Me llamó la atención cuando leí esta afirmación: baja tolerancia a la frustración en la infancia: bomba de tiempo.
Aprender a tolerar la frustración desde pequeños, permite que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.
Empecemos por definir que es la frustración. Es un sentimiento que surge cuando no logramos conseguir nuestros deseos. Es una vivencia emocional que se presenta cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se llega a satisfacer o a cumplir. Ante estas situaciones, la persona suele reaccionar con expresiones de ira, ansiedad, tristeza, angustia o disgusto.
En un niño, es la forma que tiene de afrontar situaciones en la que no puede hacer lo que él o ella quiere. De aquí la importancia de enseñar a nuestros hijos a tolerar la frustración desde que son niños, aunque esto signifique que de vez cuando los veamos sufrir un poco.
Este sufrimiento será pasajero y muy poco comparado con el que puede sentir cuando se enfrente a los problemas de la vida, y que no tenga a nadie que los “alivie”
En la etapa infantil, los niños piensan que el mundo gira alrededor de ellos, que el mundo existe porque ellos existen. Son egocéntricos y no saben esperar: quieren todo y lo quieren ya…y si no se los damos lloran, se enfadan, hacen berrinches y se frustran por no conseguir sus deseos. Estos comportamientos son parte de su evolución, y como papás no debemos dejar que nos atrapen sus demandas.
¿Cómo saber si alguno de tus hijos tiene baja tolerancia a la frustración?
- Son niños exigentes y demandantes
- Buscan satisfacer sus necesidades en forma inmediata, sino lo consiguen acuden a las pataletas y al llanto
- Les cuesta trabajo manejar sus emociones
- Son impulsivos e impacientes
- Desarrollan fácilmente problemas de ansiedad
- Son poco flexibles y les cuesta trabajo adaptarse a situaciones nuevas.
Para que puedas enseñarles a tus hijos a tolerar la frustración, existen algunos consejos útiles que pueden servirte:
- Dar ejemplo: la actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas. ¿Cuál es tu actitud ante las adversidades de la vida?
- Edúcalo en la cultura del esfuerzo: es importante enseñar al niño que es necesario esforzarse. Así aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos de sus fracasos.
- No darle todo hecho: si le facilitas todo a tu hijo y no le permites alcanzar sus retos por si mismo, será difícil que se equivoque y aprenda de sus errores para saber como enfrentarse al fracaso.
- No cedas ante sus rabietas: las situaciones frustrantes terminan muchas veces en berrinches. Si los papás cedemos ante ellos, el pequeño aprenderá que es la forma más efectiva de resolver los problemas.
- Marca objetivos: hay que enseñar al niño a tolerar la frustración poniéndole objetivos realistas y razonables, pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por su edad o madurez, sea incapaz de superar.
- Convierte la frustración en aprendizaje: las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para que el niño aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.
- Enséñale a ser perseverante: la perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.
Las normas y los límites son fundamentales en la educación, con tranquilidad y amor, pero siempre con firmeza. El NO, aunque los frustre, es necesario.
En muchas ocasiones, es más sencillo ceder y dejarlos que hagan lo que quieran, pero a la larga, créeme que te lo van a agradecer. Sino los educamos correctamente, los estamos limitando.
Si reconoces que tu hijo es un niño con baja tolerancia a la frustración, es momento de reconducir esta situación, puedes reeducarlo poco a poco, cambia tu estilo de educación antes de que sea demasiado tarde.
¡Apaga esta bomba de tiempo! Enseña a tus hijos a tolerar la frustración, a posponer las recompensas, para que cuando sean jóvenes y adultos sepan hacerlo por si solos.
LUCIA LEGORRETA DE CERVANTES. Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. YouTube LuciaLegorretaOFICIAL. Lucy_Legorretalucialegorretadecervantes
Categoría:Vida
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, Ética, frustacion, infancia, Niños, tolerancia, Vida
Autor: Por: Marieli de los Ríos
La vida nunca es como la pensamos, soñamos o imaginamos. Las líneas rectas se convierten en curvas, a veces peligrosas; los ascensos vertiginosos marean y hacen perder el suelo firme, los descensos en caída libre duelen mucho pero ayudan a recalcular; las montañas a veces no tienen picos y los lagos están más profundos de lo que pensamos. Los suelos planos a menudo son fangosos y tus pies se hunden en el lodo con frecuencia. Caminas, te tropiezas, te caes, te duele, sangras, vuelve a doler, reconsideras si vale la pena, retrocedes, esperas, te pierdes, te hundes, lloras, te desesperas, te enojas, amas, bailas y lanzas gritos de alegría. A veces hay amaneceres hermosos y a veces muy tristes. Las ausencias son largas y los encuentros fugaces.
La vida nunca es como la creemos, por eso siempre hay que estar alertas y atentos porque, a veces, también da gratas sorpresas y otras, giros inesperados, pero siempre basta con mantener tres elementos fundamentales para navegar en ella:
1.- Paciencia. Ser paciente con los demás porque tampoco su vida es lo que imaginaban, con la circunstancia porque no depende de nosotros y generalmente es más sabia que nuestros mejores ideas y, sobre todo, paciencia con nosotros mismos pues a veces nuestro peor enemigo somos nosotros. Comprender mejor nuestros errores, abrazar nuestras flaquezas y debilidades, aceptar nuestras derrotas, vivir nuestro pasado con la misma ilusión y el mismo amor con el que debiéramos vivir el presente y con el que deseamos el futuro. La paciencia, como decía Santa Teresa, “todo lo alcanza”, incluso, conquistarnos a nosotros mismos.
2.- Resiliencia. Saber que los errores son temporales si nos empeñamos en poner los medios para salir de ellos. Que el dolor esconde mucha madurez y el sufrimiento mucho aprendizaje. Levantarte cuando estés caído, sacudirte el polvo y volver a emprender la marcha. Parar, respirar, alentar, pausar pero nunca desistir. Resistir más allá de todo cansancio y de todas las puertas cerradas. Buscar y reconstruir, volver a caminar, aunque sea cojeando o a gatas pero mantenerte en el camino porque el espacio que dejas será fácilmente ocupado por otro al que ya les has dejado el camino allanado… tu camino.
