tan digno y valioso como tú y como yo.
Fuente: Fernando Pascual