3.- Firmeza y determinación para mantener tus sueños y tus ideales. No importa si te llaman loco o te dicen que es imposible y te tachan de ingenuo. Si no es hoy, inténtalo mañana y si tampoco sucede, sólo sigue en esa dirección. A veces es más cuestión de tiempo exacto que de estrategias fallidas. Si no sale, no cambies de sueño, cambia el camino, intenta desde otro ángulo, prueba nuevas rutas pero tu sueño mantenlo firme y no permitas que se vaya, te olvides de él o alguien te convenza que está en otra galaxia. Pon tus sueños en la lunaw y lánzate detrás de ellos, si no llegas ahí, al menos aterrizarás entre las estrellas.
4.- Esperanza. Espera y mantente firme en la esperanza, aún en contra de toda esperanza, aún a pesar de la desilusión y el fracaso. La esperanza mantiene el corazón ardiente y lo mantiene latiendo. Pero recuerda que la esperanza, a veces, requiere un gramo de utopía y otro de profetismo. A veces no ocurre en el tiempo presente y a veces requiere tu valentía y tu denuncia para realizarse. Trabaja por ella, aférrate a ella. Sin esperanza dejamos de soñar y si dejamos de soñar el corazón deja de latir.
La vida no es como la imaginamos pero nosotros en ella sí podemos ser como elijamos.
Categoría:Bioética
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, esperanza, Ética, firmeza, paciencia, resiliencia, Vida
Por: Dora García Fernández
El extraordinario y apremiante desarrollo de la tecnología en las ciencias de la salud ha hecho de su regulación una necesidad imperiosa. Dicha tecnología ha introducido en la sociedad del siglo XXI una especie de “medicalización de la vida” y por tanto una “juridicidad de la sociedad”, entrelazando estrechamente a la Bioética y al Derecho en una especie de “simbiosis bidisciplinaria”.
Es así que el Derecho y la Bioética se han unido para dar pie a una nueva disciplina jurídica que sistematiza y da coherencia jurídico-ética a las nuevas realidades que emergen del ámbito de la conducta humana. Dicho en otras palabras, el Bioderecho es una disciplina que estudia la conducta de los seres humanos desde el punto de vista de la ética y de la ciencia jurídica, y, ante el desarrollo científico tecnológico que ha alcanzado la humanidad, se encarga de establecer límites y regulaciones en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud.
Siguiendo los lineamientos establecidos en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, estas regulaciones deben estar fundadas en los valores universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y debe basarse en los principios de la democracia y del Estado de Derecho, creando un espacio de justicia, libertad y seguridad, al situar a la persona humana en el centro de toda actuación, con el respeto a la vida como valor supremo. Por ello es tan importante reforzar la protección de los derechos humanos en el marco de la evolución de la sociedad y de los avances científicos y tecnológicos.
De ello se encargará el Bioderecho basándose en las siguientes premisas:
1) La premisa científica: Si algo puede hacerse, alguien sin duda lo hará (por tanto habría que regularlo).
2) La premisa bioética: No todo lo técnicamente posible es moralmente admisible.
3) La premisa jurídica: Toda actuación humana deberá estar sustentada por la Ley, respetando siempre los derechos fundamentales de la persona humana: su vida y su dignidad.
Por lo tanto, la investigación acientífica y los avances tecnológicos siempre deberán subordinarse a las normas jurídicas y éticas que protegen a la persona humana. Dicho de otro modo, el límite de nuestros actos, además de la responsabilidad, será el respeto la vida y a la dignidad humana.
Por: Andrea Rodríguez A
@morrasmag
Mi abuela me enseñó que no importa si estás sufriendo, siempre hay que darle buena cara al marido y ser fuerte por los hijos. Mi mamá me enseñó que no importan las mariposas que tenga en el estómago, él me tiene que hablar primero. En la escuela me enseñaron, que una niña no debe enojarse, mucho menos reclamar. En mis clases de ballet me enseñaron que no debo llorar. Y lo único que pasó fue que lloré más. Y me sentí débil por ello.
Las mujeres estamos en la batalla más importante de nuestras vidas. Y no me refiero únicamente a la lucha para que seamos escuchadas, tomadas en cuenta, y protegidas por la ley. Me refiero a que estamos en una lucha interna y permanente por descubrir nuestra propia identidad. Porque no nos hemos conformado con lo que nos han dicho que significa ser una niña.
Estamos en una lucha ambigua, rompiendo paradigmas y gritando, incluso con nuestro silencio. Estamos descubriendo nuevas formas y estilos de ser, encontrando nuestro papel en la sociedad y actualizando nuestro papel en la familia. Estamos construyendo una nueva sociedad. Quizá vamos demasiado rápido, o quizá nos tardamos mucho en empezar, pero ya estamos aquí, entonces sigamos construyendo puentes de diálogo y haciéndole caso a ese instinto que tú y yo conocemos muy bien, aunque no podemos poner en palabras.
Pero antes de seguir con nuestra lucha, te quiero confesar, hermana, que tengo mucho miedo. Miedo de que tú, como algún día yo, tengas miedo a sentir. Que el enojo nos ciegue tanto, que olvidemos voltear a nosotras mismas para transformar todo desde ahí antes de transformarlo en nuestra sociedad, cayendo en el eco de nuestros propios gritos, y no en el significado de nuestras palabras. Miedo de que sigamos confundiendo valentía, con no poder llorar. Miedo a que confundamos libertad, con no amar. Miedo a que confundamos independencia con no entregarnos a los demás. Miedo a que endurezcamos nuestro corazón, tan lastimado por tanto tiempo. Porque si hacemos eso, ya todo está perdido: seguiremos buscando fuera, lo que necesitamos encontrar primero adentro.
Por mucho tiempo tuve miedo de mi propia sensibilidad. Me hacía sentir débil, e incluso usada por los demás. A los 20 años me diagnosticaron depresión clínica, ansiedad y trastornos de alimentación, y aunque creí que todo estaba perdido, ocurrió algo mágico: me permití sentir. Me permití llorar, abrazarme y dejarme abrazar. Me permití amar, pero sobre todo amarme a mí misma. Me permití sentirme vulnerable y eso me hizo encontrarme realmente con los demás, sin máscaras. Me permití sentirme enojada, y darme mi lugar, pero no frente a los demás, sino conmigo misma. Aprendí a decepcionarme, para después escoger un camino diferente. Aprendí a conocerme realmente. Pero lo más importante, descubrí una belleza en la sensibilidad que nos hace únicas a ti y a mí. Desde ahí se fue el miedo, y cada paso, fue un paso en seco hacia una reconciliación conmigo misma, porque entendí que esa reconciliación que tanto necesito con el mundo, la necesitaba encontrar primero dentro de mí.
Porque es verdad que una sociedad con mujeres que sufren abuso sexual, violencia, acoso, maltrato, opresión y situaciones que dañan nuestra integridad, sobre todo emocional, necesita crear conciencia sobre la importancia de la salud mental, y el bienestar psicológico, y si los demás no lo hacen, tenemos que empezar nosotras. Porque no quiero seguir permitiendo que exista un país donde la primera causa de discapacidad en las mujeres sea la depresión. Porque me hace sentir impotente que el suicidio siga siendo una opción, y más aún que de las personas que intentan suicidarse en el mundo, dos terceras partes, somos nosotras las mujeres. Porque quiero que iniciemos esta revolución con una mirada profunda hacia nosotras mismas, abracemos nuestros sentimientos sin obstáculos y creemos belleza como lo hacemos con todo lo que tocamos. No podemos seguir avanzando, primero tenemos que estar enteras.
Y todo esto empieza por abrazar nuestra sensibilidad, tan rasgada por nuestro sufrimiento, porque será la única forma de repararla. Empieza con llorar “como niñas” y sentirnos orgullosamente “hormonales”; ser tiernas, sensuales, pero firmes; enojarnos, y escoger nuestras batallas; pero sobre todo amar sin miedo. Ser principalmente honestas con nosotras mismas, y no tener miedo de pedir ayuda. Es momento de hacer una pausa y preguntarnos primero ¿cómo estoy? Porque no solucionaremos el problema, si no abrazamos primero aquello que nos hace más únicas, aquello que el mundo de hoy más necesita. Y entonces sí podremos luchar porque nuestra voz sea más escuchada y nuestras vidas protegidas.
Y una vez que hagamos esto, cada una y entre todas, ahora si podré estar realmente lista para ser fuerte como mi abuela, paciente como mi mamá, generosa con los demás y nunca rendirme, pero sobre todo no castigarme por no cumplir estereotipos, y entonces sí, ser mujer.
Dra. María Elizabeth De los Rios Uriarte
Profesora e investigadora de la Facultad de Bioética
Universidad Anáhuac México
La pandemia por COVID en el mundo ha descubierto la frágil seguridad de la razón humana y nos ha abierto los ojos para darnos cuenta de que necesitamos acompañar la medicina y la técnica de una reflexión ética que nos permita tomar decisiones orientadas hacia salvaguardara aquellos valores que nos son más importantes: la vida, la dignidad, la integridad y la autonomía.
Decisiones sobre la asignación de recursos escasos, inicio o retiro de tratamientos o procedimientos médicos, consideraciones éticas para aminorar los sufrimientos de los pacientes terminales, etc, son sólo algunos de los ejemplos que dejan al descubierto la necesidad de contar con principios que dirijan nuestra conducta humana.
Ante estos escenarios de dudas inquietantes, la bioética cobra un papel preponderante pues, al ser una ciencia interdisciplinaria, convoca al diálogo para buscar soluciones integrales y orientar la toma de decisiones éticas.
Esta disciplina se remonta hasta 1927 cuando el teólogo protestante Fritz Jahr acuña el término Bio-Ethik para referirse a la ética del comportamiento humano pero no es si no hasta 1971 cuando el oncólogo holandés Van Ranssaeler Potter en su obra “Bioethics: bridge to the future” lanza a la fama el término de bioética para hacer referencia a la genuina preocupación por el cuidado del medio ambiente.
Con el paso del tiempo, la evolución del término ha ido centrándose en aquellas preguntas que giran en torno a las ciencias de la salud y de la vida en relación al comportamiento humano, es decir, la Bioética funge como brújula para orientar el qué hacer de los seres humanos frente a la vida y la salud.
Si bien es cierto que existen varios modelos de pensamiento en Bioética y que ésta, al considerar en su análisis los aspectos contextuales de cada país y de cada persona, no es menos cierto que, en términos generales, la Bioética permite la reflexión sobre lo que es bueno y ético y sobre lo que no lo es y, con ello, impulsa a elegir lo primero por encima de los segundo.
La complejidad de la Bioética radica en su método pues, de suyo, es una interdisciplina en donde confluyen, al menos, tres ciencias: la medicina, la filosofía y el derecho. Es por ello que hoy en día existen instituciones académicas que brindan programas de formación sólidos en esta materia y que han luchado contra los estigmas tradicionales que intentan rebajar el riguroso y sistemático estudio de esta interdisciplina a meras elucubraciones subjetivas.
En México, la Bioética ha ido cobrando fuerza gracias a los esfuerzos de la Comisión Nacional de Bioética y las instituciones educativas, concretamente, desde 2011 cuando se adiciona el artículo 41 bis y se reforma el artículo 98 de la Ley General de Salud para establecer la exigencia de que todas las instituciones de salud cuenten con un Comité Hospitalario de Bioética que deberá operar regularmente, estar conformado por personas que tengan formación previa, ser interdisciplinario y renovarse cada tres años.
Lo anterior ha sido un esfuerzo loable para impulsar la Bioética en el país; no obstante, aún tenemos que hacer más: necesitamos seguir preparando bioeticistas profesionales para llevar la bioética a la cama de los pacientes, estar a lado de médicos, pacientes y familias para coadyuvar a tomar las decisiones que salvaguarden la vida y a dignidad de los enfermos y que sean capaces de brindar respuestas rápidas y eficaces ante los dilemas éticos que los tiempos actuales presentan.
La necesidad de recurrir a la Bioética ha sido evidente en los últimos meses dada la complejidad de los cursos de acción a nivel sanitario. La demanda es altísima, la posibilidad de cubrirla aún escasa. ¿Asumiremos el reto cultural, económico y profesional de prepararnos e impulsar la Bioética en México?
Categoría:Bioética
Etiquetas: autonomía, Bioética, Bioética para todos, covid-19, Ética, integridad, pandemia, Vida
Escuché hace poco a un padre decir: ha muerto mi madre y no sé como decírselo a mi hija que tiene seis años. No quisimos que la viera y le hemos dicho que está de viaje y ella pregunta con frecuencia acerca de cuando viene la abuela pues tenía muy buena relación con ella.
Nos preparamos para la muerte de un ser querido, pero no nos preparamos para ayudar a nuestros hijos en este tema.
Es importante explicar en forma clara a nuestros hijos lo sucedido. No es bueno decir que la persona fallecida se ha ido de viaje, ni decir que se ha dormido. Ambas afirmaciones crean en los niños la idea de que esa persona retornará de su viaje o despertará de su sueño.
Se sabe además de algunos niños que temen dormirse porque han identificado el sueño con la muerte. No se debe temer al uso de palabras como muerte o muerto que, en los niños darán una idea clara de lo que ha sucedido.
No es bueno abundar en detalles sobre cómo se produjo la muerte del ser querido, la explicación debe ser breve y clara.
Se debe estar atento y escudriñar los sentimientos de los niños ya que, los más pequeños, suelen tener la sensación de ser culpables de la muerte del ser querido. Se les debe explicar en forma clara que lo que ellos hayan dicho o pensado no ha provocado la muerte del ser querido.
Los niños, según sus edades, entienden la muerte de diversas maneras. Por lo general lo chicos no entienden el significado de la muerte hasta los tres años.
Entre los tres y los cinco años suelen considerar a la muerte como un estado reversible y temporal. Después de los cinco años entienden que la muerte es un estado definitivo, pero hasta los diez años no creen que pueda pasarles a ellos.
Luego de los diez años suelen entender que la muerte es un estado definitivo y que necesariamente todos llegamos a ella. Claro que esto no es matemático y muchos de los niños que ya han pasado por la triste experiencia que significa perder a un ser querido, suelen ser muy adelantados en la comprensión de este fenómeno.
No debe impedirse que participen del velatorio y sepelio, aunque tampoco se les debe obligar a participar de ello. En el caso de que ellos quieran hacerlo, se les debe explicar con anterioridad lo que van a ver en ese momento.
Al participar de estos eventos les damos la posibilidad de experimentar la sensación de una despedida definitiva.
No debemos temer llorar delante de nuestros hijos, ellos comprenderán y nos acompañarán en el dolor, pero debemos evitar las situaciones de gritos escandalosos y signos de desesperación, pueden dejar en ellos una imagen sumamente negativa y desesperanzada.
Si los niños sienten deseos de expresar su dolor, no debemos impedirlo. Quizás lo mejor es ayudarles a que lo hagan comunicándoles que nosotros también compartimos esa pena. Cuando el dolor no se exterioriza puede manifestarse de maneras no conscientes (pesadillas, dificultades en la escuela, entre otros)
Los niños se sienten mas consolados con un abrazo que con palabras sentidas.
Si se tiene fe y se cree en la vida eterna, la cuestión será más sencilla, menos penosa. Porque esa separación definitiva, se transforma en la esperanza de reunirnos con la persona amada al final de nuestros días.
Un niño entiende perfectamente esto, lo que le parece una injusticia es que después de esta vida no haya nada. No olvidemos que los niños al ser más puros, tienen más facilidad para llegar a las verdades esenciales del ser humano.
Muchas veces a los que nos crea un problema es a los padres, porque no vivimos de acuerdo con la verdad de que después de esta vida hay otra.
Se les quiere ocultar a los hijos la verdad sobre el destino del hombre y lo único que se consigue es hacerles daño a ellos y, de paso a nosotros.
La educación en los momentos duros de la vida es muy importante, nuestros hijos deben saber y nosotros demostrarles que no todo es color de rosa, y que habrá situaciones dolorosas y tristes.
Como padres debemos de aprender a hablar de la muerte con naturalidad desde que nuestros hijos son pequeños. Recordemos que lo único que tenemos seguro en nuestra vida todos los seres humanos es que vamos a morir.
Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. Facebook: Lucia Legorreta
Por : Eduardo David Velasco Dávalos y Samantha Lilián López Gómez
Actualmente una de las problemáticas que más se vive en nuestro país es la deficiencia que hay en el funcionamiento y eficacia del sistema de salud pública, tomando en cuenta la disparidad de las posibilidades económicas y la escasez de recursos que la gran mayoría de la población tiene. Debemos estar conscientes de que este tema no es nuevo ya que en los últimos años ha generado diferentes problemas que hoy en día se han visto más expuestos.
La actual Pandemia del COVID-19 ha situado a México en una posición donde el sistema de salud pública queda al descubierto, por lo que surgen los siguientes cuestionamientos ¿se puede priorizar pacientes por encima de otros? ¿vale más la vida de un adulto que puede ser económicamente activo que la de un señor de la tercera edad? , lo que desafortunadamente pone en una situación difícil a nuestros profesionales de la salud ya que se han visto en la necesidad de recurrir a estas prácticas debido a la gran demanda y por los pocos recursos con los que cuenta nuestro sistema de salud, pensando en lo que supuestamente es óptimo para la situación cuando la realidad debería ser completamente otra. Siendo éticos esto puede cambiar.
Hoy en día sabemos que la situación en nuestro país no entra en los criterios para poder considerarla normal, la actual pandemia mundial ocasionada por el nuevo coronavirus (COVID-19) le ha dado un giro drástico al mundo entero, tanto la economía como la sociedad están de cabeza, sufriendo las consecuencias que cualquier problema imprevisto puede tener y que hablando estrictamente sobre los problemas que implican la salud de la población pueden conllevar limitaciones más abruptas y complejas para la misma que al momento de buscar cuidar y preservar un aspecto esencial de la vida se tienen que adoptar ciertos sacrificios y estrategias que afectan otros aspectos de ésta y conlleven a actuar de manera que no es considerada éticamente correcta.
Desafortunadamente en los últimos años se ha presentado un incremento notable en algunos problemas del país, tales como la pobreza o el desempleo, pero no podemos dejar de lado el inminente problema que existe en el sector de salud, la Secretaría de Salud se ha visto envuelta en problemáticas de gran importancia recientemente como es la falta de capital y los desabastos que ha originado en las diferentes instituciones de salud. La pandemia del coronavirus llegó a México en un momento poco favorable en el que las debilidades del sistema de salud se han visto aún más expuestas, el rápido incremento de los casos de esta nueva enfermedad ha superado la capacidad de muchos hospitales tanto en el sector público como privado y el número del personal de salud como médicos y enfermeros, también se ha visto sobrepasado por el número de pacientes. Esto no sólo refleja un problema directamente en la práctica y en el manejo de la situación, sino que también ha llevado a muchas personas a un extremo en donde tienen que tomar decisiones drásticas en cuanto a la vida de las personas, aquí es donde podemos hacernos preguntas de suma importancia como ¿Se pueden priorizar algunos pacientes por encima de otros? ¿Vale más la vida de un adulto que puede ser económicamente activo que la de un adulto de la tercera edad? Todas estas preguntas están hechas con un único fin, ir más allá de la práctica inmediata de la medicina y de las estrategias actuales de salud y sobre todo pensar en los pacientes como personas, teniendo una visión futura que sólo tomar en cuenta el presente.
Lamentablemente muchos profesionales de la salud se han visto en esta situación de haber tomado decisiones apresuradas y radicales sobre la vida y la dignidad de algunos pacientes, pero si nos enfocamos a revisar a fondo todas las características del ser humano como persona y todos los aspectos que esto involucra, la decisión deja de ser tan complicada.
¿Qué es el COVID-19 y por qué es tan peligroso para la salud?
La actual pandemia es ocasionada por un virus perteneciente a una amplia familia de los llamados coronavirus, estos son causantes de diferentes enfermedades de las vías respiratorias, desde resfriados comunes hasta insuficiencias respiratorias graves, una característica importante de estos es que son zoonóticos, es decir, pueden transmitirse entre animales y humanos. Algunos de estos virus han sido responsables de enfermedades como el síndrome respiratorio de medio oriente (MERS-CoV) o el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), en este caso el virus llamado SARS-CoV2 (de las siglas en inglés severe acute respiratory syndrome coronavirus 2) ocasiona la enfermedad catalogada como COVID-19 (de las siglas en inglés coronavirus disease of 2019).
Esta enfermedad tiene las mismas características que cualquier otra que involucre la afectación de las vías respiratorias, por lo que se presenta con los mismos síntomas: fiebre, tos seca y cansancio, congestión nasal, dolor de cabeza y dolor de garganta, estos síntomas suelen comenzar de forma repentina y leve pero con el tiempo puede agravarse hasta llegar a presentar una dificultad para respirar. El contagio es principalmente por el contacto con el virus y cualquier zona del cuerpo que tenga mucosas y de esta manera un acceso directo al organismo, la conformación estructural del virus es muy similar a la de los genes del humano por lo que ingresa de manera muy fácil al organismo, de ahí el peligro que representa, aunado a que tanto la enfermedad como el virus que la ocasiona eran desconocidos en el mundo hasta el inicio de su brote en la ciudad de Wuhan en China, por lo que no se cuenta con ningún antecedente de tratamientos o vacunas para poder contrarrestarlo.
La actual situación
Como se ha visto México se encuentra en una situación poco favorable con respecto al COVID- 19, el número de casos hasta hoy son más de 35,000 personas y seguirán aumentando con el paso de los días, esto genera una suma preocupación para el resto del país. Es por ello la importancia de analizar el sistema de salud con el que contamos hoy en día los mexicanos,
desde hace algunos años se conoce que ha existido un mal manejo en cuanto a los recursos económicos que dispone el gobierno para la inversión en el sector público de Salud, por lo que en los hospitales esto se ha visto reflejado con un desabasto de medicamentos, con conflictos en el desvío de recursos financieros en la compra de equipo e insumos médicos, entre otras situaciones. Pero ¿Cómo es que se llegó a esta crisis en el Sector de salud? Esto es una de las cuestiones que causa mayor conflicto, debido a la falta de transparencia por parte de las distintas autoridades, ya que hay que recordar que la decisión no sólo es tomada por uno sino por un conjunto, por lo que México es uno de los países que destina menos porcentaje de PIB hacia el sector de salud.
Actualmente esta problemática se ha visto mucho más expuesta frente a la pandemia, debido a que los profesionales de la salud desde un principio no contaban con el equipo de seguridad necesario para poder atender a los pacientes con COVID-19 y por supuesto el gobierno les ha negado la prueba de detección de dicha enfermedad, esto ha generado inconformidades en ellos ya que anteponen su seguridad y la de sus familias. Además de que día con día se encargan de preservar la salud de los pacientes, es indispensable recordar que los médicos, enfermeros y todo el personal de salud juegan un rol sumamente importante, no debemos olvidar que también son personas que arriesgan su vida por los demás, que tienen derecho a la salud, entonces
¿Dónde queda su derecho a la salud? Todos los individuos con respecto al artículo 4º constitucional tienen “derecho a la protección de la salud, donde se tiene que brindar un sistema digno y completo” (Secretaría de Salud, 2015, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos). Por lo que en este caso se estaría violando sistemáticamente este derecho y no sólo el de los profesionales de salud sino también de cada uno de los pacientes que son atendidos por ellos. Y es en donde nos damos cuenta de que el que más viola los derechos humanos es el propio hombre.
Aunque se esperaba que las cifras fueran positivas en cuanto a la curva de contagios, esto no fue así por lo que México ahora enfrenta otra cuestión que es la alta demanda hospitalaria, esto conlleva a que los mismos médicos tomen decisiones de índole ética en escenarios más complejos y esto los puede orillar a actuar de manera que para algunos no es considerado éticamente correcta. Es donde a partir de esto, se pueden discutir distintos puntos como:
La asignación de los ventiladores en los pacientes es una situación en la que se implica una decisión muy difícil hoy en día, ya que al encontrarnos en una fase donde el número de casos incrementan, se necesita priorizar pacientes con respectos a otros, aquí es donde surgen los siguientes dilemas éticos ¿Se puede priorizar la vida de una persona sobre otra? ¿Vale más la vida de alguien económicamente activo que de una persona de la tercera edad? ¿Por qué le darían el respirador a alguien con más posibilidades de vivir? Cabe recalcar que todo ser humano tiene derecho a la vida y que este es inalienable, todos contamos con los mismos derechos sin importar la religión, raza, etc.
“El motivo por el que la vida humana debe ser respetada se basa sobre todo en el hecho de que la vida humana, en su integridad y globalidad, y por ello mismo en realidad biológica, pertenece a la persona con la que constituye una unidad orgánica existencial” (Tarasco M., 2017)
Es importante recalcar que los criterios tomados en cuenta no siempre resultarán éticos para todos, por ejemplo:
En medicina de emergencias, existe un mecanismo de atención de desastres o de accidentes con víctimas múltiples que se denomina triage, que significa “clasificación”, de esta manera ejecutando un protocolo de evaluación rápida se determina quienes tienen mayores posibilidades de sobrevivencia y quiénes por su condición presente o subyacente, no. Actualmente se están elaborando guías de criterios éticos que pretenden apoyar la labor de seleccionar pacientes para la asignación de recursos escasos (Profesora e Investigadora: De los Ríos Uriarte María Elizabeth, 2020)
Por ello se ha generado una situación de gran controversia para muchos, ya que buscan involucrar la edad de los pacientes como uno de los criterios establecidos, esto nos sitúa a tener una actitud utilitarista y en parte sociobiologista porque se reduce la dignidad de la persona y el derecho a la vida, mientras que si se toman criterios absolutos esto reduciría aún más las posibilidades de no poder salvar más vidas ante esta situación. Sin embargo, algunos médicos han tomado en cuenta otros criterios como: la autonomía del paciente, su estado general de salud y la gravedad de la enfermedad, ya que para los casos graves de COVID-19 no resulta nada fácil la reanimación debido a que puede generar secuelas importantes para pacientes con estado de salud delicado, entonces se recomienda optar por cuidados paliativos. Por lo que entra uno de los principios de la ética que es “No todo lo técnicamente posible es éticamente aceptable”.
De esta manera se ha visto implicada la labor de todos los profesionales de la salud ya que, pese a las recomendaciones, son ellos quienes toman las decisiones de forma espontánea y con la falta de recursos de los hospitales en los que se encuentran resulta complicado, esto ha orillado a que lleven una gran carga moral conforme a las medidas que han tomado frente al COVID-19. Es de suma importancia recordar que ningún ser humano tiene la capacidad de decidir sobre quién puede vivir, la vida es una ley moral natural del ser, por lo que uno de los principios de la bioética corresponde a la inviolabilidad de esta.
Probablemente sin la falta de recursos, las decisiones que se tienen que tomar ante esta situación serían más aceptables, pero no sólo influye esto, sino la relevancia de un ser humano ético en la sociedad, que posea valores, virtudes y una conciencia moral recta y verdadera, es decir, que no juzgue, sino que ésta obligue a actuar de forma concreta, ya que nos lleva a discernir entre lo bien y lo mal. De esta manera al tener implícita la ética en nuestras vidas podemos determinar nuestras acciones con respecto a nuestros pensamientos y así proveer soluciones a las diversas situaciones que se suelen presentar.
Conclusión
Finalmente, después de haber revisado diferentes puntos acerca de la actual problemática ética/médica que enfrentamos ante la pandemia del COVID-19 podemos darnos cuenta que no es algo simple ni sencillo de lo que estamos hablando, el hecho de poner a unas personas y su vida sobre otras refleja la falta de ética que se tiene en la sociedad, no sólo por parte del personal médico si no de todas las demás personas que aun estando al pendiente no hacen nada al respecto. Siendo objetivos y con base en todos los principios de la bioética todo lo que está pasando no tiene justificación alguna, la manera en la que se nos presentan las cosas es meramente utilitarista y no debemos de ir por ahí.
Viéndolo así la solución es muy evidente, dejando de lado que una opción muy favorable sería el apoyo y el desarrollo de la infraestructura del sector salud para poder evitar estas situaciones desde un principio, la mejor solución es que todos debemos de tener presenta la ética y ser éticos, podríamos basarnos en el imperativo categórico de Kant y actuar de manera que nuestro actuar pueda considerarse una ley universal, ver los actos no solo como cosas que pasan, pensar en estos viendo los diferentes factores para que sean actos éticamente correctos, de esta manera y guiándonos por el personalismo todo sería más sencillo, cualquier dilema de esta índole no tendría porque afectarnos, si todos somos éticos esto no tendría que afectarnos en lo más mínimo. Pero esto no debe entenderse como un cambio que aparecería por sí solo, es muy importante que todas las escuelas se tomen enserio el plan de estudios que tienen y que impartan de manera adecuada los contenidos necesarios para que con el tiempo la sociedad crezca con personas basadas en la ética y que de esta manera la gente cada vez sea más capaz de discernir lo que se debe de hacer en casos como al que nos enfrentamos actualmente.
Referencias bibliográficas:
Referencias escritas:
1.- Dra. Tarasco M. (2017) Diversas Posturas Filosóficas que Influyen en el Razonamiento Bioético, Capítulo 8. Ciudad de México.
2.- Dra. Tarasco M. (2017) Diversas Posturas Filosóficas que Influyen en el Razonamiento Bioético, Capítulo 9. Ciudad de México.
3.- Sgreccia, M. E. (2017). Manual de bioética. Ciudad de México.
4.- De los Ríos Uriarte M. E. (2020). Ética en el triage. Ciudad de México.
Referencias electrónicas:
1.- Coronavirus COVID-19 Informe técnico. (2020). Recuperado de 11 de mayo del 2020, desde https://www.portalfarma.com/Profesionales/campanaspf/Asesoramiento- salud-publica/infeccion-coronavirus-2019-nCoV/Documents/Informe-tecnico- Coronavirus.pdf.
2.- COVID-19. gob.mx. (2020). Recuperado de 11 de mayo del 2020, desde https://coronavirus.gob.mx/covid-19/.
3.- Coronavirus disease (COVID-19). Who.int. (2020). Retrieved 10 May 2020, from https://www.who.int/westernpacific/emergencies/covid-19.
Dra. María Elizabeth De los Rios Uriarte
Profesora investigadora de la Facultad de Bioética
Universidad Anáhuac México
Uno de los grandes avances en materia curativa para el COVID han sido los tratamientos con el plasma de los pacientes recuperados que ayudan a generar los anticuerpos para hacerle frente al virus en una persona infectada. Este tratamiento, aunque prometedor, resulta difícil no por los aspectos técnicos si no por una escasa cultura de la donación de órganos en nuestro país.
El Centro Nacional de Trasplantes reporta que si bien la cultura de la donación ha mejorado en los últimos años, aún existe una gran demanda de órganos, células y/o tejidos que asciende a las 21,500 personas en lista de espera de los cuales, el 67% lo están en espera de un riñón que es el órganos con mayor demanda al que le siguen las córneas con aproximadamente 7,200 personas en espera de las mismas.
¿Cómo fortalecer una cultura de la donación de órganos? Algunas ideas pueden apoyar la reflexión:
1.- La donación de órganos es un tema que debe ser abordado previamente con la familia por quien desea hacerlo. Esto quiere decir que, el momento de vulnerabilidad en que una persona y su familia se encuentran con emociones encontradas debido a una muerte que se prevé muy próxima no es buen tiempo para pensar en donar ya que la razón se obnubila y sólo puede pensar en la recuperación o en el dolor de la ausencia del ser querido. La decisión, además de ser tomada de forma previa debe compartirse con la familia ya que, al momento de fallecer, si hay posibilidad de donar órganos, será ésta la que deba otorgar su consentimiento para proceder a la extracción de los mismos. De no contarse con la autorización de la familia, no se puede proceder y, desafortunadamente, en no pocas ocasiones sucede esto y los órganos se pierden. Hablar, por ende, de este tema cuando ni la vida de uno ni la de los seres queridos están en juego es el mejor escenario para favorecer la donación.
2.- Hay que considerar que los trasplantes pueden ser realizados de pacientes vivos a otros pacientes vivos o bien de pacientes fallecidos a pacientes vivos. En el primer caso sólo se pueden donar los órganos pares que no pongan en peligro la vida o funcionalidad del donante (riñones por ejemplo). En el segundo caso, sólo se puede proceder si se ha decretado el fallecimiento del paciente bien sea por criterios de paro cardiorespiratorio o por muerte. Jamás se deberá coercionar a la familia para que de su consentimiento antes de ser declarado fallecido el paciente ya que se pudieran presentar conflictos de interés; sin embargo, se puede crear una conversación previa entre la misma familia como dijimos anteriormente.
3.- Muy importante es resaltar la idea de que todo trasplantes deberá ser altruista y voluntario. Lo anterior deja fuera la posibilidad de comerciar con los órganos o de que el donante dé su consentimiento siendo coercionado o manipulado por otra persona. El acto de donación es un acto completamente libre que no debe desvirtuarse por necesidades urgentes o por condicionamientos económicos y/o profesionales.
4.- Existen muchos tabús que hace desistir a las personas de donar sus órganos, ente ellos, que, al momento de entregar el cadáver, éste quedará destazado como si hubiera sido sometido a un acto de carnicería eufórica. Esto no es cierto ya que los órganos se extraen con incisiones limpias que después se suturan y ningún miembro del cuerpo se mutila en el proceso. Los rituales funerarios propios de cada familia pueden realizarse de la misma forma que si no se hubieran donado los órganos del finado. No hay razón para desistir imaginando posibles deformaciones del cuerpo a causa de la extracción de los órganos.
5.- La trascendencia de una donación puede ser exponencial, es decir, la vida que se puede dar a partir de una persona fallecida que decide donar sus órganos puede favorecer hasta a diez personas considerando viables todos sus órganos (pulmones, riñones, intestino, válvulas cardíacas, córneas, huesos, tejidos, etc).
6.- La posibilidad de que una muerte pueda traer vida para alguien más es, en sí misma, bella y loable. Mediante la donación de órganos no sólo se salvan vidas si no que se recuperan funciones que hacen posible que las personas se reinserten a su vida y a su familia de nueva cuenta y puedan disfrutar estándares muy altos de calidad de vida. La donación de sangre permite la extracción del plasma que está teniendo efectos positivos en la recuperación de pacientes infectados por COVID.
Así, desde la simplicidad de una donación de sangre hasta la complejidad de una donación de un órgano, cuidarnos unos a otros es un deber que protege y alienta una cultura de la vida y de la solidaridad.
Dra. Marieli de los Rios Uriarte
Profesora de la Facultad de Bioética
Universidad Anáhuac México
El dilema al que nos enfrentamos como sociedad y como país en estos momentos acerca del gradual regreso a la “nueva normalidad” presenta la será dificultad de considerar reabrir los comercios y los locales a costa ¿de salvaguardar la vida y la salud de las personas; ¿sin embargo, necesariamente tiene que ser una u otra?
El valor de una vida, del que hablo aquí, no es numérico ni cotiza en el mercado si no en la esencia misma de cada persona. La dignidad es, precisamente, el valor intrínseco de todo ser humano que no queda sujeto ni a su reconocimiento por parte de otros ni a las características físicas que manifiestan a la persona frente a los demás. Así, podemos decir que hay dos niveles en toda persona: en primer lugar, uno que llamaré ontológico aludiendo al sentido filosófico de la palabra, es decir, que se sitúa en un plano independiente de lo material y de lo físicamente visible y que le confiere un valor insustituible e inalterable compartido por todos sólo por el hecho de ser personas y, en segundo lugar, un nivel que denominaré axiológico refiriéndome, igualmente, al sentido filosófico de la palabra que remite a la raíz etimológica “axios” que significa “valor” y, por ende, aquí se pueden atribuir valores que recaen sobre las acciones de las personas. Así, mientras que en el nivel ontológico todos poseemos un valor que es la dignidad y éste no puede ser ni más ni menos, ni se gana ni se pierde si no que permanece siempre con total independencia de lo que se piense de tal o cual persona o de su comportamiento, el nivel axiológico admite gradación, por ello, permite ejercer un juicio sobre las acciones, comportamientos, hábitos, etc, de las personas que pueden ser catalogados como buenos o malos según determinados parámetros.
Con esto, podemos afirmar que todos somos igual de dignos como personas, pero las acciones de cada cual son mejores o peores, buenas o malas; puedo decir que somos dignos pero nuestras acciones pueden no serlo de igual modo. Es, pues, nuestra dignidad donde descansa nuestra vida.
Con lo anterior, si analizamos el debate entre economía o vida nos daremos cuenta que si bien la economía favorece el despliegue de las dimensiones humanas y constituye una actividad importante para las personas, ésta debe, necesariamente, descansar sobre el nivel ontológico de tal suerte que la dignidad es la piedra angular de la economía y ésta tiene su más profundo sentido de ser gracias a la primera.
De nada sirve tener una economía abierta y reactivándose si con ello se van perdiendo vidas humanas que no van a poderse recuperar ni siquiera con una economía fortalecida y en crecimiento. Sin embargo, también es cierto que, de no abrir el mercado, las personas caen en ámbitos de necesidad que pueden, también, afectar su vida. Por ello, en realidad el debate entre estas dos nociones, economía y vida/dignidad, es un falso debate pues no se trata de elegir una u otra si no de hacerlas converger armónica y ordenadamente para que la dignidad se conserve y defienda como anclaje fundamental de la actividad económica.
Se puede y se debe pensar en estrategias de seguridad que salvaguarden la vida e integridad de las personas y que promuevan, al mismo tiempo, una economía que permita condiciones de vida dignas para todos. Abrir los comercios sólo con el fin de reactivar la economía olvidándose de la vida y dignidad de las personas es un acto genocida; por ello, no se trata de elegir una u otra si no de ser lo suficientemente creativos para encontrar maneras de proteger la dignidad humana y, con ello, procurar una economía en recuperación.
Categoría:Vida
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, dilema, Economía, Ética, nueva normalidad, recuperacion, Salud, Vida
Nos encontramos en el siglo XXI donde el progreso científico es lo primordial para el ser humano; los avances científicos se encuentran por encima de todo y la globalización en todo rincón. Podríamos decir que nos encontramos en un capitalismo violento desinteresado por el hombre y solo que importa es el dinero y las humanidades van perdiendo el sentido para el mismo ser humano.
Para poder hablar de bioética podremos iniciar desde la ética; y ésta se convierte en la reflexión crítica sobre los valores y principios que guían nuestras decisiones y comportamientos. Pareciera oportuno explicar que la ética ya no es tan valorada en la civilización posmoderna por todo lo que estamos viviendo en estos momentos de crisis de racionalidad llegando al grado de comportarnos como animales. La ética en este sentido propondrá un límite a la persona partiendo desde su dignidad humana; con ello la rescatamos desde la filosofía que deriva la antropología, el personalismo, la ética y la moral.
Ahora que hay cambios modernos y el avance tecnológico está a cualquier precio, llegamos a decir que la vida de la persona no cuesta, no tiene valor y llegamos a tal problema que, en el tiempo de la segunda guerra mundial, los alemanes asesinaron a miles de judíos en las cámaras de gas. Utilizamos nuestras herramientas científicas para asesinar.
El nacimiento de la bioética se debe a estos cambios exagerados que resurgen para si como problemas bioéticos, donde le compete analizar y criticar. Este concepto engloba la disciplina que combina con el conocimiento biológico con el de los valores humanos. Se interesa en las cuestiones de las ciencias de la vida, como por ejemplo el aborto, la biomedicina, la eutanasia, la pena de muerte y sobre el cuidado sanitario, todo se debió a un dialogo antropológico entre la medicina y la ética renovando así una ética médica tradicional.
Podremos llegar a decir que el nacimiento de la bioética de debió al surgimiento de una civilización posmoderna regenerando con sigo el progreso científico y sus principales problemas atendida desde la medicina, pero pareciera un gran cambio económico y tecnológico que llega a un punto de que se convierte en colectivismos o individualismo, tanto como uno y otro son extremos por el motivo que se convierte en un anti humanismo. Actualmente este año 2020 estamos viviendo una enfermedad que se ha vuelto pandemia (covid-19) y sobre todo el país de México está sufriendo un problema bioético.
Se está presentando una desvalorización del ser humano, donde el dinero para los insumos se convierte en casas lujosas de los mismos gobernadores, dónde el trato es como si fueran animales y en todos los noticieros mencionan un gran numero de marchas por la falta de presupuesto para los doctores y enfermeros y falta de insumos.
La bioética se preocupa por la dimensión moral de la vida humana, su significado de vida (bio) se vive a muerte, así es, la muerte que se genera por el aborto y que muchas personas están a favor, el valor del cuerpo humano y la dignidad de la misma persona han decaído, la sexualidad está transgirversado por culpa de las ideologías de la muerte y las relaciones interpersonales se viven en individualismos, ya no hay una civilización del amor que es una esperanza que muchos esperan.
La civilización evoluciona rápidamente y solo nos queda seguir reconstruyendo una nueva sociedad con la necesidad de recuperar los valores que cimienten toda civilización. La importancia de la bioética es el interés por la propia naturaleza humana, vista desde su plenitud y una segunda visión es bajo la responsabilidad del trato a nuestra casa común, la tierra. El principio es el respeto al desarrollo que el hombre está produciendo en aumento los recursos que la tierra nos proporciona y sobre todo la defensa de los animales.
Solo depende de ti que no te dejes llevar con las ideologías que van en contra con la dignidad humana porque todo lo que vives se convierte en un dilema bioético, si eres enfermera, doctor o algún especialista de medicina debes de tener un cuidado sobre tu paciente, te debe de interesar sobre el derecho a la salud, pero esta parte no solo son para los médicos, sino para todos.
Como escribe Juan Manuel Burgo en su proyecto humanista, es una dialogización entre antropología y un enfoque personalista desde una existencialidad.
Recordemos: la persona se convierte en el centro de la bioética y que a su vez se convierte en una regularización de la conducta humana en el campo de la vida y la salud bajo los principios éticos, recuperemos todos el valor de la vida humana, juntos construyamos un mundo mejor y guiemos las futuras generaciones. La persona no es objeto, es persona. No somos animales, somos personas de naturaleza racional y espiritual.
Autor: Irving Alberto Torres Menchaca
Categoría:Bioética
Etiquetas: Bioética, Bioética para todos, Ciencia, coronavirus, covid-19, Ecología, Ética, filosofia, seres humanos, Vida